Estas fueron las palabras más utilizadas en el alegato final del expresidente Uribe en el juicio en su contra, en el cual desmenuzó mentiras, inconsistencias, contradicciones y yerros, para dejar al desnudo la verdad y en claro su inocencia.
“Ni mentir, ni callar”, repitió refiriéndose a la instrucción que dio para las gestiones, en su nombre, sí, pero no para sobornar testigos, sino para “verificar” testimonios que el senador Cepeda, camuflado como defensor de derechos humanos, recogió en cárceles para inculpar al expresidente de auspiciar el paramilitarismo.
Sin embargo, aunque quedó en claro su inocencia y en entredicho la de Cepeda, la fiscal insistió en la solicitud de condena, en oposición a la de absolución presentada por la Procuraduría y precedida por las de preclusión de los fiscales Cárdenas en 2022 y Jaimes en 2021, como si el juicio hubiera necesitado tantos fiscales como fueran necesarios para la condena. Konrad Adenauer, primer canciller alemán de la posguerra, afirmó que “En política -y en la justicia en este caso-, lo importante no es tener razón, sino que te la den”.
Quisiera sumarme sin reservas a quienes creen ciegamente en nuestra justicia, pero… ¿Cómo hacerlo si criminales confesos de miles de secuestros, asesinatos, reclutamiento y violación de menores están en el Congreso esperando una condena de mentirillas?
¿Cómo creer si, mientras la impunidad ronda el 90% y hasta se paga por no matar, la razón se niega contra toda evidencia? “Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”, decía Francisco de Quevedo, y yo añado: donde hay poca justicia y la poca que hay se politiza para atacar adversarios en estrados judiciales, el Estado de Derecho y la democracia tambalean.
Quedó claro que el juicio contra Uribe fue político y pasará a la historia, no solo por la insigne condición del inculpado, sino por las contradicciones y mentiras, pruebas perdidas y manipuladas y testigos que no aparecen; por el sitio preferencial de una presunta víctima compartiendo mesa con la Fiscalía, por sus “señitas” a los declarantes y los papelitos que se dejan caer…
Quedó claro que, al margen del fallo, las fuerzas civilistas del país -Academia, gremios, partidos, medios- debemos unirnos en un Acuerdo Nacional desde la sociedad civil para salvar la democracia a partir de la restauración de la justicia.
Quedó claro para el senador estadounidense Bernie Moreno, que “Colombia necesita detener el uso de su sistema judicial como arma contra el expresidente Álvaro Uribe”.
La juez del caso -es de esperarse- fallará en derecho y tendrá en sus manos la oportunidad de reivindicar la autonomía y credibilidad de la justicia que el país reclama.
La justicia es la médula espinal de la democracia liberal y un daño irreparable en la primera puede paralizar y matar a la segunda. La justicia… es la última trinchera del hombre libre frente al asedio a la democracia.
Comentar