¿Por qué una revolución?

Muchas personas me preguntan por qué creo que lo que necesitamos en Colombia es una revolución y aquí lo voy a explicar.

Lo primero es decir qué entiendo por revolución. La sola palabra ya le resulta revolucionaria e incómoda a muchos. Pero no hay que tenerle miedo. Por revolución entiendo lo que está en el diccionario: un cambio fundamental en las estructuras de poder de una sociedad o grupo de personas. Es una definición completa, que abarca desde una revolución de estilo, como la que hizo Coco Chanel en su círculo y que hoy afecta medio mundo, a una revolución más moderna, como la que vimos hace unos años con la Primavera Árabe.

¿Por qué creo que Colombia necesita una revolución? Primero porque nunca ha tenido una verdadera. Tuvo una guerra de independencia, y ha tenido muchas guerras civiles, pero no ha tenido una revolución como tal, es decir, no ha tenido una transformación fundamental de sus estructuras de poder político y económico. La política se hereda casi como una monarquía y la economía sigue siendo extractiva y estando concentrada en las mismas familias Han cambiado las formas políticas: las constituciones, las leyes, pero en el fondo, en el país se vive casi igual. Y si algo se ha avanzado, ha sido en gran parte en los últimos años y especialmente  bajo la Constitución Política del 91, que fue una reforma sustancial, más no una revolución.

¿Qué sería una verdadera revolución? En Colombia sería un pueblo que alza su voz y sin timidez demanda que se organice un sistema con instituciones que garanticen la prestación de los derechos fundamentales de una manera digna y eficiente. Una revolución en Colombia sería permitirle a esos millones de campesinos tener su autonomía y soberanía alimentaria, sin tildarlos de comunistas y hostigarlos porque se conforman con vivir del pancoger. Revolucionar Colombia significaría eliminar los estratos, dejar a un lado esos juicios raciales y sociales que tenemos, no tratar a los compatriotas como esclavos sino como co-equiperos  y unirnos como un pueblo que busca lo mismo: un país en paz en donde se pueda trabajar y disfrutar la vida individual y colectivamente. Una revolución en Colombia sería movernos un paso más adelante hacia la democracia, entendida ya no sólo como votaciones, sino como un compromiso ciudadano mucho más activo y demandante, en el que todos actuamos y por ende se ve una gran diferencia en favor del bien público. Una verdadera revolución sería ver a los colombianos despertar, movilizarse y actuar para tomar las riendas de su propio país.

Ninguna democracia moderna comenzó sin una revolución, y dudo mucho que la nuestra vaya a llegar de otra manera. La pregunta ya no es entonces por qué una revolución. La pregunta ahora es cuándo va a suceder esa revolución. La respuesta está en nuestras manos.