Que no se le reste importancia al rol de la universidad privada en el desarrollo del país.

La improvisación fiscal no debe desembocar en un antagonismo entre la universidad pública y la privada, sino en una cooperación que fortalezca la educación como bien público.



Ante la crisis que ha desatado la terminación del subsidio a la tasa de interés de los créditos educativos del ICETEX, el presidente Gustavo Petro ha referido en su alocución realizada en el municipio de Suárez, Cauca, que «no me interesa sostener la mala educación privada» en una expresión genérica que pone en duda la capacidad de la universidad privada de ofrecer una educación de calidad y pertinencia. Ante su apreciación, que en últimas desconcentra el debate sobre los pecuniarios no previstos que tendrán que asumir más de 180.000 estudiantes y graduados, en detrimento de su compromiso gubernamental, es menester anotar que la improvisación fiscal no debe desembocar en un antagonismo entre la universidad pública y la privada, las cuales han coexistido en pro de la ciencia y el desarrollo.

La educación superior ha prosperado bajo distintos modelos institucionales, donde la interacción entre la universidad pública y privada ha generado beneficios en términos de calidad, cobertura e investigación. Según Marginson en su trabajo The dream is over: The crisis of Clark Kerr’s California idea of higher education, la universidad contemporánea debe ser vista como un sistema interdependiente, en el que la complementariedad entre ambas es clave para garantizar la diversidad y sostenibilidad del conocimiento.

Además, es importante anotar que, de 500.000 cupos propuestos, solo se han creado 65.000, lo que representa un cumplimiento del 13% avanzado ya el cuatrienio del ejecutivo. Adicionalmente, la crisis financiera que enfrentan las universidades públicas para atender la oferta en condiciones de calidad para sus estudiantes y dignidad para su talento humano ha dificultado el logro de lo propuesto. En el marco de estas complejidades, estudiantes que no han encontrado la oportunidad de acceder a la educación pública por la falta de cupos han optado por la educación privada para cumplir con sus proyectos de vida, accediendo a créditos educativos del ICETEX y demás entidades financieras, no como un modelo que subsidie la educación privada, sino como un mecanismo que permite el acceso y la permanencia en la educación como un bien público, indistintamente del sector.

Así es como, en ejercicio de su función, la universidad privada ha coadyuvado en la ampliación de la cobertura educativa, ha tenido capacidad de reacción ante cambios en el mercado laboral y en las necesidades del sector productivo para ofrecer programas ajustados a las demandas actuales. Se ha fomentado la investigación y el desarrollo, y se han diversificado las metodologías y tecnologías educativas.

Señor Presidente, la universidad privada ha demostrado su capacidad de autorregulación para la calidad, se esfuerza financieramente para garantizar la sostenibilidad, se proyecta desde la innovación y la investigación, por lo cual, que el respeto resalte en la omisión de apreciaciones deshonrosas y genéricas, se considere el proceso de los miles de colombianos que en ellas encontraron el camino de la realización personal ante la imposibilidad de acceder a la educación pública y que la cooperación siga siendo hoja de ruta entre ambos sectores, donde no se dirime, por el contrario, se encuentra un universo de pensamientos e ideologías para la construcción del conocimiento.

Andrés Correa López

Normalista Superior, Administrador de Empresas, Especialista en Gerencia de Proyectos en Inteligencia de Negocios, Magister en Gobierno, Políticas Públicas y Desarrollo Territorial. Doctorando en Administración de Empresas. Con experiencia en la gestión educativa, interesado en la historia y la política como responsabilidad de vida.

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