La batalla del personal médico contra el COVID-19, el Estado y la sociedad

Y no existe ese reconocimiento, porque de un lado se presenta la intolerancia de algunos sectores de la sociedad con los profesionales de la salud y por el otro y más a nivel estatal, el sector salud al igual que otros ha sufrido de un abandono del estado colombiano.

En este momento, estamos viviendo una de esas películas de superhéroes; donde el productor es el Estado colombiano y la historia dice que: desde hace poco más de cuatro meses desatamos una guerra en el país, el villano es un virus que ha cruzado e infectado a todo el mundo, asesinando consigo a miles de personas, sin importar sus condiciones sociales o económicas, donde cada día se ganan pequeñas batallas en los hospitales y centros de salud, al recuperar a cada paciente; donde los héroes y protagonistas,  son todo el personal médico que labora diariamente, y sus armas son sus conocimientos e instrumentos que les permiten ejercer tan loable profesión.

Ahora bien, la película que nos tocó vivir no es como esas producidas en Hollywood, donde se invierten millones en vestuario y efectos especiales; sino una película colombiana, donde por nuestra idiosincrasia y corrupción se perdió el presupuesto que se había asignado para ello, y nos tocó vivir la producción más barata de la historia; donde nuestros héroes no se movilizan en los vehículos más cool, como el batimovil que tiene Batman; sino en las ambulancias viejas y sin equipos, que guarda cada hospital; donde no tenemos trajes como el de Iron Man, que lo protege de todos los ataques, sino unas batas viejas que solo sirven para colgar un lapicero y dar la imagen a la sociedad que es alguien que trabaja en un hospital; donde no se tienen máscaras como la que se pone el Capitán América, cuando la situación se va a poner fea; sino un tapabocas que su valor no es mayor a 500 pesos, (pero se venden por miles) y por último donde no tenemos la tecnología de Wakanda; sino viejos y desgastados laboratorios, sin equipos además de todo.

Y lo peor de esta historia, está en los ciudadanos que maltratan al personal médico, los hacen a un lado, los discriminan, les niegan servicios de transporte y alimentación etc., esos extras no deberían ni existir en esta historia, pero sobreabundan sin considerar el trabajo que los médicos realizan apartándose de su familia incluso poniéndolos en riesgo por la realización de su trabajo.

Ya saliendo de la narrativa, considero que en nuestra infancia nada nos motivaba más que ser un superhéroe, de esos que veíamos a diario por televisión, se disfraza la gente en el halloween, y el que todos soñábamos en ser de grandes; quizás lo que nos motivaba, era el reconocimiento que les hacían después de realizar aquel acto heroico, donde salvaban a una ciudad de un ataque enemigo, y eran aplaudidos y queridos por toda la comunidad; sin embargo es triste hablar de nuestra realidad colombiana, y caer en cuenta que la historia no es como la veíamos en la televisión y los comics, y no lo digo por el hecho de que no existan héroes, porque como lo he estado diciendo estoy seguro que si los hay, lo que no existe es el reconocimiento por el acto heroico que ellos realizan.

Y no existe ese reconocimiento, porque de un lado se presenta la intolerancia de algunos sectores de la sociedad con los profesionales de la salud y por el otro y más a nivel estatal, el sector salud al igual que otros ha sufrido de un abandono del estado colombiano, trayendo consigo problemáticas que dificultan ejercer esa labor las cuales entre otras se pueden enumerar así:

  1. El personal operativo, en gran medida se vincula por medio de contratos de prestación de servicios, lo que les impide gozar de derechos laborales, tales como prestaciones sociales, a pesar que sus funciones claramente pertenecen a un contrato laboral y no a prestación de servicios.
  2. Además de lo anterior, las deudas de los establecimientos de salud, impiden que se les paguen sus salarios u honorarios según el caso, en los tiempos reglamentados y deben subsistir por meses sin dinero.
  3. Deben laborar en largas jornadas y turnos lo que los obliga a veces a dormir y comer en el mismo sitio de trabajo; situación que en ocasiones es romantizada como “amor a la profesión”, pero que, para mí, puede verse vulnerada la dignidad de una persona.
  4. En la actualidad se les obliga a laborar sin los implementos de seguridad y protección lo que pone en riesgo su propia vida e integridad.
  5. En muchos sitios se trabaja en lugares viejos y sin instrumentos ni equipos, que les permitan realizar los procedimientos necesarios, obligándolos en ocasiones a improvisar con lo que se tiene.
  6. A pesar que la Ley 1751 de 2015 establece la autonomía profesional me he dado cuenta que en ocasiones se hace caso omiso a esta norma
  7. Pienso que aún falta avanzar en los temas de objeción de conciencia, cuando se presentan casos como los abortos y eutanasias
  8. Como si fuera poco todo lo ya enumerado y lo que se escapa de esta lista, la intolerancia de la gente que los amenaza, agrede, discrimina y demás por el simple hecho de ejercer su profesión.

Este es momento explicar que la intención que tengo, en el momento en que escribo esto, es presentar algunas de las cosas con las que no estoy de acuerdo del sector salud y la sociedad colombiana, y que de cierta forma podría buscarse una solución a ello; sin embargo considero que este es uno de los gremios más unidos, y que han logrado de a poco ganar batallas para el reconocimiento de derechos que mejoran su profesión, hace unos años recuerdo la celebración por la promulgación de la llamada “ley de médicos residentes” que entre otras cosas obtuvieron que les pagaran no menos de 3 salarios mensuales legales vigentes por mes de servicios prestados mientras ejercen sus prácticas universitarias.

Por último y no por ello menos importante, sino todo lo contrario la razón de escribir esta columna, es felicitar a todo el personal de salud por ejercer en tan buena medida su profesión, les animo a continuar adelante en esta lucha y agradecerles por poner sus conocimientos y personas para hacer de este un mundo más saludable y mejor.

Wilson Leonel Carreño Morantes

Tengo 25 años y soy abogado de profesión y conciliador en derecho, con experiencia en el sector publico; me interesan los temas relacionados con la política, administración publica y el derecho y la opinión a estos, la cual puede ser vista desde diferentes puntos de vista, siempre con la intensión de construir.

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  • Más claro imposible. Ésta es una de mis columnas y columnistas nuevos favoritos, simplemente un escrito encantador que relata la realidad del sistema de salud colombiano. Miles de felicitaciones