Petro: manual político y paradoja en el cine nacional

Carteles promocionales de la película Petro del director Sean Mattison (2023), estrenada en Colombia el pasado 4 de abril.. Foto: Radio Nacional de Colombia

Desde 2018, soy columnista de Al Poniente, honor que Antioquia me hace. Y esta es la segunda columna sobre cine que realizo para el medio, pero inevitablemente hila lo cinematográfico y lo político. Sobre todo cuando el título de la película es el apellido del Mandatario actual de Estado y Gobierno en el país, que genera, como todos los liderazgos fuertes carismáticos, odios profundos y amores radicales. Así que quien firma estas columnas desde la en unos días deshidratada por decreto Bogotá -según nos dicen por un año, pese a que el fenómeno del Niño se prevé que termine en mayo próximo y a partir de julio llegue el fenómeno de la Niña con un escenario radicalmente opuesto en pluviosidad, pero igual de peligroso-, tratará como siempre de no sacar a relucir lugares comunes con los mismos argumentos mediocres de siempre de la Oposición sin liderazgos reales que tenemos hoy en día, sino observar tanto el poder del cine apologético, sus componentes comportamentales, imprecisiones, pero grandes lecciones sobre la necesidad de pluralismo y calidad en el cine político colombiano -que es por moda, costumbre o cooptación, una tribuna indiscutible de la izquierda, donde participen el centro, la derecha y la independencia colombianas.

DEDICATORIAS ESPECIALES

A David Enrique Porras Pérez, por su amistad, gallardía, resiliencia, valentía y escala de los valores que deben profesar los verdaderos hombres y seres humanos que desde su tarea vivencial, condición de estado y función social deben representar para sus familias y sociedades.

A la Escuela Superior de Administración Pública-ESAP, mi casa de estudios, mi hogar académico, mi comunidad y segunda oportunidad en la vida. Gratitud eterna.


SALVAGUARDA LEGAL

El presente artículo está amparado por el artículo 20 de la Constitución Política y por el artículo 13 de la Ley 1909 de 2018 o Estatuto de Oposición.

SALVAGUARDA INSTITUCIONAL

Como estudiante activo de la Sede Central de la Escuela Superior de Administración Pública-ESAP, apoyo de manera irrestricta el proceso de Asamblea General Permanente realizado desde el pasado 20 de septiembre. No obstante, mis opiniones, comentarios y precisiones obedecen a mis derechos políticos como persona y ciudadano colombiano, ante los cuales no sigo más jerarquías que lo que me piden la Ley, la ética profesional y las directrices doctrinarias que sigo en mi colectividad política.

Colombia es una sola, la ESAP es de TODOS los colombianos. La ESAP es azul como el cielo que nos cubre a todos en el suelo de la Patria.

0. CLARIDAD IDEOLÓGICAS

En ninguna de mis columnas trato de convencer a absolutamente nadie de ninguna de mis opiniones ni puntos de vista, simplemente de mostrar un cariz de verdad sobre un fenómeno o concepto. Hasta donde sé, ese es el quid del asunto de la libertad de expresión.

Mis posiciones conocidas en contra de las actuaciones públicas como Alcalde de Bogotá y líder político son de conocimiento incluso del Presidente de la República -a quien en 2014 y 2015 por mi paso en el Congreso me vio en varias ocasiones cuando me desempeñe como asistente de UTL del Senado para un parlamentario de mi colectividad que ha sido uno de sus más grandes contradictores en lo ideológico y superioridad intelectual-. Apoye públicamente su revocatoria de mandato de frente en escenarios en la Universidad Distrital y la política partidista y juvenil del país. No vote en 2018 para Presidencia (las opciones eran el actual Mandatario y su antecesor, alguien que fue puesto como lado A del disco del Régimen) , y en 2022 cometí el peor de los errores de la vida al haber apoyado, acompañado y asumido las consecuencias de la eterna cualidad del ser humano de ser susceptible al engaño, la traición y mediocridad: apoyar a Rodolfo Hernández, el lado B del Régimen.

