“Hablar de convivencia, sin duda, es gestar un dialogo relacionado con la evolución y el bienestar de los ciudadanos.”
El “tenemos que hablar de NOSOTROS” es una frase que evoca muchas emociones en cada persona, y casi en todos los contextos nos avienta a una conversación complicada, sensata, en la que hay que exponer puntos sensibles sobre la forma en que nos relacionamos. A propósito del inicio de año, todos estamos planeando o hasta conversando sobre los objetivos para 2024, me atrevo a decir que para que cada uno los logre, primero tenemos que hablar de NOSOTROS.
Quiero proponerles que hablemos de nosotros, no como compañeros de trabajo, ni como amigos entrañables de infancia, más bien de nosotros como miembros de una misma sociedad, como ciudadanos que conviven. Quiero proponerles que este 2024 hablemos de convivencia y cultura ciudadana, porque son los telones de fondo que nos permiten vivir bien en sociedades en paz. Por eso es que, hablando de NOSOTROS, será más fácil cumplir propósitos de año, como ejercitarse en las calles, leer en un parque, o socializar de forma más efectiva. Es como si todo se conectara con todo, vivir en ciudades con mayor cultura ciudadana, nos facilitará el cumplimiento de objetivos personales y maximizará nuestro bienestar colectivo e individual.
Por eso, para hablar de nosotros y nuestra convivencia, utilizaré píldoras en lo sucesivo de nuestros encuentros, píldoras que lancen información provocadora para iniciar la conversación. En este primer encuentro, en el que les invito a que hablemos de nosotros, utilizaré como píldora la definición positiva de convivencia que hace el profesor Antanas Mockus, para que podamos terminar de articular los propósitos de 2024 con la convivencia ciudadana.
Para el profesor Antanas Mockus[1], la convivencia, consiste en una serie de conductas que posibiliten el vivir con otros, y a esas conductas, les plantearé ejemplos que se ocurren, para que intentemos acercarnos más a la relación que hay entre nuestra realización personal y colectiva con una sana convivencia.
Así las cosas, para Mockus, las conductas, de modo resumido consisten en: (i) acatar reglas comunes en un mismo entorno, lo cual puede permitirle por ejemplo, leer en un espacio donde haya regulación con relación a los decibeles de ruido, porque los demás ciudadanos que habitan el espacio lo hacen con respeto por las reglas relativas al tema; (ii) tener mecanismos de autorregulación social, que estén arraigados culturalmente y no solo estipulados, implica por ejemplo, comprender dónde no se fuma, aunque el fumador tenga ganas de hacerlo, y por lo tanto poder ejercitarse en un espacio público que no esté contaminado en razón del humo y (iii) la capacidad de celebrar, cumplir y de ser necesario reparar acuerdos y el ejemplo que se me ocurre, para esta última conducta, es el de unos vecinos que comparten espacio de parqueadero y acuerdan unos límites horarios para el uso. Esa capacidad de dividirse el uso del parqueadero en términos de tiempo, cumplirlo o reevaluarlo, les permite a los ciudadanos involucrados el uso efectivo y eficaz del tiempo, lo que al mismo tiempo les permite para poder asistir a clase después del trabajo, o sacar el espacio para un pasatiempo.
Hablar de convivencia, sin duda, es gestar un dialogo relacionado con la evolución y el bienestar de los ciudadanos. En Bogotá, por ejemplo, cuando se apostó con decisión y presupuesto por la cultura ciudadana, se redujo la tasa de homicidios de ochenta y dos (en 1993) a treinta y cinco (en 2000) por cada cien mil habitantes; una disminución superior al 50%. Lo cual considero plausible y emocionante, algo así como una oda a la vida. Y desde este pequeño municipio en el que me encuentro escribiendo (el más pequeño de Colombia con 15Km2), sueño con alcanzar una oda a la vida y creo que un buen paso para iniciar es a través de las píldoras que nos provoquen una conversación que desemboque en apuesta seria por la cultura ciudadana, aquí, en Antioquia y en Colombia entera.
Todas las columnas de la autora en este enlace: Luisa Fernanda Londoño
[1] En su texto “Convivencia como armonización de ley, moral y cultura” que se publicó por primera vez en la revista Perspectivas de la Universidad Francisco de Paula Santander, más precisamente en el volumen xxxii, núm. 1, de marzo de 2002. Allí, esboza un concepto positivo de convivencia.
Me encanta este espacio de conversación ♡ Excelente 👌