Empiezo por citar la siguiente frase del gran activista Malcom X: “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. No es extraño que en Colombia estemos padeciendo desde hace muchas décadas un escenario oscuro donde los medios de comunicación (no todos en general) han sido y siguen siendo el principal instrumento del poder para alcanzar la consecución efectiva de unos fines propios del fetichismo político, consistente en sumergir y mantener al pueblo colombiano dentro de las más oscuras tinieblas de la desinformación, la disuasión y falsa percepción de la realidad que se materializa en hechos sociales, políticos y económicos.
Son los grandes capitales dueños de las grandes industrias de comunicación y son esos mismos dueños de la desinformación, financistas de campañas políticas y monarcas auténticos hijos de la corrupción. Pues son los medios, por excelencia, quienes definen lo verdaderamente importante, o por lo menos el poder que se esconde detrás de ellos; lo verdaderamente trascendental lo hacen poco importante y a lo irrisorio e insustancial le dan el protagonismo abismal.
Toda persona mínimamente ilustrada deberá saber que éste es un flagelo de gran magnitud existente y persistente en el tiempo, el cual incluso se ha permeado en redes sociales, lugar que uno creería, debe jugar un papel de contingencia y equilibrio frente al dominio de los medios masivos. Pero, muchas veces la cura resulta ser peor que la enfermedad, pues no hay equilibrio ni buen manejo de la información: desinformamos, confundimos y al igual que la industria de comunicación, se sesga la información y el pensamiento sobre un determinado tema que para sus efectos resulta ser lo menos importante.
Llamo entonces oscurantismo mediático, recordando aquella denominación que se le designo a la Edad Media (época del oscurantismo), a las maniobras mediáticas, tendientes a ocultar, tergiversar, manipular, disuadir, confundir, distraer, mostrar en parte o malversar la información real, veraz y concisa sobre un hecho acaecido en la realidad con efectos sociales, políticos, económicos y culturales.
El ciudadano debe estar siempre prevenido, pero para estar prevenido es necesario un nivel de formación que permita en los individuos formarse un juicio crítico sobre las cosas, saber entender el contexto real sobre sus vivencias en comparación con la imagen que se le presenta en las pantallas y desde luego hacer de esa mente crítica un instrumento potencial de transformación en su alrededor.
Tan poderosos son estos medios, que para mantener un régimen de gobierno o instaurar uno nuevo, aumentan el nivel de favorabilidad en su imagen e indirectamente le indican al ciudadano y al conglomerado social por quién votar. Un claro ejemplo de esto ocurrió en las pasadas elecciones cuando el candidato Iván Duque y Gustavo Petro realizaron la consulta interna para definir su candidatura a la Presidencia. Inmediatamente, por el resultado amplio de su votación, los medios posicionaron a los dos candidatos como los favoritos del pueblo; y de ahí en adelante esa fue la estrategia mediática para convencer al ciudadano de que ésa era la discusión, en últimas ganaron las encuestadoras y los medios de comunicación más por neuro-marketing político que por los verdaderos intereses ciudadanos.
En la actualidad sucede lo mismo: dos medios masivos muy conocidos, RCN y CARACOL, esconden la información, distraen al receptor y siembran la persecución en contra de quienes reclaman derechos, exigen mejores condiciones de vida, mejores garantías para ejercer sus derechos políticos y el pueblo permanece sedado y confundido. Buena estrategia mediática para hacer de lo importante lo menos importante, la muerte de líderes sociales, sindicales, así como el maltrato a las mujeres, el abuso de autoridad, la corrupción institucional y el cinismo político.
Con todo esto concluyo “quien controla los medios de comunicación, controla las mentes”