Escribiré sobre las ataduras. A veces lo que nos sucede es que por miedo a hacer las cosas diferente seguimos equivocándonos de la misma manera. Las ventajas que trae equivocarse de otras formas es que uno comienza a cultivar su carácter para decidir; ya hay equivocaciones para escoger.
Las ataduras también tienen que ver con nuestras zonas de confort. Hacer las cosas diferente implica aprender y hay infinidad de aprendizajes que nunca nos interesan porque nunca nos los mostraron.
Nos hacemos nudos complejos con el territorio y la cultura, de ahí que los cambios culturales impliquen constancia y tiempo. No es alentador para nadie aceptar que las maneras necesitan transformarse para acomodarse al tiempo.
Acepto que soy un hombre de casa y que de vez en cuando ando la ciudad, sin embargo aprovecho mis andadas para ver y lo que sigo viendo es un paternalismo excesivo de las entidades públicas y privadas. Entonces pienso en los logros y reconocimientos de Medellín ¿son logros de las y los medellinenses o son logros de las instituciones de nuestra ciudad?
Complemento, no hay duda del agradecimiento que tengo hacia Medellín pero sospecho que tras el discurso de innovación y resiliencia hay una zona de confort; es como la temperatura y la sensación térmica, que tienen que ver pero son diferentes. Que las cifras de las entidades no se nos vuelvan verdad absoluta, pecamos cuando leemos contextos desde cifras porque de alguna manera es como si leyéramos cuentos de historias reales; hará falta la calle para sentir.
Todo lo anterior para decir que yo espero muy en el fondo de mi corazón que desde ya nos estemos pensando procesos con comunidades para llenar de sentido lo que será parques del río; Medellín no se nos puede convertir en una modelo de fotografías con un montón de órganos que nos saben para qué están donde están. Salirse de la zona de confort, incomodarnos para equivocarnos de otras maneras.
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