Juan Pablo López Cortés*
Los gobiernos tienen libertad, es su mandato, de tomar las decisiones que consideren más adecuadas y pertinentes en la tarea de intervenir el territorio, priorizar los proyectos, proponer los procesos y las políticas que mejor se alineen con la promesa de valor con la que, en democracia, fueron elegidos por las mayorías y hagan parte integral y concienzuda de sus planes de desarrollo.
Sin embargo, me tomaré el atrevimiento de proponer que existan unos determinantes mínimos, si se quiere para restringir un poco las medidas o acciones que, de manera consciente o no, por desconocimiento o por capricho, pueden tomar los gobernantes de turno y tienen impactos devastadores en los procesos de ciudad, por ejemplo, que son bastante complejos y tardan mucho en consolidarse.
Los procesos urbanísticos en Medellín han sido reconocidos en el mundo como uno de los factores más importantes en la transformación de la ciudad. A esa manera de pensar el territorio se debe el logro de pasar de ser la ciudad más violenta del mundo a la más innovadora. Los proyectos de espacio público han jugado un papel trascendental en esta gran metamorfosis: Parque de los pies descalzos, Parques Bibliotecas, PUIS, Plaza Botero, escaleras eléctricas, UVAS, Parques del Río Medellín y otros más, son referentes de talla mundial como casos de éxito en el desarrollo urbano.
Ordenamiento territorial, reciclaje urbano, connaturalización del paisaje de ciudad, recuperación de los no-lugares y otros muchos más atributos se han conseguido con estos procesos que trascienden varios períodos de gobierno, no necesariamente de la misma corriente política, pero sí conscientes del proceso y en cierta forma sintonizados. Así se ha materializado un relato muy virtuoso de construcción entre la academia, el sector privado, la ciudadanía y el Estado.
Aunque parezca un hecho menor, es un símbolo estructural. Por eso, como forma de rechazo propongo una acción contundente: acordemos como ciudad, como lo hemos hecho tantas veces, un determinante mínimo, pero vehemente “No Rejas en el espacio público de Medellín”. Esta sociedad ha demostrado ser mucho más inteligente y creativa, como para pensar que la solución a cualquier problema, ya sea de seguridad o de “conectividad ecológica” es la instalación de rejas. Ya lo intentamos hace dos décadas con el cerramiento de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot y fue un fracaso.
Es que las rejas, los muros, dividen. Por eso, la premisa que nos propuso Aníbal Gaviria en la construcción de las UVAS entorno a los tanques de EPM era “Tumbar la cerca para estar más cerca”. Coherente con ello, Parques del Río Medellín se dio como resultado de un proceso de muchos años, ejecutado en la alcaldía de Aníbal Gaviria, recogiendo el trabajo de muchísimos actores, varios procesos e instituciones, desde el maestro Pedro Nel Gómez, Juan Wolf, BIO 2030, los Planes Metropolitanos de Movilidad y otros más, que llevaron a que fuera adoptado como proyecto estratégico estructurante y columna vertebral del Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (POT 2014).
Durante su estructuración se estudiaron más de 48 referentes globales (Madrid, Seúl, París, Río de Janeiro, etc.) se desarrolló un concurso público internacional en el que se recibieron más de 53 propuestas de diversos lugares del mundo y se realizaron más de 1.400 procesos de participación, socialización y divulgación. Parques del Río fue una construcción de toda la ciudad, un acuerdo social que hoy completa más de 19 reconocimientos internacionales de primer nivel, entre ellos, varios relacionados a la calidad del diseño con énfasis en el desarrollo paisajístico, así como sus beneficios en materia de conectividad ecológica y sostenibilidad. De lejos, el proyecto de espacio púbico más premiado de la historia de Colombia.
El resultado de esa concertación se convirtió en un lugar de encuentro, de equidad, donde todos somos iguales. “Devolverle la vida al río y el río a la ciudad y sus habitantes” fue la promesa de valor que se materializó con nuevo espacio público de calidad.
La propuesta ganadora del diseño, además, tuvo uno de los desarrollos y estudios más rigurosos de paisajismo, conectividad biótica, asociaciones de especie que seleccionaron cada individuo y el lugar donde aportaba mayores beneficios al entorno, más de 120 especies mayores y alrededor de 136 especies menores consolidaron un Jardín Botánico público en la mitad de la ciudad metropolitana.
No Rejas en Parques del Río, no importa si es la más noble, ingenua o perversa de las intenciones, el parque no las necesita, no necesita un “muro verde”. Las ciudades del siglo XXI no admiten murallas, ni muros, ni muritos. Como lo materializa el proyecto, las ciudades de hoy requieren más puentes, más lugares de encuentro y oportunidades para juntarnos.
De hecho, la idea de una barrera, de un muro como el que ahora proponen, fue propuesta por algunos habitantes del barrio Conquistadores, quienes confundidos en el año 2014 temían porque los habitantes del otro lado del río pudieran llegar a su barrio. En ese momento como hoy, nuestra respuesta fue contundente: nunca más muros en el espacio público, nunca más muros que nos dividan, porque precisamente ese es el de atributo más bello del proyecto y es que logró UNIR la ciudad, sus dos extremos, tejer la cicatriz en la que habíamos convertido el río.
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* SERES Desarrollo Territorial de Antioquia
ExDirector operativo Parques del Río Medellín
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