Aníbal estaría (si no ocurrió ya) por perder el control de la Gobernación de Antioquia a manos de Quintero.
Debo iniciar esta columna expresando mi profunda tristeza por la difícil e injusta situación que vive el Gobernador Aníbal Gaviria, quizás victima de la politización de la justicia como lo han sido otros grandes de Antioquia, piense por ejemplo en Álvaro Uribe Vélez o Luis Alfredo Ramos Botero, y que muestran la urgencia de una reforma integral al sistema judicial de nuestro país.
El suspendido Gobernador posee cualidades, que comparte con grandes lideres, una extraordinaria capacidad de gerencia y gestión, gran empatía con las personas y una envidiable experiencia en lo público, que se nota especialmente en su capacidad de generar alianzas y lograr mayorías. Facultades que le permiten ocupar, hoy en cuerpo ajeno, el primer cargo del Departamento, tras haber superado a un excelente candidato y persona como lo es Andrés Guerra, a quien le confié mi voto.
Pese a lo anterior a juicio del suscrito, tal como lo trataré de exponer, Aníbal estaría (si no ocurrió ya) por perder el control de la Gobernación de Antioquia a manos de Quintero.
El error de Aníbal que inclinaría la balanza a favor de Quintero, ocurrió cuando movió sus fichas para que fuera nombrado en encargo su muy desgastado “Vice-Gobernador” Luis Fernando Suárez, así es el Gobernador creó, tal como lo hizo en su momento con las cuestionadas Vice-Alcaldías, Vice-Gobernaciones con el nombre de Secretarías Regionales y Sectoriales – SERES, muestra de su astucia y capacidad de aprender de los errores (o por lo menos disminuir su impacto negativo), habilidad que no aplico al promover de nuevo que aquel fuera nombrado como Gobernador encargado, pues si bien es cierto que el señor Suárez goza de la confianza de Aníbal, también lo es, que durante el primer periodo de detención del mandatario regional este NO fue capaz de conservar las mayorías en la Asamblea Departamental para lograr importantes proyectos de ordenanza y que perdió en la batalla contra Quintero, al punto en el cual sus decretos y todas sus decisiones omitían el Valle de Aburra, subregión en la cual se impuso la voluntad del Alcalde a Revocar.
Hoy, luego del corto período de libertad de Aníbal, en el cual logró “organizar la casa” y recuperar el control de los municipios del Valle de Aburra revelados con Quintero. El señor Suárez goza de cierto impulso, por el dulce sabor aún tienen algunos diputados de la Duma Departamental por la reforma administrativa a la Gobernación; la buena voluntad del Centro Democrático, liderado por Andrés Guerra para apoyar el Gobierno Departamental; y el distanciamiento de los alcaldes del Valle de Aburra con Quintero.
Sin embargo, las condiciones políticas son fluctuantes y el Gobernador (E) – así como el Alcalde – sabe que esta ventaja dejada por su líder se desvanecería rápidamente en un enfrentamiento con Quintero, pues ya demostró que NO puede ganarle. Es así como el Alcalde a revocar ha aprovechado la situación para controlar indirectamente las decisiones de Suárez, pues esta vez, a diferencia del primer período en que fue privado de la libertad Aníbal, Quintero ha delegado la capacidad de decidir sobre Medellín en Suárez, limitándose a sugerirle a este, sugerencias que como un subordinado más corre a implementar.
Un ejemplo de lo anterior es lo ocurrido en Semana Santa, el lunes Quintero anunció que “cedía” a la Gobernación las decisiones sobre la “pandemia”, el martes “sugirió” que la gobernación debía implementar medidas restrictivas más severas en todo el Departamento y el miércoles Suárez decreta toque de queda en los 125 municipios, de manera improvisada y a última hora (al estilo de Quintero).
A todas luces el desempleo, la pobreza y el hambre amenazan con dispararse en todo nuestro querido Departamento, con un reemplazo de Aníbal que NO es capaz de enfrentar a Quintero, quien ha demostrado ser amigo de los confinamientos, pues le permite sus muy conocidas y cuestionadas artimañas de contratación, en las cuales presuntamente se estaría robando los recursos de Medellín; y frena el proceso constitucional y legitimo que pretende revocarlo, por primera vez en la historia de Medellín con todas las proyecciones para que sea exitoso.
Personalmente no creo que la renuncia de Aníbal, que desemboque en unas nuevas elecciones, en un momento donde el control de Medellín está en tan cuestionadas manos, sea la mejor opción para nuestro departamento, sin embargo, si no se produce prontamente su liberación que le permita regresar a su cargo, como ciudadano que ama nuestro departamento de Antioquia, debo pedirle que encamine a otra persona, de su entera confianza, para que asuma como Gobernador en su ausencia, personalmente pienso (y creo que usted también) que Juan Pablo López sería capaz de asumir el desafío en el que Suárez ha fracasado.
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