En quince días del calendario del año 2020 han cambiado las horas laborales y los afanes del tráfico vehicular en las grandes ciudades. En quince días, las noticias que veíamos distantes y lejanas de la gran China de Mao y de las murallas nos tocaron a la puerta de la casa. Nadie sospechaba, ni la CIA, ni la KGB, ni la NASA, ni los científicos de las vacunas contra la malaria, que una epidemia se esparcía tan rápido como internet que tiene a troyanos y hacker innovando para que no roben cuentas de grandes empresarios. En quince días y unas horas el mundo respira otro ambiente en la naturaleza y hasta delfines y ballenas surcan los mares y ríos con más aire en los pulmones, otros en las branquias y los osos de anteojos están saliendo de los páramos a los valles ricos en musgos y gusanos. En quince días, la plaza de San Pedro en el Vaticano esta sin los fieles esperando la bendición del Papa Francisco y las góndolas en Venecia dejan ver los delfines y los lagos están repletos de Cisnes. En quince días el trabajo virtual es la herramienta fundamental para que la educación no pare su ritmo académico, las empresas sigan vendiendo sus productos y los ingenieros de sistemas no los contraten por dos horas. Las sicólogas están haciendo más consulta telefónica y profesionales en el trabajo social están rondando en barrios y consultorios de hospitales y en las casas de ayuda para los habitantes de la calle. En quince días se valora al perrito callejero y se adoptan gaticos que ayudan a soportar el encierro cuando se tienen niños y ancianos que se les olvida el tiempo y la distancia. En quince días se valora el médico en casa y al agricultor que está sembrando y recogiendo la cosecha que nos alimenta. En quince días se valora la vaca y se han pronunciado los científicos que no es la boñiga la que produce tanto contaminante. En quince días se valora el que recoge la basura, que ni por el putas, estamos sabiendo separar en las cocinas y restaurantes de los que jartan como vikingos los fines de semana. En quince días estamos más espirituales y algunos que se dicen llamar pastores, están clamando que sus cuentas bancarias esperan el aporte, porque en el cielo los espera el Dios prometido con el cuaderno de deuda morosa. En quince días estamos valorando más la esposa, la novia, la moza, el amante de turno, el que lava el automóvil, el restaurante del corrientazo, la chaza de frutas y mecatos, el que vende la lotería, el que vende los aguacates, el que nos limpia el parabrisas, porque en quince días nos hemos dado cuenta que la pobreza de este país es el motor de cada campaña electoral para que lleguen los que más billete pongan.
Le podría interesar
Del autor
Diego Calle Pérez
Especialista en Gestión Pública. Escuela Superior de Administración Pública ESAP
Especialista Gerencia Educativa con énfasis en Proyectos. Universidad Católica de Manizales.
Historiador - Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín - Analista Político
Miembro fundador de columnistaslibres.com
Entradas recientes
- La Navidad en El Tesoro nos lleva a un viaje a Japón en el que los valores y la convivencia son el hilo conductor
- Si la democracia es imperfecta, es por su naturaleza humana
- Juventud y vivienda en Colombia, desafíos para las nuevas generaciones
- La reforma del SGP y los departamentos
- Sobre la crisis de la Universidad de Antioquia. Una palabra más
- COP16: promesas incumplidas y biodiversidad sigue en riesgo