No obstante, pese a todas las turbulencias que eran naturales, lógicas y obvias sabiendo como los sectores cercanos al sectarismo clásico de las ideologías que hoy imperan de frente en el Ejecutivo se comportan; el país hubiera podido estar mil veces peor. Muy seguramente, quien escribe estaría enviando estas columnas a Al Poniente probablemente desde el exilio en Bolivia, Perú, Chile, Estados Unidos (por un tiempo corto), Taiwan o Irán.

Prefiero, en palabras de Escrivá de Balaguer, mortificar mi espíritu viendo los relatos manipulados de una película, con la conciencia tranquila en mi propio país, que estar bajo la impronta oscura de criminales como Oscar Jair Hernández -quien hubiera sido el Ministro del Interior de Rodolfo- o Luis Eduardo de La Hoz -actual cónsul en Montevideo-, tal vez perdiendo la vida fuera de territorio nacional. Un exiliado SIEMPRE será un extraño, un indeseable y presa de perder su Dignidad Humana.

Por eso, pese a todo -y a los colegas malquerientes viudos de poder, huérfanos de ética profesional y de principios, como todos los muy católicos colombianos promedio-, tengo que agradecer que durante lo que va de esta Administración he podido cubrir con tranquilidad los eventos del Estado -excepto en el Ministerio de Defensa-, he podido volver a salir de Bogotá, me vinculé de nuevo a la educación superior y no tengo malas relaciones con ninguna entidad. ¿Necesitaba la lambonería? ¿Necesitaba del sectarismo? No, necesite de la decencia, profesionalismo y coherencia entre lo que se dice y se hace. La diplomacia no implica hipocresía.

Hacer periodismo sin extorsionar, sin creerse dueño de la verdad siendo ignorante, no tener amos políticos, no aceptar bozales de mafias tiene un precio muy caro en Colombia.

Hay que enumerar que ha habido varios intentos independientes locales de hacerle documentales biográficos -o más bien hagiográficos y apologéticos- al Presidente del país, pero por problemas principalmente de financiación, nunca llegaban a buen puerto.

Por esta razón, aquí se tratarán de observar los símiles cinematográficos y la intencionalidad política de empoderar discursos, vocablos, paradigmas históricos, manipulación de la Ley y las normas de manera solapada -en especial las libertades de expresión y protesta-, además de la satanización solapada de entidades como la Policía Nacional y de posiciones, partidos e ideologías. Todo en una coproducción entre Colombia y Estados Unidos -el “Gran Satán”, el “imperio”- realizada por el neoyorkino Sean Mattison, un director de fotografía y cineasta proclive a las alas más radicales del Partido Demócrata como lo muestra su documental “Mr Wash” (2018) sobre el artista afroamericano Fulton Leroy Washington condenado a cadena perpetua por delitos relacionados con drogas en 1996, pero liberado tras una conmutación de penas dada por Barack Obama en 2016.

Imagen 1: Perfil profesional del director americano Sean Mattison del documental “Petro” (2024);

Imagen 2: Obra del artista afroamericano Fulton Leroy Washington, conocido como “Mr. Wash”  que retrata el momento de su conmutación de pena en 2016 por parte del ex presidente Barack Obama, que figura en el documental “Mr. Wash” (2018), patrocinado por la empresa de almacenamiento en la nube Wetransfer. Fotos: Retina Latina y Vimeo

0.5 CLARIDADES DE DONDE VI LA PELÍCULA

 Sé que esto es un poco de trampa. Yo soy de los que apoyó que el cine nacional  o independiente debe verse en salas, pagando boleta o que si uno va gratis a una función debe corresponder creando contenidos que ayuden a la tan difícil y costosa tarea de la promoción, que a veces suele costar incluso más que la misma película, como puede verse en el dominio hegemónico de los grandes estudios de Hollywood que a nivel mundial gastan millones de dólares que se retribuyen en entradas y mercancía debido a taladrar la memoria, el inconsciente colectivo y la cultura -en ese orden- por una película.

