«… Gracias al desarrollo de las Tecnologías de información y comunicaciones se han generado una gran variedad de nuevos tipos subastas y combinaciones entre ellas, muchas desconocidas para el análisis económico, como las que se aplican en las tiendas en línea…»
Un mecanismo para determinar el «valor» de los bienes y servicios es el de la Subasta. Se trata de bienes de valor común (como hacerse a una empresa pública en privatización, tal que todos los oferentes coincidiríamos en que el máximo precio a pagar es el valor presente neto que rinde la empresa) o de valor privado (tan subjetivas como lo que cada uno estaría dispuesto a pagar por una partitura de Beethoven recién descubierta).
Existen distintos tipos de subastas, muchas de ellas usadas por distintas sociedades desde tiempos inmemoriales como son la de sobre cerrado (cuando se abren los sobres gana aquel con la oferta más alta), la de precio ascendente (gana la puja más alta, cuando ningún participante está dispuesto a ofrecer más) o descendente (la subasta empieza en un precio alto y comienza a bajar hasta que aparece la primera oferta y se le adjudica).
Otras han sido diseñadas por economistas como la de Vickrey (Subasta de sobre cerrado de segundo precio) -premio Nobel en 1996- y la de los premios Nobel de 2020 Robert Wilson & Paul Milgrom (quienes propusieron la idea de las rondas múltiples, en las cuales se van eliminando los oferentes con las pujas más bajas hasta quedar un ganador que estaría dispuesto a ofrecer su máxima disposición a pagar tal que su ganancia es mínima o natural): ambas intentan reducir un problema altamente probable que ocurra en la subastas y en cualquier mercado: la carencia de competencia perfecta.
Leon Walras, el gran economista que demostró la posibilidad de que el mercado bajo ciertas condiciones es el mecanismo más adecuado para maximizar el valor material que se produce en sociedad, se antecedió a estos economistas imaginando que el mercado podía funcionar en condiciones de intervención estatal mínima como un mecanismo de subastas, es decir, sujeto a la existencia de un gran subastador que estuviera informando a los consumidores y vendedores los precios de cada bien en cada mercado hasta un punto en que las ofertas y demandas en cada uno de ellos se igualaran alcanzando la condición deseada de equilibrio.
De hecho, en las subastas se puede llegar a situaciones paradójicas, siendo la más notabla la maldición del ganador (Winner Course): Si se genera alta competencia los participantes pueden sucumbir: ofrecer más de la utilidad de reserva y quebrar. Un ejemplo es haberse emocionado en la subasta y pagar demasiado por la partitura de Beethoven hasta quedar en la ruina, siendo imposible revenderla luego por un precio sensato.
Gracias al desarrollo de las Tecnologías de información y comunicaciones se han generado una gran variedad de nuevos tipos subastas y combinaciones entre ellas, muchas desconocidas para el análisis económico, como las que se aplican en las tiendas en línea.
En el diseño de subastas se encaran variados problemas: el número mínimo de participantes, evitar la comunicación entre los participantes si la subasta es de sobre cerrado, si el objeto a subastar es divisible o no, si el objeto a subastar es perecedero (por ejemplo si son alimentos o flores), cuál es el precio mínimo (precio de reserva) para ofrecer en una subasta, si es posible renegociar el precio subastado cuando se presenta la maldición del ganador (garantías de seriedad y cumplimiento), si quien diseña la subasta es honesto (el Gobierno o una casa de subastas), etc.
El tema es fascinante, pero, como sostienen Wilson, Milgrom & Klemperer, si no hay una competencia mínima es poco lo que se puede esperar con una subasta cuando se pretende, por ejemplo, maximizar un valor social como son los ingresos esperados en la venta de una empresa pública o en una concesión de una obra de infraestructura el precio mínimo del peaje que los concesionarios están dispuestos a ofrecer al usuario de la vía.
Merecido premio para reivindicar el estudio de un tema fascinante que hace parte del diseño de mecanismos, quizá el área más fructífera del análisis económico actual.
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