En la vasta y eterna historia del ELN se han configurado una serie de mitos en torno al “ethos” eleno, tal vez, el más conocido y que emerge con fuerza tras cada proceso de negociación se relaciona con su estructura. Ya sea para algunos eleneólogos profesiones o para ciertos analistas ocasionales (que abundan con cada proceso de paz), el ELN opera con frentes de guerra que se reservan un alto grado de autonomía.
Dicha autonomía -calificada como un tipo excepcional de federalismo insurgente- tiende a poner en entredicho las disposiciones de sus dos máximos órganos de dirección: la Dirección Nacional (DN) y el Comando Central (COCE).
Esta cuestión resulta trascendental para resolver la siguiente pregunta: ¿con qué ELN está negociando el Gobierno?
Para algunos, la negociación se viene dando con la facción más política de la guerrilla -encabezada históricamente por Pablo Beltrán- y no ha involucrado a sus elementos más guerreristas. Esa percepción parece tener cierto sentido si nos atenemos a un reciente comunicado atribuido al Frente de Guerra Occidental en el cual se pone de manifiesto su “desconfianza” con el gobierno y con los avances del proceso de diálogo.
Aunque ese comunicado puede ser interpretado como un cortocircuito en las entrañas del ELN, la verdad es que solo da cuenta de una larga historia de discrepancias internas entre algunos frentes con sus órganos de dirección. Diferencias que según la reciente investigación ¿Por qué es tal difícil negociar con el ELN? se pueden terminar resolviendo en el denominado “debate en caliente”; es decir, con una acción militar de tal magnitud que rompa definitivamente la confianza en un proceso de diálogo y desequilibre las posturas del DN y el COCE.
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Esa discusión no es menor y hasta llevó al presidente Petro a cuestionar si realmente había unidad en las filas de la guerrilla. En un comunicado el COCE le respondió:
“Para quienes hablan que no hay unidad en todo el ELN y que existen diferencias a nuestro interior y que nos aconsejan realizar consultas, les podemos informar que a finales del 2022 y comienzos del presente año realizamos una reunión de todos los mandos nacionales y regionales y con representantes de la delegación de diálogos. Ahí se analizaron los acuerdos del primer ciclo de diálogos y se tomaron todas las decisiones para la continuidad del proceso. Dichas conclusiones son de carácter totalmente unitario en el ELN y por tanto todos las compartimos o acatamos conscientemente, acá no hay ninguna imposición, sino deliberación y construcción de consensos políticos”.
Ahora bien, para honrar el sentido de esa unidad y como una señal de voluntad de paz, el ELN debería integrar a su delegación a dos de sus principales comandantes: Pablito y la Abuela.
Por un lado, Pablito es una figura trascendental en el ELN y es considerado como su mayor referente militar. Como comandante del Frente de Guerra Oriental (FGO) orientó la expansión y consolidación del denominado “sol de oriente araucano”. Aunque no es claro su actual paradero y algunos medios cuestionan que siga con vida, si Pablito -o algún emisario de su entera confianza- se integra a la delegación negociadora de la guerrilla, sería un mensaje de unidad y respaldo al proceso por parte de su frente más poderoso.
Por otro lado, la Abuela asumió la comandancia del Frente de Guerra Occidental (FGO) tras la muerte en un bombardeo de alias Fabián. Precisamente, es a este frente al que se le atribuye el comunicado donde se cuestionan los alcances del proceso de diálogo. Este es el momento donde no resulta claro cuál es el vaso comunicante que tiene el FGO en la delegación negociadora, un escenario similar al que ya se vivió durante el gobierno Santos cuando este frente era habitualmente presentado ante la opinión pública como una “rueda suelta”.
A veces, el ELN ratifica la unidad de sus filas cuando decreta un cese al fuego bilateral, libera algunos secuestrados o desescala las hostilidades, pero, en clave de afianzar la mesa de diálogo como una oportunidad histórica para darle un cierre definitivo al conflicto armado, sus acciones deberían ir más allá integrando a sus principales comandantes en la delegación. De esta forma no quedaría duda de con qué ELN se está negociando. Así que como sociedad civil debemos exigir: ¡Qué Pablito y la Abuela lleguen a la mesa!
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