Lo anterior, se resume en que pese a querer ver en la Cinemateca Distrital cómodamente y con el aroma de las crispetas con mantequilla derretida y sal -antes que gracias a los “impuestos saludables” hasta eso nos quite la dictadura progre-, pero no, primero que todo la boletería está totalmente agotada en todas las funciones hasta el 21 de abril. Y al no haber más alternativa para la proyección (o sabiendo que para las grandes salas de cine no iba a ser negocio brindar ni una sola sala, en especial con la grosería del Ministerio de Cultura con el Festival de Cine de Bogotá en su edición cuarenta en 2023), la plataforma virtual Retina Latina, que proyecta series, películas y documentales producidos en Colombia, Bolivia, Uruguay, Perú, México y Ecuador; cuyo mantenimiento y recursos son aportados por las autoridades culturales de cada uno de dichos Estados. Lógicamente como la coordinación general de la plataforma es por parte del Ministerio de Culturas, al tener el trasbordo ideológico en el Gobierno Nacional, lógicamente la curaduría de línea editorial permite, que podamos disfrutar tanto los petristas, como los aspirantes a críticos de cine político del documental GRATIS, hasta el 23 de abril. Para los que quieran ver el documental por sí mismos, aquí les dejo el siguiente enlace: https://www.retinalatina.org/video/petro-sean-mattison/

  1. PETRO Y EL CINE

 El primer reto de realizar cualquier análisis ecuánime en nuestro país sobre cualquier aspecto, es el ver desde los elementos personalistas o las taras emocionales, a todas las personas, fenómenos y conductas.

La falta de autocrítica -que va hasta el nivel personal e individual- de los liderazgos y pretendidos líderes del centro y la centro derecha (que además ha abrazado una forma de condena al discurso intelectual muy peligrosa, formando de forma ficticia que los dogmas religiosos, militaristas y de discursos son la forma del deber ser del comportamiento, ayudando a crear etiquetas sociales negativas, ayudando a la estigmatización por parte del dominio cultural de la izquierda en todas sus formas), no permite analizar lo realmente importante en los discursos, narrativas y sucesos.

Las posiciones más predecibles en su discurso político, que trascienden a lo estético, en cuanto a la pertinencia supuesta del arte con respecto a su tiempo, defendiendo el predominio en una época del cine de escenas del Conflicto Armado o de la problemática social del narcotráfico, más que todo en la década del año 2000 e inicios de la de 2010. Esto, en contraposición, a lo que tanto el público, como los mercados emergentes, y la misma vida cotidiana del país, que si bien ha tenido y tiene una historia muy dura marcada por la desigualdad y la violencia, también tiene millares de temáticas e historias de vida que sin duda son interesantes, impactantes y si se quiere rentables para el público en general. Para quienes quieran profundizar más este aspecto, pueden ver el debate entre el actual Jefe de Estado y el ex asesor presidencial y ex senador uribista José Obdulio Gaviria como promoción de la película colombiana Retrato en un mar de mentiras (2010) bajo la dirección y guión de Carlos Gaviria.

Y dentro de esa lógica predecible, con los antecedentes creativos e ideológicos del cineasta a cargo, el documental Petro (2024) tiene fines abiertamente de sacralización de elementos conceptuales concernientes a su promoción muy llamativos que se deben tener en cuenta, ya que históricamente el cine documental ha sido una herramienta no solamente de legitimidad de discursos y construcción de papeles de “buenos” y “malos” de los bandos políticos insurgentes hacia los gobiernos legítimos (sean estos corruptos o democráticos); y también como una herramienta para cooptar recursos -en su mayoría públicos o de cooperación internacional- por parte de una élite intelectual liberal de izquierdas que va posicionando un relato a través de todos los géneros cinematográficos para ir creando un trasbordo cultural que influya en todas las áreas de funcionamiento de la sociedad.

