¿Qué es la libertad económica?

En nuestras cabezas todos somos libres. Nadie puede condicionar o limitarnos en nuestras mentes. Allí, cada uno de nosotros es libre de pensar y vislumbrar lo que quiera, desde las cosas más locas e irracionales, hasta las más sensatas y productivas. Es en el interior de nuestras cabezas donde gozamos de plena soberanía y sin ninguna restricción más allá de nuestra propia imaginación. Por más que quieran e intenten instaurar determinados pensamientos, en su mente ¡manda usted y nadie más! En nuestras mentes tenemos la libertad de imaginar, estructurar y planear cientos de ideas productivas, enfocadas a mejorar la calidad de vida, tanto propia como la de otros.

Aunque nadie puede limitar nuestra libertad al interior de nuestras cabezas, lo que sí se nos puede impedir es materializar esas ideas creativas. Para iniciar una tienda virtual, por ejemplo, usted necesita medios físicos como una computadora, internet, electricidad y una cámara. ¿Qué sucede si se no puede acceder a esos elementos? Pues se dificulta plasmar esas ideas creativas que tiene en su mente, lo que deriva en la imposibilidad de mejorar su bienestar, y es allí donde podemos entender lo que es la libertad económica y su importancia.

La libertad económica es la facultad con la cual cuenta cada persona para materializar sus ideas creativas, a fin de que cada vez sea más fácil poder emprender estos proyectos productivos que buscan la mejora continua de las condiciones de vida de nuestra especie; una tienda, una floristería, un bar, un restaurante y una carnicería, son ejemplos claros de ésta; la libertad económica se refiere a la reducción consistente de las barreras existentes entre la idea y la materialización de la misma.

En Colombia y gran parte de América Latina la libertad económica está en riesgo, pues cada vez se dificulta más el poder materializar las ideas creativas fruto de nuestras mentes. En primer lugar porque los tenedores de ideas productivas (potenciales emprendedores y empresarios) se enfrentan a múltiples enemigos de la libertad, que bien camuflan los ataques contra la libertad económica en discursos mentirosos e irreales, desdeñando de los frutos de ésta, convirtiendo en enemigos a aquellos arriesgados capaces de tomar la poca libertad económica que encuentran para crear bienes y servicios que mejoran la vida de la sociedad en agregado y tachándolos de lobos salvajes devora hombres o vacas gordas que hay que ordeñar con premura por medio de grandes castigos tributarios.

Si la libertad económica es la facultad de concretar las ideas que optimizan la calidad de vida de las personas, restringirla significa condenar a millones a no poder hacerlo, es volverlos dependientes de la voluntad de unos pocos. Restringir o limitar la libertad económica es prohibirle a las personas que mejoren. Si queremos ser un país menos pobre, debemos fomentar las fuentes de generación de riqueza y para ello necesitamos una reducción consistente de las barreras que impiden la materialización de miles de proyectos productivos que se alojan en las mentes de los ciudadanos y mueren en los papeles del gabinete de algún servidor público.

Todas aquellas naciones que abrazaron la libertad económica han logrado disminuir exponencialmente el hambre, la mortalidad infantil y la miseria de sus habitantes. Si queremos un país próspero, sin hambre y desarrollado necesitamos más libertad económica, ¡no menos!

Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Jair Viana

Director de Investigación de LIBERTANK. Analista económico y financiero, y columnista para varios medios con estudios especializados en políticas públicas, crecimiento económico y estabilidad. Amplia experiencia en gestión de activos, planificación financiera y macroeconometría.

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