Mentiría quien diga que no se emocionó con la histórica Convención Nacional Feminista realizada el pasado 5 y 6 de abril, en Honda, Tolima. Conmovedora no solo por haber aclamado a dos candidatas presidenciales admirables, sino también por sus palabras, por la fuerza que representan y los movimientos que convocan, y por los sentidos discursos de mujeres venidas de varias regiones del país. Uno no puede sino celebrar una juntanza de esa magnitud. Sin embargo, hubo personas que vieron en esta convención una amenaza: hombres y mujeres que todavía parecen no entender que la ‘marea feminista’ llegó para quedarse, y que es inútil resistirse a ella.
Ese día recordamos a nuestras antepasadas, las pioneras, las que trazaron el camino. Porque, como dijo Ángela María Robledo: “Nada nos lo han regalado”; ni la normatividad para la paridad, ni las leyes que buscan cero tolerancia a las violencias contra las mujeres ni la prima doméstica, ni la interrupción voluntaria del embarazo, señaló Robledo. A las mujeres no nos han regalado nada, todo lo hemos conseguido con la lucha. Cómo no recordar a las mujeres argentinas que, en 2015, salieron a las calles para rechazar el asesinato de una adolescente de 14 años. Así nació el movimiento Ni Una Menos. Estas mismas mujeres, cinco años más tarde, lograron que el Senado argentino legalizara el aborto en las 14 primeras semanas. O a las mujeres polacas que salieron a las calles en 2016 para detener la prohibición del aborto. O a las compañeras chilenas que el año pasado lograron que la nueva constitución chilena sea redactada de forma paritaria entre hombres y mujeres.
Por su parte, Francia Márquez recordó el discurso de la abolicionista afroamericana y defensora de los derechos de la mujer Sojourner Truth, ‘¿Acaso no soy una mujer?’. Truth supo vincular la lucha por la abolición de la esclavitud con la lucha por la emancipación de las mujeres. Con esto, Francia nos recordó la importancia de la “interseccionalidad”: “no se puede ser feminista si no se es antirracista, no se puede ser feminista si no se es antisistémica”.
Infelizmente, los medios tradicionales recogieron una frase que pronunció Ángela María Robledo en la rueda de prensa, al inicio de la convención: “Tú le tienes que ganar a Petro y yo a Fajardo”. Ese fue el titular sobre la convención en varios medios. Las aspiraciones son legítimas, claro que ya es hora de que tengamos a una mujer presidenta, pero entre los candidatos que ya suenan, a quien más le teme el establecimiento es a Petro. Por eso, esa frase fue repetida tantas veces como si el único objetivo de la convención hubiera sido ese.
Esto provocó una reacción reprochable por parte de algunos hombre y mujeres que se dicen progresistas: ataques machistas a Francia Márquez y a Ángela María Robledo, ataques que rechazo tajantemente.
Lo que creo es que estos ataques, intolerables, no deberían servir de pretexto para decir que la construcción de una agenda feminista en el Pacto Histórico es una utopía. Creo que es posible construir esta agenda. Hay feministas que vamos a dar la pelea en este espacio para construir con las mujeres indígenas, afro, campesinas y populares un feminismo antirracista y antineoliberal.
La paridad en los espacios de poder no es una ganancia si las mujeres que llegan a estos espacios no impulsan un proyecto transformador. Hay que construir un feminismo para el 99 por ciento de la población: es este uno de los mayores desafíos del Pacto Histórico. La ‘marea feminista’, que se expande por América Latina y el mundo, llegó para quedarse.
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