POR LAS PUERTAS FALSAS

Por La Puerta Falsa es una película de los años cincuenta dirigida por Fernando de Fuentes y protagonizada entre otros por Pedro Armendáriz, Luis Beristaín, Rita Macedo y Andrea Palma, concebida a partir de la novela de odio y sangre Campo Celis, 1935, del profesor, político y escritor mexicano Mauricio Magdaleno Cardona, 1906 – 1986. Para los interesados la cinta se consigue en amazon.com.

Pero también iglesias, conventos, casas antañonas, palacios, sedes de gobierno y residencias oficiales poseen aquel nombre, que se lo deben a las puertas laterales de las catedrales destinadas a facilitar el tránsito de la feligresía sin necesidad de aglomerarse por las puertas frontales. Y mírese que en Bogotá hasta le dan su nombre a la famosa aguapanelería La Puerta Falsa que data de 1816, donde aún sirven chocolates y tamales santafereños, almojábanas, aguadepanela con queso, dulces los más deliciosos y no es que me lo hayan contado sino que me consta una y mil veces. Fácil de llegar, calle 11 enseguida de la Casa del Florero.

Una de las más famosas puertas falsas es la del Palacio de San Carlos por la que huía en un Volkswagen conducido por Zabaraín, presa del tedio y el aislamiento cierto bien recordado ex presidente, para regresar recargado a tempranas horas de la mañana a atender con buen ánimo los deberes oficiales. Aquel fue un gran presidente, el Presidente de la Paz.

El presidente de ahora, doctor Samper, qué he dicho, Santos, se pasea por el país entrando y saliendo de ciudades y poblados por las puertas falsas para escurrirles el bulto a las multitudes que se aglomeran, no como dice él para ovacionarlo, sino para rechiflarlo, como que tampoco ha sido necesaria su presencia para ser objeto de clamorosas silbatinas, como en Cali donde, al solo mencionar su nombre, se alzaron los pitos para repudiarlo, no una, dos veces a escasos días de diferencia.

¿Cómo es que ha tocado fondo el presidente que fuera elegido por nueve millones de a la corta equivocados ciudadanos? Me cuento entre ellos. Nueve millones de votos representan un capital político que, bien administrado, da hasta para llevar a la otra vida. Pero no, el doctor Santos lo ha derrochado de la manera que lo hacen los hijos calaveras con las herencias discernidas.

Y veníamos acostumbrados a que el presidente de la República encarna la unidad nacional y nadie chistaba. Ya ni eso representa Santos. Infamia y calumnia lo mismo a Fabio Echeverri Correa que al senador Robledo; de echar en cara a Francisco Santos termina lacerando con crueldad a los enfermos de sida; vilipendia a Álvaro Uribe Vélez y sus amigos de “rufianes de esquina”. Y dale no más, lo mismo le da un burro que un gran profesor. El presidente perdió la compostura, obra con odio y despavorido. Véase no mas la manera como ha cobrado el “delito de opinión” del general León Riaño por haber aludido a la añoranza por el doctor Uribe. Etc., etc.

Como ciudadano lamento los desvaríos febriles del presidente. Como patriota le agradezco que nos esté allanando la senda, de manera tan eficaz y generosa, a quienes militamos en el Centro Democrático.

Tiro al aire: quién diga una mentira, cuídese de honrarla. ¡O será descubierta!

FRANCISCO GALVIS RAMOS  Abogado y comentarista en internet.
FRANCISCO GALVIS RAMOS
Abogado y comentarista en internet.

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