¿Qué pasa con el nuevo examen de admisión de la UdeA?

Se equivoca el rector de la Universidad de Antioquia, Mauricio Alviar, cuando pretende convencer a la comunidad universitaria con la argucia de que la educación media en las instituciones educativas públicas es mejor que en las privadas. De ser así, no existiría ese el sector privado, porque para qué una educación pagada si se tiene una educación gratuita que es mucho mejor.

Se equivoca el Rector de la Universidad de Antioquia, Mauricio Alviar, cuando pretende convencer a la comunidad universitaria con la argucia de que la educación media en las instituciones educativas públicas es mejor que en las privadas. Evidentemente la educación privada en este país es de mejor calidad que la educación pública, y no lo digo yo ni la Asamblea General de Estudiantes de esta Universidad, sino el mismo Ministerio de Educación Nacional, mediante listas que publica anualmente con base en los resultados de las pruebas Saber 11. En la lista del 2014 (ver), los primeros 50 colegios tanto del calendario A como del B, son colegios privados con puntajes superiores a 60 en el B y 70 en el A. Creería que esto lo sabía Alviar, pero quizá se hizo el de la vista gorda.

Con el nuevo cambio del examen de admisión, el Rector  busca “mejorar la vocación profesional de los estudiantes”, creándose o modificándose lo que antes era segunda opción y ahora sería doble opción. Es decir, si antes yo me presentaba a Derecho, ponía como una segunda opción algo así como Ciencias políticas, y si no pasaba a la primera, tenía la posibilidad de pasar a esa segunda opción pero por el mecanismo de “residuo”, es decir, si por ejemplo alguien rechazaba el puesto o si sobraba cupo en esa opción ahí entraría yo. Con el nuevo cambio, si no paso a la primera opción y tuve un buen puntaje pero por un ‘pelito’ no pasé a esa, paso a la segunda, siempre y cuando supere el puntaje de corte que se pide en este programa, sin importar que alguien más la haya puesto de primera opción y haya sacado menor puntaje al mío. En palabras de Alviar, los que no logren ingresar al programa de la primera opción “van a ir a la segunda opción a competir con los de la primera opción”. Pregunta: ¿acaso quien pone de primera opción un programa no tiene más sentido de vocación que aquel que la pone de segunda? Esta pregunta siguiendo con el discurso de vocación del Rector de que prácticamente el aspirante debe entrar con la vocación, desconociendo que la vocación puede nacer finalizando un programa, así como también puede estar en el estudiante desde el momento en que inicia la carrera o programa.

Otro de los grandes cambios es la tercera prueba que tendrá que presentar el aspirante. A parte de razonamiento lógico y comprensión lectora, tendrá que presentar una prueba específica dependiendo del programa académico, que podrá ser Humanidades, Matemáticas o Biología. El porcentaje para cada prueba es de  30%, 30% y 40% respectivamente, cuyos valores no se sabe de dónde salieron. En cuanto a esta tercera prueba, Alviar parece que desconociera que hay programas que no son fácilmente encasillables en una de las tres opciones, bien sea porque poco tienen que ver con ellas o porque tienen que ver con las tres. Además, la segunda opción debe tener la misma prueba específica que la primera opción; pero entonces qué hacer cuando yo escojo Medicina como primera opción y Odontología como segunda, pero ambas son del sector salud y  tienen pruebas específicas diferentes, que de hecho las tienen. El rector no previó eso, y así lo dio a saber en uno de los foros, lo que demuestra que hubo improvisación en el cambio del examen de admisión.

Por otra parte, no tiene sentido que alguien tenga que presentar una prueba de una disciplina para aspirar a estudiar esa misma disciplina. Esa debe ser la misión de la universidad: formarnos en ese campo. Esta prueba disciplinar que impone el acuerdo 480 es apenas comparable con el requisito irrisorio de exigir experiencia laboral a un joven que apenas va a empezar en ese mundo.

Además, siguiendo con esa misma línea de la prueba disciplinar, también se puede demostrar que tanto a nivel nacional como departamental desde el 2012 hasta el 2014 en los periodos 1 y 2, al sector privado es al que mejor le va en los componentes de Biología y Matemáticas de las pruebas Saber 11 (descargar estadísticas); no consulté nada de Humanidades porque realmente nadie sabe qué se va a preguntar allí. Pregunta: ¿quiénes están en desventaja frente a quiénes al enfrentar este tercer componente del nuevo examen de admisión? Después de ver los datos, la respuesta es obvia.

