El 7 de agosto del 2022 se reconocerá cómo un hito importante en la historia de nuestro país. Tendremos la oportunidad de observar en la plaza de Bolívar la vestidura y posesión del Sr. Gustavo Petro Urrego como el primer presidente de corte izquierdista en Colombia y además acompañado de la Sra. Francia Márquez, quien se convertirá en la primera mujer afrodescendiente vicepresidente de Colombia. Sin duda, son dos acontecimientos que vale la pena resaltar, sin embargo, las festividades y júbilo tendrán que dar paso a resultados que no dan espera y es indispensable que el cambio que se aclamó se comience a materializar sino estaremos “quietos en primera” y es algo que no puede pasar.
Las elecciones legislativas de este año le dieron al Pacto Histórico y partidos aliados importantes victorias en el senado y el congreso y tienen cierta representación, pero no mayoría y el primer paso de Petro será como alinearse con los partidos de oposición (que faltarán por definirse) para construir desde la diferencia e implementar su plan de gobierno según lo proclamado durante la campaña. En este primer punto es indispensable que el presidente electo reconozca que la gobernabilidad del país debe partir del diálogo y la apertura al otro y no desde el rencor, la soberbia y mucho menos la venganza. Colombia ha sufrido de suficiente violencia como para partir de nuevo en ese rumbo. A continuación, procedo a nombrar algunos aspectos adicionales, principalmente económicos, que considero importante y también han de garantizase para que el 16 de diciembre de 2022 luego de 100 días de gobernanza se comience a marcar como será su periodo presidencial.
Referente a lo económico, Colombia tiene poco margen de maniobra y divido la conversación en dos frentes. Por un lado, la presión inflacionaria, el desempleo, especialmente el juvenil y nuestro déficit fiscal que se amplió durante la pandemia y se ubicó al 7.1% del PIB además de la situación actual de la balanza comercial tampoco es alentadora. Todo lo anterior afecta a la base piramidal de la población colombiana. Por eso, en conjunto con el Ministerio de Comercio, Hacienda e Interior, figuras claves en este gobierno, se deberá de revisar cómo cerrar cuidadosamente estas brechas, comenzando por la propuesta de reforma tributaria, fiscal y aduanera además de los programas sociales, especialmente entorno a la educación fortaleciendo la accesibilidad, inclusión, cobertura y calidad para que los requerimientos técnicos exigidos por el mercado se puedan ver satisfechos y se pueda unir la oferta de empleos con la demanda bajo condiciones dignas. Lo anterior también ha de estar acompañado de una fuerte campaña contra la evasión fiscal, la corrupción y una austeridad pública que contrario a lo que propone el presidente electo Petro, limite el gasto burocrático en vez de ampliarlo.
Desde otro frente, el crecimiento económico de Colombia no puede verse deteriorado, y para esto es importante garantizar la institucionalidad y la seguridad jurídica para atraer la inversión e incentivar la innovación y emprendimiento en nuestro país que se requieren para sacar adelante la reforma agraria, impulsar las economías naranjas, la 4.0 y las asociadas a la transición energéticas. Recordemos que las micro y pequeñas empresas son las principales empleadoras y generadoras de crecimiento económico en el país y garantizar su fortalecimiento y sustentabilidad será crucial para mantener y aumentar el tejido productivo. Cualquier acción que vaya en deterioro de lo anterior podría provocar una debacle similar al que se ha visto en otros país de la región que en vez de abrir sus mercados y promover la productividad, se cierran y convierten en mercados proteccionistas que apuesta por la sustitución de importaciones y contrario a lo esperado provocan una disminución de la calidad de vida de los ciudadanos que habitan estos países (Véase Argentina como ejemplo).
En materia de reformas pensionales un aspecto que provocó fuertes sensaciones de pánico, se debe de trazar un programa que permita visualizar cómo se va a disminuir la informalidad y atacar de raíz los problemas que se esconden detrás de esta situación. Asimismo, que refleje el impacto para quienes están actualmente en un régimen de pensión de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS) frente al Régimen de Prima Media (RPM) para que la población económicamente activa se siga fortaleciendo y aspiren a lograr una pensión digna.
Finalmente, en materia diplomática, Colombia ha de reconocer los impactos que han tenido los acuerdos de libre comercio, evaluar su pertinencia y proponer reformas que permitan un escenario de mutuo beneficio para las partes involucradas. La coyuntura actual, tal como lo expresa The Economist permite que la era de la globalización se reconfigure y se puedan tejer nuevos acuerdos y considerando la ubicación geopolítica de nuestro país, la bonanza de nuestras tierras, la capacidad productora para aspectos tan importantes como la seguridad alimenticia e hídrica nos ubican en una posición interesante para las negociaciones que se puedan provocar. Asimismo, las relaciones con países de la región han de repensarse y apuntar a convertir de Colombia un líder de la región en materia democrática, productiva y de inversión y se podría comenzar por reconstruir la relación con Venezuela, abriendo marcos de discusión que permita fortalecer al país hermano y gozar de los beneficios que esto podría acarrear. La época de la competencia debe quedar atrás y el cooperativismo ha de primar de cara a las próximas décadas tan importantes para superar los retos que tenemos como sociedad.
En conclusión, quiero resaltar de antemano la importancia del ejercicio diplomático y el voto libre durante estas elecciones que, a pesar de su naturaleza perniciosa contra la honradez y buen nombre de cada uno de los candidatos, las jugadas sucias y el pobre debate público que hubo, los colombianos salieron en masa y logramos la participación electoral más alta desde 1998 con un abstencionismo que con las cifras actuales del preconteo estaría en un 42.05%. Asimismo, reitero mi felicidad entorno a la elección de Gustavo Petro como símbolo de paz, de un país que quiere dejar atrás un pasado violento gobernando por el miedo y apostarle a una co-creación conjunta desde la diferencia. De igual manera como una apuesta por la inclusión pues la fórmula vicepresidencial Francia Márquez será la primera mujer afrodescendiente de ocupar el segundo puesto político más importante de nuestro país. Que sea este momento en nuestra historia uno que nos permita llenarnos de orgullo y alegría, el comienzo de algo mejor para todos y no una terrible pesadilla del cual viviremos condenados a estar quietos en primera sin ningún tipo de progreso y mucho menos prosperidad.
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