Esa dizque indignación que lideró Gustavo Bolívar sirvió solamente para dejar fuera del ajedrez del Congreso a personas ilustradas y académicas como Rodolfo Arango, solo por poner un ejemplo. Atornillamos otra vez a los parapolíticos, corruptos y tradicionales como esos del PIN, esos de la U y esos Conservadores y Liberales, respectivamente; ah, y metimos a esos del mal llamado Centro Democrático que de centro tienen lo que Margarita Rosa tiene de peinada.
Este fiasco de elecciones se lo tenemos que agradecer a esos que pensaban, quizá no de mala fe, que el país se arreglaría si el voto en blanco hubiera ganado. No ganó, eso era más que obvio, pero sí obtuvo más de 700.000 votos que hubieran servido para que el Polo o los Verdes tuvieran más curules, hasta 10 o más cada uno.
Pero el blanco no es el único culpable, también los votos nulos y los no marcados, que junto con el blanco, suman más del 20% del electorado, o sea, más de tres millones de votos perdidos. Votos que por falta de conciencia política o ignorancia, además de falta de pedagogía, terminaron parando en la basura y no en políticos honestos que necesitaba el Congreso. Lo último mencionado es importantísimo resaltar porque acá pocos saben o sabemos votar y más de uno quedamos gringos cuando nos entregaron esos grandes papeles que solo nos llevó a preguntarnos de dónde salieron tantos movimientos y tantos números; ¡Cuándo se vieron haciendo campaña! La Registraduría Nacional o el mismo Gobierno deberían enviar a todas las casas unas dos o tres hojitas en donde enseñen a la ciudadanía cómo votar, ¿sería mucho pedir?
Y en cuanto a los abstencionistas, que no votaron aun estando habilitados para ello, fueron alrededor de 15 millones de perezosos que no ejercieron su derecho y deber del voto, más del 50%. Siendo así, juntando todo, unos 18 millones de votos que pudieron haber cambiado el rumbo del país, para bien, se fueron a la basura. Esa abstención tan exageradamente bárbara abre de nuevo el debate para que en Colombia se ponga como obligatorio el voto, porque es que la participación es a la democracia como el agua es al mar.
En resumidas cuentas, todo fue una crónica de un Congreso añejo y no renovado anunciado, donde hay salvedades como Claudia López, quien siendo primípara logró sobrepasar en votos a titanes como Antonio Navarro Wolff; también hay que rescatar los triunfos de Jorge Robledo, Iván Cepeda, Viviane Morales etc. Teniendo este panorama, a la izquierda le va a quedar muy pero muy difícil combatir contra esa derecha y extrema derecha recalcitrante de este dizque nuevo Congreso.
Finalmente, si es usted de los que piensan que no vota porque “todos son iguales” o rayan todos los tarjetones porque “todos son una mana’a de ladrones” o que porque “el voto en blanco favorece al que más voto lleva”, pues déjeme decirle que usted es responsable, junto con millones de personas, de tener el país en la condición que la tenemos.
Indignación, que llaman. ¡Valiente indignación el dejar fuera del Congreso a grandes personajes y atornillar a los corruptos!
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