  1. MICRORRELATOS DEL DOCUMENTAL

Los más destacables:

  1. Idealización del Paro Nacional de 2021 (denominado por la nomenclatura oficial “Estallido Social) como un escenario de protesta netamente ciudadana: Se muestra en voz en off del actual director del Departamento de Prosperidad Social-DPS y ex congresista Gustavo Bolívar la narrativa de que fue la propuesta del ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla (2019-2020) en la Administración Duque propuso una reforma tributaria donde se pretendía gravar con el Impuesto al Valor Agregado-IVA (que en Colombia es el 19% del precio total del bien o servicio, uno de los más altos de América del Sur). Si bien dicha idea ha sido masticada por el sector más anti-Estado y supuestamente “liberal” del Centro Democrático y el conservatismo -de los mismos que proponen eliminar el salario mínimo o incluso legalizar el trabajo infantil como Enrique Gómez Martínez-, bajo unos tremendos discursos clasistas, desde 2018, donde se cayó el primer intento, dicha reforma en 2021 fue tergiversada en su intención y fuentes de recaudo, dado que se venía de una grave crisis económica por la pandemia, donde la reactivación económica estuvo en cabeza principalmente del sector tecnológico, la industria gastronómica y la construcción para rescatar y proveer de manera masiva empleos. Esto generó el mayor de todos los conatos de desorden social generados ¡desde el mismo 2018! contra la Administración Duque, que provocó la sepultura de la legitimidad del uribismo y su retorno al poder nacional, tal vez para siempre, y lo que sin duda alguna pavimentó la llegada de Petro al poder.

Foto de presentación de la serie documental “100 días del Cambio” realizada por el Sistema Nacional de Medios Públicos RTVC en 2022. Foto: Canal 2 Cali

2. Normalización de las fuerzas de choque políticas: La “primera línea” no es nada nuevo. Desde finales del siglo XIX, en Europa y luego por las migraciones a América, la costumbre de que todas las facciones políticas, no tanto las liberales democráticas -alejadas del jacobinismo francés- o monárquicas -ni siquiera el carlismo en España que combatió en guerras civiles, aunque la Acción Francesa de Maurrás, si bien no era violenta, gustaba de los combates deportivos callejeros de esgrima- sino las cercanas al anarquismo, al comunismo y posteriormente a nacionalismos fuertes consolidados en países que fueron dominios del imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), donde había terreno fértil para variantes autóctonas del fascismo, el nacionalsocialismo y algunos monarquistas combinados con movimientos religiosos. Cada partido político tenía sus cuerpos de choque para defenderse de sus detractores o de las fuerzas policiales incluso, pero su legitimidad cayó en desuso -o clandestinidad- después de 1950. Las conexiones internacionales desde el ámbito socialista, antifascista y los eventuales intereses geopolíticos de potencias principales y emergentes han revivido esta táctica, y aunque se desmientan esos hechos, sobre todo entre 2019 y 2021, sin duda hay un principio: en política las casualidades no existen.

3. Caricaturización de la Oposición política: El fenómeno mediático y posterior olvido del ex alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, así como el ascenso de Petro se debió, a que las mayorías colombianas no se identificaron con los sectores tradicionales de la política, manifestando su rechazo, qué pasaría factura al uribismo -que apoyaría al actual alcalde de Medellín Federico Gutierrez-. Simplemente la mayoría quiere una alternativa, algo diferente, que quizás, haga que funcione mejor el país, la esperanza de la gente en un país donde las instituciones, los partidos políticos y el Estado. En la película las referencias desde la Oposición a Petro son vistas como reflejos de un viejo estado de cosas en el país donde la intolerancia, el clasismo y los intereses de clases privilegiadas no han dejado escuchar puntos de vista diferentes y persiguen a todo aquel que es una alternativa. Lo anterior no es del todo mentira, pero ahí es donde está el veneno: ridiculizar o minimizar al enemigo es más efectivo que atacar. Al mostrar a Duque como un tercer período a la sombra de Uribe Vélez, cosa que los que conocemos el interior del uribismo y fuimos opositores a la sola idea de la candidatura presidencial del anterior Mandatario, es reducir el debate e invisibilizar las variables y contradicciones ideológicas, morales e intelectuales de la centro derecha colombiana. Pero lo más grave es visibilizar el sector ruidosamente mediático, como lamentablemente ha sido para mal la estrategia de comunicación política de la Senadora y dirigente indiscutible de la derecha dura del Centro Democrático María Fernanda Cabal -precandidata presidencial en 2022 y probablemente en 2026 la opción principal del uribismo-, ya que las reacciones totales, sobre expresivas o inclusive de demasiada apertura y amabilidad a quien va a tergiversar cualquier discurso, es un acto hasta peligroso. ¿Resultado? Hacer hincapié en el inconsciente colectivo de que la Senadora Cabal representa un supuesto sector retardatario que quiere lo peor para Colombia, en un claro y ridículo juego de “buenos” y “malos” de caricatura infantil. Rodolfo Hernández, no merece mayores comentarios, porque además, este documental lo visibiliza de manera muy condescendiente como el “viejito loco y simpático”, pero sin vislumbrar la criminalidad, corrupción y pugnas internas que se quedaron sin visibilizar.

