En este escrito pretendo plasmar algunas reflexiones (personales) sobre la relación que existe entre juventud y política en Colombia; Se trata de algunas reflexiones dadas a partir de mi experiencia como joven activista, siendo esto el inicio a una exploración de las percepciones y representaciones relativas a la política, con el objetivo de aportar al fortalecimiento de la participación juvenil en el campo político y en las búsqueda de soluciones a los problemas que pueda afrontar la relación política-juventud.
Una primera inquietud que mueve este escrito es la revisión y crítica de aquellos planteamientos recientes que vienen enfatizando una suerte de relación pérdida, conflictiva y en algún sentido anormal de los jóvenes con la política; que en parte se ha dado por la invisibilidad de los jóvenes en la participación en torno al bien común en general.
Es necesario diferenciar entre la política y el ejercicio político; entendiendo la política como una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos, buscando ejercer el poder público con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad. Por otra parte, el ejercicio de la política va unido a una conciencia de que la democracia es un ejercicio social, que involucra a todos los actores sociales, por lo tanto al ejercicio político lo podemos ver como la participación y ejecución del poder público, buscando un bienestar generalizado de la sociedad. En el desarrollo de la función pública se pretende tener un óptimo y transparente uso de los recursos públicos, utilizando este poder con responsabilidad, prudencia y con el objetivo de generar cambios positivos en el lugar donde se ejerza. Es en esta última parte donde estamos fallando (o nos han fallado) los políticos, con sus malas prácticas desde el momento de hacer campaña y a la hora de ejercer el cargo público.
La falta de preparación y el mal manejo de los recursos al llegar al poder; la evidente corrupción y los vínculos con la criminalidad que ha permeado algunos políticos colombianos, han generado y generan una desconfianza creciente entre los colombianos.
Los partidos políticos también aportan a esta desconfianza nacional al preferir cargos públicos y favores para sus militantes, apoyando a los gobiernos de turno, sin importar pasar por sus principios e ideología.
Debido a lo anterior, los jóvenes, con sus actitudes y sensibilidad frente a lo político, estarían reflejando las distintas crisis de la historia: pérdida del sentido general de la política, crisis de legitimidad y representación de los partidos, crisis por ineficacia de la participación ciudadana, inoperancia de la democracia. Junto a esta visión, está otra que ubica el vínculo entre juventud y política como parte de procesos de cambio endógenos y de tipo cultural que se han venido desarrollando en las últimas décadas y que expresan o significan una voluntad de transformación de los nexos y estructuras generacionales. En esta visión los jóvenes son sujetos reflexivos que interpretan y logran proponer a la sociedad su punto de vista y no son meros reproductores de los cambios a nivel macro social y macro político.
En las vivencias durante mis actividades políticas con jóvenes y en el diálogo permanente con estos, puedo afirmar que los jóvenes se caracterizarían por su apatía e indiferencia frente a la política, una especie de desgano arraigado frente al tema en sí, como frente al ejercicio político. A muy pocos jóvenes la política les estaría despertando su interés. Parte de ello se debe a que muchos han sido utilizados como elementos electorales o simplemente no son tomados con la seriedad, que estos merecen. Por ello los jóvenes revelarían adhesiones pragmáticas e inestables respecto de las ofertas electorales: éstos no tendrían ya identificaciones partidarias definidas, siendo sus elecciones ejercicios sin convicción. Esa juventud colombiana y latinoamericana no valoraría o valoraría poco la participación política, la imaginaría como formas poco eficaces y arcaicas de expresión. La participación pública estaría dentro de las instituciones en que desconfían.
En la percepción juvenil, la sociedad les resulta peligrosa, sus entornos son hostiles y poco confiables para lo que quieren o desean. A diario conviven la corrupción, la violencia y la inseguridad, que al igual que la discriminación y las desigualdades de oportunidad son grandes razones para esta apatía. De ello su escepticismo y poca credibilidad general en su medio social.
Los jóvenes están prefiriendo retirarse a su vida particular, pues es allí donde creen que pueden convertir sus deseos en realidad, prefiriendo desarrollar sus propios proyectos procurando una vida afectiva estable, una estabilidad económica, salud o simplemente vivir bien; alejados de la mala fama que conlleva la política (o participar en ella) en el país.
Para ellos todo lo que sucede hoy en la política nacional les fastidia, les resulta difícil comprenderla, para ellos no deja de ser enigmático que lo dicho no tenga coherencia con lo hecho y por ello prefieren apartarse, buscando no contagiarse o simplemente no desgastar ahí su vida; la política no sólo les sería enigmática sino abstracta, no les sería práctica. Entienden que por ella no pasan ni la eficiencia ni las soluciones concretas a los problemas sentidos.
De ahí surge uno de los problemas que sufrimos los jóvenes hoy en día, preferir la acción individual frente a la acción colectiva, la salida individual sería una de las banderas de la juventud actual. De ahí que importe poco proponer y participar públicamente y, en todo caso, importe más proponer en ámbitos distintos como los culturales, obteniendo una mayor participación en el arte o en el deporte, pues allí hay goce y emoción. Los jóvenes serían de alguna manera incrédulos al negar toda regla y todo valor de los ámbitos actuales de lo público, pero sobre todo por preguntarse profundamente por el sentido de todo lo que les incumbe.
También es causante de este pensamiento juvenil la falta de educación cívica, la socialización en tendencias autoritarias y populistas conformantes de nuestra cultura política, de un aprendizaje en la comodidad de la sumisión y de un sentido mesiánico o providencialista por el cual se espera que otros produzcan los cambios necesarios.
Los jóvenes estamos expresando además la falta de comunidad en estas sociedades, su falta de integración social y su pensamiento individualista. Creo que parte de la solución es entonces integrar la sociedad y a los jóvenes en el ejercicio público, en la participación democrática y social. Debemos cambiar lo individual por lo colectivo.
Autor: Santiago Narváez
Ingeniero de Producción, político por pasión, deportista. Dios es mi pastor.
** Este escrito se apoya en el artículo de la revista No 06 de la Universidad de los Andes. “Jóvenes, Política y sociedad ¿Desafección política o una nueva sensibilidad social?”
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