La ciudadanía se encuentra en tal nivel de desesperanza e indignación que no le queda otra alternativa más que salir a las calles a manifestarse de forma pacífica en contra de la indiferencia de un gobierno que sólo escucha a los hijos del presidente eterno.
Este miércoles 28 de abril se desarrollará el tan esperado paro nacional, convocado por centrales obreras y sectores sindicalistas en contra de las políticas de Iván Duque y todo el gobierno nacional. Evidentemente las críticas no se han hecho esperar en tanto la marcha está convocada en medio del tercer pico de la pandemia y en un momento en el cual las principales ciudades del país han visto su sistema de salud a punto de colapsar.
Comprensible se torna la preocupación de dichas personas frente al eventual incremento en los casos de coronavirus por cuenta de las movilizaciones previstas para este día; sin embargo, es indudable que la ciudadanía se encuentra en tal nivel de desesperanza e indignación que no le queda otra alternativa más que salir a las calles a manifestarse de forma pacífica en contra de la indiferencia de un gobierno que sólo escucha a los hijos del presidente eterno. “Aunque nos cueste la vida” ha sido una de las consignas para salir a protestar a pesar del tercer pico de la pandemia y que ha traído consigo más de 70.000 muertes producto de un sistema de salud precario y una escasez de vacunas a causa de la tardía e ineficaz gestión del gobierno.
Cómo pretender pedirles a las personas no salir a marchar luego de políticas tan abruptas no sólo con la ciudadanía, sino con la naturaleza y la vida misma. El deseo del gobierno por regresar a la aspersión aérea con glifosato a sabiendas de las consecuencias ambientales y de salud pública que causa este químico en la naturaleza y en los seres humanos, demuestra el poco valor que le da a las comunidades y a sus necesidades. A pesar de que la Reforma Rural Integral planteada en los acuerdos de paz reconoce la importancia del diálogo entre el estado y las comunidades, a fin de lograr concertaciones que permitan llegar a una solución para el tema de cultivos ilícitos, el gobierno opta por enviar a la fuerza pública a realizar operaciones que frecuentemente terminan en la violación de derechos humanos.
El abandono estatal a las zonas de mayor conflicto, la desprotección de excombatientes, y de líderes y lideresas sociales también se configura como una de las razones para salir a las calles este 28 de abril. Colombia se ha convertido en uno de los países más peligrosos para defensores de derechos humanos y del medio ambiente. Hasta la fecha, Indepaz ha registrado 52 asesinatos de defensores de derechos humanos y líderes sociales; es decir que aproximadamente cada 2 días asesinan a uno de ellos frente a la indolencia de un país y la complicidad de un gobierno que no invierte generosamente en obras sociales, sino que se presenta después de cada tragedia con puestos de mando unificado y pie de fuerza que poco ayudan al desarrollo de los territorios.
Como si fuera poco, bajo nombres ilusorios y eufemísticos, el gobierno ha presentado una reforma tributaria en la que busca aumentar el IVA en los servicios públicos desde el estrato cuatro en adelante; sin hablar de este mismo impuesto en los servicios funerarios; permitirá además la posibilidad de tener peajes dentro de las grandes ciudades, y gravará con 19% la gasolina y el ACPM; lo cual elevará el valor del transporte público. La desconexión del gobierno nacional con la realidad colombiana los incentivó de igual manera a plantear en la reforma que quienes tengan ingresos mensuales de $2’500.000, declaren y paguen renta, y que aquellos que para el 2023 devenguen cerca de $1’600.000 también lo hagan. Y aunque expertos han señalado lo necesaria que es la reforma, en definitiva, no puede llevarse a cabo luego del insustancial decreto de austeridad ordenado por el gobierno nacional o bajo la negociación de aviones de guerra por más de 4.000 millones de dólares en medio de una crisis económica como la que estamos viviendo.
Estas y más acciones llenan de motivos a todo un país para expresar su inconformismo frente a políticas que atacan a la ciudadanía de a pie y que van en contra de la vida en todas sus formas. Por eso es menester que sectores sindicales, centrales obreras, maestros, estudiantes y demás personas de la sociedad civil se unan para rechazarlas y poner de manifiesto su desacuerdo e indignación.
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