“El término reindustrialización se acuñó desde hace varios años atrás para expresar la necesidad de impulsar la creación de una política industrial concreta y estructural”
En Colombia, es difícil llegar a un consenso sobre la política industrial, precisamente porque el contexto que la sitúa tiene una maraña de explicaciones teóricas, técnicas y hasta políticas difíciles de desgreñar. Tanto así, que los colombianos en su conjunto no tienen una idea clara de lo que es industrialización.
El documento Conpes 4129 contiene la Política Nacional de Reindustrialización y en su parte introductoria afirma la ausencia de valor agregado de la economía nacional, por efectos de una baja diversificación, un bajo nivel de desarrollo de la industria nacional y un incipiente dosier de alternativas institucionales que permitan asegurar la política industrial, a su vez, contempla la necesidad urgente de consolidar la base productiva desde el reconocimiento del cambio climático y la sostenibilidad ambiental de largo plazo.
No es nuevo que el país tenga estas iniciativas, lo que si es interesante, es la generación de valor a nivel colectivo por medio del desarrollo del capital humano, basado en la política sectorial, encuentro una dificultad: lo sectorial pocas veces se interesa por lo general, es decir, a nivel local, los gobiernos no le meten el interés a la industria, se quedan en ejercicios de planeación eternos con apenas resultados en obras públicas por lo general con la gestión de recursos para un ingente número de proyectos. Claro que se salvan iniciativas de base tecnológica que han llevado a la consolidación de distritos especiales que han logrado transformar el conocimiento dedicado a la innovación. Medellín, por ejemplo.
La política de reindustrialización se constituye en un espacio temporal de 11 años: 2024-2034, no obstante darle un giro al modelo “extractivista” colombiano, va a necesitar de un lado, una alta apropiación presupuestal dedicada a la innovación y por el otro, la liberalización de caminos que confluyan al tamaño del mercado, en áreas como los capitales, la integración, la especialización, el financiamiento, la aceleración y la vocación del territorio en términos relativos. Lo cual perfectamente suele darse en periodos más largos, unos 25 años por lo menos. Sin embargo arrancaron con un escenario del gasto que no moviliza recursos suficientes a la transformación productiva y menos al fortalecimiento de fuentes de energía no convencionales, esto por cuanto la transición energética es sumamente costosa y altamente especializada.
Así que, reindustrializar, es una forma avanzada de crear un conjunto de mecanismos que permitan accionar una política especializada en el aparato productivo nacional, a lo cual sumaria la participación del sector privado, empezando por la financiación necesaria para el éxito. El Estado puede jalonar los procesos transformadores pero los ejecutores debe dejarlos en manos de quienes conocen de riesgo en la inversión y en la gerencia de proyectos, no quiere decir que el Estado por si mismo no jalone estos procesos, es parte nuclear, pero no puede con todo, algo así, como el ejemplo de “Misión Economía” un libro de Mariana Mazzucato que ejemplifica a través de la Nasa como el Estado pudo llegar a la Luna y claramente, está el Estado emprendedor, y el valor de las cosas.
Buen título para la política, buen diagnóstico, pero puede quedarse corta para 11 años, y debe considerar que la territorialización implica un ejercicio amplio de descentralización y flexibilización de la planeación, por ejemplo, reconocer mayor control sobre los impuestos territoriales a los gobiernos locales ayudaría y evitaría las procesiones a la capital colombiana a gestionar recursos.
Reindustrializar, no es nuevo, ha sido una discusión intensa desde los 90, y tiene necesariamente que innovarse para entender los cambios de la economía en un contexto ultra globalizado.
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