Maquiavelo dijo alguna vez en su vida que: “el hombre es malo por naturaleza a menos que le precisen ser bueno.” Esta frase puede aplicarse perfectamente a la cotidianidad, algo cambiada que estamos viviendo ahora.
Como se ha dicho, y se ha notado por experiencia propia, tras la aparición del virus SARS-coV2 las condiciones y el devenir del día a día de todos se ha trasformado. Las condiciones en la forma en como nos relacionábamos con otros han cambiado enormemente.
Esto basado en gran parte por las recomendaciones dadas por los diferentes gobiernos, científicos y personal de la salud, que de forma reiterada le ha pedido a la comunidad que practique el aislamiento social, hasta el momento la medida más efectiva para disminuir la tasa de contagios a nivel mundial.
Quedarse en casa, resulta ser entonces, la solución más efectiva para evitar un alto número de contagios, y con esto disminuir el número de muertos y evitar finalmente el colapso de la capacidad hospitalaria. Sin embargo, en Colombia el aislamiento social es otro cuento.
Sin desconocer las dificultades que se han presentado para las poblaciones más vulnerables, aquellas que no tienen la capacidad económica para vivir un aislamiento como el que se planteaba en los primeros días desde la presidencia, se puede distinguir otro sector de la población que al parecer olvida que la humanidad enfrenta una pandemia mundial que ha cobrado miles de vidas, solo en Colombia se han registrado más de 68,652 casos y 2237 muertes.
Nos hemos cansando de escuchar por todos los medios de comunicación, los mensajes que nos dicen una y otra vez: quédate en tu casa. Enfatizando en la diferencia que esto puede marcar para disminuir la curva de contagios, pero como contraste en redes sociales se ven varios videos de personas en grandes reuniones sociales, en fiestas y celebraciones. O noticias con títulos como: “detenidos por violar la cuarentena”, “detenidos por realizar fiestas en plena cuarentena.” Y es ahí cuando me pregunto, ¿qué tienen en la cabeza…?
Tal parece que aquella frase “entre todos nos cuidamos” fue demasiado compleja para muchos. Cada vez que una persona rompe la cuarentena por motivos que no están dentro de las excepciones contempladas por el gobierno nacional sale a flote un egoísmo y una falta de conciencia que genera indignación e incluso impotencia.
El mensaje de “entre todos nos cuidamos” parece entrarles por un oído y salirles por otro, y lo peor de esto es que no solo se ponen en riesgo ellas mismas sino que también perjudican su familia y su círculo social más cercano.
Hace poco más de un mes, el INS publicó un documento en el que clasificó el riesgo de contagio del coronavirus y lo organizo en nivel alto, medio y bajo según el riesgo de trasmisión. En el primer nivel con un riesgo muy alto se encuentran reuniones familiares, con amigos, hospitales y trasporte público, además se incluyen bares, discotecas y plazas de mercados.
Por razones como estas se hace notoria la importancia vital de auto cuidarse, para cuidar a otros. Mitigar la falta de conciencia que tanto repudio causa en estos tiempos, cuando América Latina se convierte en el epicentro mundial de la pandemia, y asimilar que tenemos que trabajar en conjunto para disminuir las muertes y casos de Covid-19. Que no nos quede grande pensar en los otros, que no nos quede grande tener responsabilidad como individuos de una sociedad que trabaja para disminuir las consecuencias nefastas de virus que llegó a cambiarnos la vida.
P
Comentar