4. Suavizar la imagen del M-19: El Movimiento 19 de abril-M-19 que surge como una agrupación de corte nacionalista con algunos elementos disidentes de las FARC-EP y el Partido Comunista Colombiano, muy apoyada por las élites de Bogotá y principales ciudades, como se ven en sus líderes históricos, fue uno de los dieciseis grupos subversivos que operaban en el país realizando todo tipo de acciones terroristas contra las instituciones, actividades criminales de financiación -antes del empoderamiento total del narcotráfico- y el control violento territorial o por cooptación -como en el caso de muchos municipios de mayoría poblacional indígena en el departamento del Cauca-. Desde 1990 es un partido político que ha mutado de nombres y actores, llegando a ser ahora el Partido Alianza Verde heredero de la personería jurídica otorgada por el Estado, que es sin duda una de las mayores fuerzas políticas del país, generando el viejo truco de poner “velas a Dios y velas al diablo” como hicieron con Petro como Alcalde de Bogotá y ahora como Presidente. ¿Resultado? Lavado de cara, burocracia y ocultar sus pugnas internas de poder, pero lo más preocupante…volver lícito matar y destruir la vida de otros en nombre cualquier cosa, ya que algún día, una causa “altruista” llevará al perdón de los peores crímenes…pero eso NUNCA aplicará para “los de ruana”, que votan por estas ideologías, y a los que supuestamente protegen estos sectores…

5. Homogeneización de la imagen estética: el mayor logro de la técnica cinematográfica de alto nivel de un equipo de altos estándares que demuestran que hay una ruptura no solamente con las formas antiguas, ni con la forma de hacer política, ni la diplomacia ni la decencia, sino con la justicia. No en vano personas cercanas a la familia y círculo del Presidente están cerca de él, con papel protagónico, omitiendo comentarios sobre sus problemas judiciales y contradicciones políticas con el Mandatario. Se pone como un símbolo aceptado el uso de ciertos vocabularios, símbolos y acciones políticas como legítimas: desde la protesta interrumpiendo el servicio público, volver héroe a quien actúa contra la Policía Nacional -institución supremamente satanizada en toda la película, y de la propia boca del Presidente actual sobre el cierre de una calle en un evento de campaña “esto es una trampa de la Policía-. Se muestra que el discurso, narrativa y estética del maltrato al idioma y las formas educadas como una forma de “dominación” con la que hay que romper -cuyo discurso es más de nicho en los circuitos-.

6. Resumir la política colombiana a Álvaro Uribe Vélez: es curioso como otros ex presidentes no son nombrados, o como en el caso de Juan Manuel Santos (2010-2018) es nombrado tangencialmente por la senadora María José Pizarro como el artífice de la paz que no permitía el enfoque “guerrerista” de Uribe, que posteriormente Duque presuntamente “rompe” o desestimula el cumplimiento del Acuerdo Final, impuesto pese el resultado del Plebiscito del 2 de octubre de 2016 donde gana el No a los Acuerdos. Las verdaderas élites, pasan casi invisibles.

