Tuve la fortuna de trabajar con Juan Felipe Gaviria entre los años 1995 y 2008, cuando salimos de EPM -él, como Gerente General; yo, como Secretario General-; y de ser su amigo hasta el día 28 de agosto del 2019, fecha de su lamentable muerte. En este período vivimos momentos buenos y malos, con conflictos que nos afectaban a ambos y que nos llevaron a tomar decisiones difíciles en muchos terrenos. La entrada a la Universidad EAFIT fue un reto enorme para él, cuando Juan Felipe imaginó una universidad a la que le reconocía su pasado y presente de éxitos, en áreas puramente técnicas, y a la que quería darle un giro hacia el pensamiento humanista. Las largas conversaciones que se sostuvieron en los cuerpos colegiados de la Universidad, dan cuenta de ese interés. Lo primero fue pensar en los planes de estudio de cada uno de los programas académicos existentes, en donde las humanidades debían tener un papel relevante, para seguir con su defensa férrea a la formación en ciencias, y en este sentido, dar un paso definitivo con la creación de la Escuela de Ciencias y Humanidades, en donde se pasa del decorado a la estructura: no se trataba de rellenar un Currículum, era necesario dar contexto, y este sólo se lograba si un plan de estudios dejaba de responder a una colección finita de notas aprobatorias para pasar a ser una matriz compleja con un propósito definido. Defendió la discusión de los matemáticos con la misma fuerza que la de los humanistas. Y esa conversación la mantuvo durante todo el tiempo. Eran tan importantes las actividades curriculares como las lúdicas; la ingeniería como la música; el derecho como la administración. Un diálogo de saberes decía alguien y él lo practicaba con total autenticidad dejando que las cosas fluyeran para que emergiera un diálogo sin imposición alguna. En EPM no fue diferente. Entendía rápidamente el desarrollo de los negocios, dio una pelea dura frente a la posibilidad o no de participar con capital público en el negocio de las telecomunicaciones, enfrentó un reto enorme del cual no era posible salir indemne, cuando la fusión energética del departamento de Antioquia se convirtió en una necesidad; la internacionalización de EPM se hacía necesaria ante una abundante “caja” resultado de un negocio bien manejado que tenía limitaciones regulatorias para su crecimiento en el territorio nacional. Sin atropellar a nadie, en EPM trabajó el día a día de una empresa pública exitosa, enfrentando los conflictos y las discusiones que se desprendían de cualquier decisión que se tomara y que cualquiera podía discutir o rechazar.
Juan Felipe se formó primero como ingeniero, después se fue a estudiar matemáticas a Chile, donde se tituló de magíster, y pasó por la U. de A., en donde trabajó en el Centro de Investigaciones Económicas. Tenía la academia en su quehacer intelectual. Y fue empleado, y por esas cosas del destino y, sobre todo, por su enorme inteligencia, fue burócrata, llegando a ser alcalde de Medellín, concejal de la ciudad y Ministro de Transporte y Obras Públicas, de donde salió con el prestigio que se necesita para hacer algo que trascienda: ser rector de una gran universidad, cargo que lo marcó para el resto de sus dias, y para el resto de sus lecturas.
Resumir este resumen en un tuit que afirma de manera ligera que como Juan Felipe Gaviria fue empleado de una empresa constructora -Conconcreto- y esta empresa salió favorecida de una licitación pública para la construcción de HIDROITUANGO, lo convierte en un corrupto, no es otra cosa que mala intención, podredumbre, miseria humana. ¿Cuándo trabajo Juan Felipe en Conconcreto? No le interesa aclararlo al político de marras. ¿Qué cargo tenía Juan Felipe en Conconcreto? Tampoco le interesa aclararlo a quien se dice representante de una “Colombia Humana”. ¿Cómo se llevó a cabo el proceso licitatorio en el que Conconcreto ganó la posibilidad de participar en la construcción del proyecto HIDROITUANGO? Ni se lo pregunta quien como todo cobarde esconde el fin último de su actuar.
No he conocido un liberal, no de trapo rojo, sino de pensamiento, de acción, de comportamiento, como Juan Felipe Gaviria, y que venga un politiquero que enarbola una bandera con el eslogan de la “Colombia Hiumana” a buscar camorra a su contrincante de turno con elementos tan pobres, no deja de ser patético; la radiografía más lamentable de lo que es hoy este país.
Comentar