Al principio sonaba bien eso de reinventarse, de buscar más allá de nuestras capacidades y adaptarse a la nueva era de pandemia que nos tocó vivir. Hasta divertido parecía eso de aprender cosas nuevas, retarse, buscar oportunidades en línea, teleadaptarse, pegarse un poquito más del celular y llevarlo siempre en la mano ahorita que nos acostumbramos a trabajar sin pantalones, como contagio de mucho político colombiano.
Reinventarse en el trabajo, en el estudio, en casa, en la cocina y hasta en la cama. Buscar una nueva posición, moverse mejor, utilizar la imaginación para que ella –o él– no sienta que tenerle tanto tiempo al lado, acaba hasta con el juramento sagrado de amarle una vida entera, o dos. Reinventarse para no perder el control en casa y aumentar las cifras de violencia intrafamiliar, para no ahorcar al pequeño como ganso en mano ni ser el culpable de ocasionarle a su familia un muerto sin velorio. Reinventarse para salir de tu zona de confort y encontrar nuevas maneras de sobrevivir, de poder comer y por supuesto de que no te corten la luz, el gas, el agua, la tv, ni mucho menos el internet con el que te debes reinventar, ya que al presidente no le dio la reinvención pa’ usar los pantalones de la alcaldesa de Bogotá.
Cambiar la novela por el curso de educación financiera y marketing digital, abrirse una nueva red social y vender tapabocas. Volverse un youtuber a los 50, o 60, o 70; porque los de 40 –o 41– ya se habían inventado hace rato; pedirle consejos a ese que criticaba por autograbarse, y que le parecía estúpido por sonreírle a la pantalla del celular. Grabar las recetas caseras que aprenden en Instagram, peluquearse en casa, con las tijeras del niño, o la patillera que compró alguna vez pa’ tener una barba cool pero que archivó en el cajón que ni abre para limpiar. Reinventarse, como millennial antes, en, y después de pandemia. Buscar nuevas formas de generar ingresos. Dejarse estafar por primera vez de ese multinivel para el que tanto lo buscaban y que hoy fue usted quien decidió goglear para ver si es cierto eso de bueno que dan tanto. Desesperarse en medio de intentarlo, de reinventarse y no ser capaz. Volver a ingeniar la forma de hacerlo sin desfallecer en el intento.
Retroceder en el tiempo, desaprender, echar de lado su arte, su talento, su vida, dejar de ser, de intentar, creyendo en que debe olvidar sus saberes en vez de complementarlos. No entender que la oportunidad está en eso a lo que le ha dedicado su tiempo, su pasión y que la clave no consiste en reinventarse si no en re-in-ten-tar-se, luchar por eso que ha sido, es, y que no debe dejar de ser, así las circunstancias lo hayan obligado a conocer la verdadera calaña de jefe, o ex.
Si me preguntaran diría con vergüenza que yo también caí. Ayudé a mucha gente cercana a reinventarse, les vendí humo. Me haría feliz saber que lo lograron y que me estoy equivocando al matar su ilusión, que quizá lo de reinventarse sí funciona así me fastidie escuchar el concepto. Hasta ahora no lo sé, por lo menos hubo buena intención y en el proceso de reinventarnos, entonces, logramos dispersar la mente de la noticia que nos llevó a perder. También, si me preguntan, diré con orgullo que apropié nuevos conocimientos y articulé mis saberes. Que hoy, gracias a esta pandemia y al tiempo obligado en casa, encontré la forma de generar ingresos sin tener que estar esperando tres meses, o más, a que me llamaran a una entrevista de trabajo que nunca recibí. Qué espero seguir trabajando por mi cuenta, por ahora y mucho tiempo, sin reinventarme, sino más bien fortaleciendo mis capacidades de siempre. Trabajando cada día más en mi marca personal, en mi proyecto de vida y en tratar de no abandonar mis pasiones como la escritura, por ejemplo, aunque cada día sienta que debo aprender más de ella.
Qué sin reinventarme sigo vivo y que de esta pandemia lo único malo que espero y me quede, es haber aprendido a trabajar sin pantalones como el innombrable y su grupito, ese al que hasta le montaron serie digital y que están pasando por Telegram y WhatsApp en épocas donde se entra más fácil al baño con celular que con papel higiénico.
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