Hablar de Pacho Paz en pasado es imposible. Pacho no fue, es…nuestro compañero, hermano y amigo entrañable.
Hombre generoso con la palabra, incapaz de esconder a su compa interlocutor la discordancia. Lo hace de manera clara y sin rodeos. Su generosidad pasa por poner sus diferencias con los demás, cargadas de afecto pedagógico.
En las Escuelas político militares del M-19, educador y voceador maravilloso de pensamiento bolivariano; conocedor estudioso de la historia de América y Grecia antigua: lejos de poses intelectuales su formación la transmitía echando mano de un inacabable anecdotario que a los oídos de sus oyentes eran relatos de fantasía: indios, negras, universitarios, jóvenes, viejos, campesinas, mujeres apostados en las tres cordilleras del país son testigos de relatos que llenaron de encanto y poesía la decisión de alzarse en armas contra el mal gobierno.
Su impacto fue de tales dimensiones en las comunidades y en la militancia que cuando se les pregunta que recuerdan de los espacios de formación con Pacho Paz, contestan: fuimos felices. Pacho con su partida nos arrancará lágrimas que se enredan con sonrisas, cuando no de carcajadas: no hay en el “altar de la patria” prócer que le haya quedado sin apodo ni dios que aún conserve su cabeza. Voltaire es su consejero de primera línea.
Combatiente y preso político siempre buscando la fuga. Conspirador nato, sin remilgos moralistas de una ética a prueba de fuego y persecución. Maestro en artes plásticas de la UN, geógrafo de alto conocimiento de Europa a través de mapas gigantes que cubría las paredes de sus escondites y refugios hogareños. El viejo continente lo recorrió tras las biografías ampliamente leídas de Stalin y Hitler, aunque físicamente nunca atravesó el charco.
Anti yankee hasta la médula. Ateo que de ninguna manera pasará por el purgatorio. Escuchador deleitoso y sabedor de música clásica; profesor de colegios y escuelas de arte estrato dieciocho en el norte de Bogotá y educador popular en las lomas de Ciudad Bolívar, Suroriente y Suba. Buen catador de brandy y excelente comedor de sancochos.
Comandante miliciano, de la estirpe de Afranio Parra y Jaime Bermeo. Lector de novelas policíacas. Cuentan que se fue al cosmos a tenderle una emboscada a la pedantería y la bobada. Cuando lo vean por ahí invítenlo a lo que quieran, menos a madrugar.
Tu compañero, hermano y amigo,
José Miguel Sánchez Giraldo
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