3. EPÍLOGO: LECCIONES DE ARTE Y COMUNICACIÓN PARA EL CENTRO Y LA DERECHA

El cierre del documental se encuentra en los hechos sucedidos el 7 de agosto de 2022 en la Posesión Presidencial, mostrando como un triunfo final la llegada al Palacio. Esto recuerda la polémica serie 100 Días del Cambio (2022) de Señal Colombia, donde aparecen registrados desde el punto de vista del sector que detenta el poder, generando una visión idílica de la famosa salida de la pretendida espada propiedad presunta de Simón Bolívar (personaje que por obra y gracia de la radicalización con Miguel Antonio Caro de la Regeneración, comenzó un culto civil casi religioso a su figura en el país, inexistente en el pasado posterior a la disolución de la Gran Colombia, algo que omite la izquierda pretendida bolivariana), que fue una abierta declaración de guerra y advertencia del cambio del orden del país. Y frente al poder de los símbolos, a la psicología y al trasbordo cultural, es vital que el centro y la derecha entiendan que hacer oposición, aunque tengamos un marco legal que si se aplicara y alguien lo hiciera respetar sería mejor que el de muchos países europeos. No en vano, uno de los principales legados del paso por la Alcaldía de Ciudad de México del actual presidente Andrés Manuel López Obrador (2000-2005) fue la fundación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, cuya fortaleza en pregrado y posgrado, entre ellos articulando las ciencias,la tecnología y la Seguridad y Defensa bajo un marco transversal de la Ciencias Sociales y Humanidades. La falta de construcción de estructuras intermedias que puedan generar pluralismo de mensajes y puntos de vista, y no la solapada censura actual de la corrección política que se hermana con la doble moral, el lenguaje burocrático y los nuevos dogmas generados por nuevos prejuicios.

Hay dos grandes enseñanzas que nos deja este documental que pueden dejarse como conclusiones de este ya extenso artículo: la confluencia entre lo político y lo artístico.

Petro es como producción internacional el resultado de años de trabajo más que electoral -eso viene por añadidura- cultural y psicológico sostenido, coherente y escalonado durante treinta años, es decir el trabajo de dos generaciones. El haber rechazado las humanidades, la cultura y el arte por parte del centro y la derecha quitaron de la palestra pública opciones y liderazgos que harían que la actual situación del país no tuviera ese tufo de incertidumbre y especulaciones que llegan incluso a la terminación de la vida republicana como la conocemos.

Es claro: el circuito del cine nacional no solamente en Colombia sino en Iberoamérica y en las grandes potencias es netamente liberal de izquierdas y se hace llamar “progresista”. Es una realidad fáctica frente a la que se pueden tener dos actitudes: rechazarla y condenar al cine y la cultura -que es lo que ha sucedido hasta ahora-, o asumir el reto de sin dejar principios pero dejando a un lado el sectarismo, aprender, construir y generar contenidos para cine, televisión y redes sociales que defiendan la libertad económica y los valores de Occidente, pero también dialogar frente a las tradiciones y valores de las culturas raizales negras, algunas comunidades indígenas no instrumentalizadas ni occidentalizadas -lo que es muy difícil encontrar- e incluso otras cosmovisiones como el mundo judío, islámico, persa, tibetano, budista entre otras, para en ese diálogo de saberes, rescatar nuestra memoria social y vivencial…pero eso hay que hacerlo ya, no dentro de una década, y se necesita promoción, academia, logística y dinero.

Esperamos que este artículo contribuya a que haya menos líderes buscando escaños en el Congreso y más gestores y actores culturales defensores de la institucionalidad, el Derecho Natural, la Ley y el Humanismo.

Posdata: Doctora Cabal, usted sabe muy bien, que aquí se le quiere y que opinamos que la mujer debe gobernar la Nación, y la más firme es usted. Con su influencia, ayudemos un poco a la mejora de la cultura del país.


Todas las columnas del autor en este enlace: Jhon Jairo Armesto Tren

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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