Ahora, Alviar dice que se deben traer a la Universidad a todos esos estudiantes con buenos puntajes en los exámenes de admisión, pues no tiene sentido que entren estudiantes “malos” relegando a los “buenos” (adjetivos propios del Rector).  Sin embargo, el mismo decano de la Facultad de Educación de esta universidad, dice en su columna en El Mundo, que se han realizado varios estudios sobre la relación entre el examen de admisión y la calidad del estudiante entre los que ingresaron a los diferentes programas de esta dependencia entre el segundo semestre de 2008 y primero de 2014 (una muestra de 2500 estudiantes); “el resultado (…) mostró que no existe correlación entre el puntaje de admisión y el desempeño académico de los estudiantes admitidos”. Sin embargo, parece que el Rector ignoró estos estudios, y da por sentado que el buen estudiante y el buen profesional es aquel que consigue buenos puntajes en el examen de admisión; el resto son desechos, son los “malos”. Entre otras cosas, Lombana finaliza sugiriendo que  el desafío no es cambiar el examen de admisión de la Universidad de Antioquia, sino crear las condiciones para que los bachilleres puedan ingresar sin obstáculos a la educación superior (Ver columna). Recomiendo leer el estudio que cita el decano (Ver página 15) para que noten cómo sucede que estudiantes que entraron con puntajes superiores a 70 tienen rendimiento bajo en el programa, y aquellos con puntajes bajos tienen rendimiento alto.

En algo tiene razón Alviar, y es en que la mayoría de los estudiantes del alma mater somos de estratos 1,2 y 3 y muy pocos de estratos altos. Y sí, quizá alguien  adinerado prefiera una EAFIT, una Universidad de Medellín, o una UniAndes a una UdeA o una Unal. Pero si este cambio no se hizo para beneficiar a los bachilleres de la educación privada entonces para qué, porque no va a beneficiar a quienes salgan de la educación pública, y eso debe quedar totalmente claro con lo poco que alcancé a exponer acá, además de los argumentos que otros estudiantes, profesores y decanos le han expuesto a Mauricio Alviar en diferentes ocasiones.

Si este Rector quiere combatir la deserción y mejorar la calidad y la vocación, no tiene por qué ponerle palos en las ruedas a los aspirantes, que dicho sea de paso, la ambiciosa meta (¿) del Rector es que de 6.000, “240 jóvenes no deserten”. Lo anterior hay que combatirlo desde el momento en que los estudiantes ingresen a la educación superior, fortaleciendo los programas de bienestar y permanencia, así mismo impulsando la cooperación de los más “tesos” con aquellos que estén débiles en ciertos cursos, entre otra gran gama de herramientas a las que puede recurrir para fortalecer la calidad del estudiante universitario y combatir la deserción. Todo esto lo pudo acordar con la comunidad universitaria, pero quiso hacer todo a espaldas de nosotros, solo socializándonos lo que nos iba a imponer; vaya concepto tan pobre, ese sí, de democracia.

Posdata: queda mucha tela por cortar respecto a esto. Por ejemplo, esos estímulos respecto al examen de admisión que a diestra y siniestra dará el Rector desconociendo que hay aspirantes de otros departamentos que desean ingresar a la universidad de Antioquia y que los cupos no son muchos. También hay que analizar los cursos que el Rector pretende implementar en las instituciones educativas de educación media, que de hecho ya están andando desde hace algún tiempo, pero que su calidad es nula y la deserción es enorme.

Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​

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  • […] Se le dijo, se le advirtió, se le volvió a decir, pero no hizo caso el Rector; se hizo el de la vista gorda negándose al diálogo para la construcción, y apelando solo a socializaciones de lo que ya estaba hecho. Desde diversas orillas se le advirtió lo que iría a pasar: profesores, directivos y estudiantes le advertimos que ese cambio al examen de admisión no iba a traer buenos resultados para los sectores sociales más desfavorecidos, yendo así en contravía de la responsabilidad social de la universidad de Antioquia que es «servir a los sectores más vulnerables de la sociedad»; que tampoco iba a combatir la deserción, ni mucho menos a mejorar la calidad de los estudiantes con ese Acuerdo. (Algunas advertencias: 1 – 2). […]