Ha costado el entendimiento por parte de todos, hemos sido tan culpables de desinformar tanto los de derecha como los de izquierda. Hemos creído tener la verdad absoluta olvidándonos que esta no existe. Hemos actuado en medio de la crisis con fanatismos políticos, con egoísmos, defendiendo la institucionalidad e ignorando los derechos fundamentales.
Hemos evidenciado como cada quien busca tapar los errores del gobierno y como proteger los intereses y convicciones propias. Estamos enceguecidos por lo que dice el uno y el otro. Hemos pedido respeto por los símbolos patrios, pero no pedimos respeto por las muertes, nos ha llenado de rabia que la bandera se use al revés cuando el pueblo no lo ha hecho bajo el significado legítimo de irrespeto o rebeldía como lo han descrito muchos de los pocos que juegan a un bando.
Se nos ha olvidado entender que el significado va tomando interpretaciones y su mensaje cambia según las realidades sociales y los diferentes contextos. Hoy un símbolo intocable para muchos se ha convertido en una herramienta de defensa para otros, se ha convertido en el símbolo del descontento, pero sobre todo en la muestra de que hoy somos menos ricos y estamos enlodados de sangre.
Cada quien es libre de dar un significado según su realidad, según los imaginarios colectivos, según la empatía y otras características que nos forman. Esto más allá de ideologías es de apoyo. Y no hay nada más patriótico que el solidarizarse con el otro. Es clamar por el que han matado, por el que han silenciado, por el que han censurado.
Y sí, estamos frente al gran flagelo de la censura de querer hasta politizar el sentir colectivo. Tan arraigados a las posiciones manipuladoras que no decimos nada cuando no nos conviene y cuando nos vemos amenazados (en relación a intereses políticos) salimos con argumentos nulos de que la izquierda esto y la izquierda lo otro.
Nunca me he definido por una ideología política, para algunos por falta de criterio, para mí: un asunto de no identificación. Hoy me reimplanté ¿Por qué estudiar y ejercer el periodismo? ¿Para beneficiar a pocos con verdades a medias o para intentar beneficiar a todos con historias reales?
No hemos mostrando ni la quinta parte de hechos como: la falta de agua en La Guajira, como mueren personas esperando una cita. O simple y crudo, cómo mueren en nuestro país las personas que revindican el derecho a la protesta, no mostramos como son estigmatizados, cómo son ignorados.
Acá no sólo hablamos de un Estado opresor. No, hablamos de un amigo, de un colega, de un trabajo opresor. En Colombia, nos callamos por miedo, por falta de oportunidades. En Colombia justificamos el uso desproporcionado de las armas, el uso irracional de la fuerza. Nos hemos convertido en “caballitos de guerra”, de paraísos incendiados, de madres que anochecen en la agonía y la incertidumbre porque su hijo exigió los derechos de todos y hoy no llegó.
Familias que esperan por un empleo, desde hace años y que seguramente conseguirán: gracias al “no paro, yo produzco”. Que fácil producir cuando se hace parte de la rosca política, cuándo tienes un empleo, cuando se tiene el privilegio de la salud, de la educación. En parte, cuando tienes un tipo de bienestar. Y sí, es un privilegio de pocos, el cual debería ser un derecho de todos.
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