Petro el payaso

A estas alturas solo podemos rezarle al mercado para que sea benevolente, hacer todos los sacrificios que sus profetas dictaminan.”.


Todos sabemos que el mercado es una criatura con atributos casi divinos. Aunque sea mediante acciones humanas que se manifieste sus atributos van más allá del ser humano. Incluso más allá de su comprensión, aunque sus decisiones sean siempre racionales. El mercado es un ser cósmico benevolente, pero a la vez celoso y vengativo. Esto lo vemos a diario, si un presidente cualquier no sigue las reglas va a castigar al país entero de forma cruel. Al mercado por ejemplo no le gusta seguridad social, así que exige sacrificios humanos de entre los más pobres para, a cambio, mantener la economía estable y controlar la inflación. No le gustan las reformas laborales que beneficien al trabajador y prefiere siempre tener una horda de esclavos asalariados, porque o si no amenaza con desempleo, con mover las empresas a otras regiones que lo adoren como debe ser.  No hay nada que se pueda hacer pues cada oposición es castigada. Los líderes mundiales en general se rodean de profetas y sacerdotes, usualmente conocidos como asesores técnicos, que saben interpretar las peticiones del mercado y a partir de ahí crear planes, generar acciones y políticas que requieran el mínimo posible de sacrificios y el mayor beneficio otorgado por parte del mercado.

En cambio, Petro es diferente. Por la manera como hablan los medios de comunicación y las redes sociales de nuestro presidente se puede llegar a la conclusión de que él no es un ser humano normal, es una criatura sacada de algún capítulo de La dimensión desconocida o de una novela de Stephen King. Su relación con el mercado parece ser más directa que la de otros mandatarios y tiene la capacidad de hacerlo enojar con mucha más facilidad.  En Eso de Stephen King se nos cuenta que el payaso es una criatura interdimensional tan antigua como el universo cuyo enemigo es una tortuga cósmica incluso más antigua. La tortuga es el orden y el payaso es el caos. En la novela es la tortuga la que le enseña a los niños a derrotar al payaso. Así mismo es la relación entre el mercado (una tortuga cósmica antigua que representa el orden del universo) y Petro (el payaso malvado, hijo de la tortuga, pero también su mayor opositor).

Desde que el payaso maligno llegó a la presidencia la tortuga cósmica ha castigado a Colombia de manera inusitada, frenó el crecimiento económico dejado por Duque, aumentó la inflación y, lo que más ha escandalizado a la prensa; el dólar se ha disparado y superó los cinco mil pesos. Según los profetas de la tortuga cósmica esto no es una situación global (aunque situaciones similares estén sucediendo en casi todo el mundo), Colombia atraviesa por una por una crisis particular que no se explica ni por la inestabilidad histórica de la región, por las decisiones en Estados Unidos para controlar su propia inflación, por la guerra en Ucrania ni por el pánico económico generado por esos mismos profetas y los medios de comunicación con los que trabajan. Todo es responsabilidad de una fuerza oscura que llegó a la presidencia y que está molestando de forma particular a los mercados.

Esta situación es inaudita por su velocidad. La tortuga cósmica castiga a quien no sigue sus preceptos, pero usualmente les da algún tiempo. La Venezuela de Chávez tuvo mejores resultados en el índice de desarrollo que Colombia desde 1998 hasta 2014, la debacle empezó 16 años después de la llegada al poder de un opositor declarado de la tortuga cósmica. La Argentina de Néstor Kirchner reportó resultados históricos en desarrollo económico y logró pagar la deuda con el FMI. Otros países en Latinoamérica lograron a la vez tomar sus propias riendas: el Brasil de Lula, el Chile de Bachelet, el Uruguay de Mújica o el Ecuador de Correa. Todos bajaron la inequidad, crearon importantes beneficios sociales, desarrollaron la infraestructura de sus países, y la tortuga no los castigó, al menos no de forma inmediata. Lo mismo sucedió en Cuba o en la Unión Soviética, se necesitó mucho más tiempo y la acción conjunta de la tortuga con sus seguidores terrenales en el mundo libre. Con Petro han bastado poco más de tres meses y la tortuga ya ha dejado sentir su colera.  Es como si el payaso fuera un ser mucho más relevante para las leyes del mercado, una amenaza peor de lo que han sido Castro o Stalin y por ende debe ser detenido con mayor urgencia.

Lo más extraordinario es que el payaso no tiene que hacer nada para alterar a la tortuga, sus profetas y seguidores. En el capítulo “Una buena vida”, octavo de la tercera temporada de La dimensión desconocida original, un niño con la capacidad de cambiar su entorno tan solo con pensarlo encierra a todos sus habitantes en un pueblo que él controla a voluntad. Así parece funcionar la mente de Petro. Anuncia que va a dejar la exploración del petróleo y automáticamente afecta la economía mundial, a pesar de que Colombia no es un gran exportador. Lo mismo con la reforma tributaria, que sin haber sido aprobada y cuyo texto final resultó menos agresiva de lo que se esperaba, también generó impacto de forma inmediata, como si controlara los procesos y ciclos económicos con tan solo imaginarlo. A principios del año cuando Petro apenas era candidato el dólar tuvo una subida histórica llegando a los 4600 pesos, evidentemente la culpa era de Petro por el solo hecho de ser candidato y tener posibilidades para ganar.  Se le ha culpado al payaso de la inflación sin que haya tomado alguna medida a favor y en contra. Petro no tiene que ejecutar nada, la sola enunciación basta para que la tortuga y sus protectores respondan con ira.

A estas alturas solo podemos rezarle al mercado para que sea benevolente, hacer todos los sacrificios que sus profetas dictaminan. Si el petróleo y su exploración es dañino para el ambiente no se debe tocar por miedo a las consecuencias, abandonar las exigencias de mejores condiciones laborales, rechazar cualquier subsidio para los más necesitados, darles beneficios tributarios a las empresas (entre más grandes mejor). El dinero del estado debe estar a disposición de quien menos lo necesita para garantizar que la tortuga esté contenta.

Omar Celis Volkmar

Soy comunicador social con posgrado en escritura creativa. He cursado algunos semestres de la carrera de Historia y tomado cursos libres en distintas áreas como fotografía y guion cinematográfico. Con interés especial por la cultura, la política y la ética.

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