Dejar lo que para mí fue casi un paraíso, no fue fácil…
Bajar de una cima después de vivir la más significante aventura, crea en ti, una mezcla de satisfacción y a la vez de nostalgia…
Mi cuerpo cansado, mi mente nublada, mi ser inquietante, mi vida pagana… todo se difuminó en pocos minutos, sentí el cansancio sobre mis rodillas y en cuestión de segundos miré al lente de una cámara fotográfica, al lado de una hermosa virgen, y mi mirada cayó lentamente y mis piernas agotadas dieron los últimos pasos antes de llegar a la escuela.
Entre palabras de ánimo y al cuidado de almas nobles, me quité el peso que tenía sobre mi espalada, mire al cielo, a mi alrededor vi las montañas, vi los ojos de un noble profesor, quise seguir y di algunos pasos, pretendiendo ser valiente, pero mi orgullo no fue el triunfante ante el dolor.
Regresé a la escuela, una escuela en medio de la montaña y en medio de la soledad que algunos creen que habita allí, en el bosque, fue como de película…
Un hermoso potro negro azabache me miró a los ojos fijamente, sentí una bella conexión, no sé si espiritual o tal vez era mucho más allá de la propia espiritualidad, el profe me dio su mano, me di el placer de montar en el ser más hermoso y admirable… Oro negro.
Emprendí el descenso con una majestuosa cuadrilla inimitable: Oro negro, caballo de negro azabache… Bruce lee, un guardián atento… El profe, un guía perfecto… y un pequeño saltamontes, el hombre más atento…
Un poco insegura me sentí, al percibir tus primeros pasos, pero poco a poco entre en una conversación tan interesante, que tus pisadas fueron seguras, aunque me acercabas a las alambradas lo pase por desapercibida. Una historia sin igual, la de un hombre, El profe, que al servicio de la comunidad abre su corazón y enseña a los niños, en el más alejado y recóndito lugar, pero al mismo tiempo el más deseado y bello hogar, un profe de gran ejemplo para el pueblo, con gran destreza y mucha inteligencia, que deja sus seres amados por días, semanas y hasta meses, y se refugia en la magia del bosque a compartir un poco de su sabiduría, sin reprochar su entrega…
Me sentí por unos minutos como una gran periodista haciendo una entrevista en medio de saltos y galopando a Oro negro, vi los ojos de ternura de Bruce lee y pensé en que un perro guardián no era propiamente solo de película, este era de la vida real y más astuto que cualquiera. Se me pasó el tiempo y no sentí el dolor en mi cuerpo, me adentré a agua bonita y vi con alegría los rostros de mis compañeros, había llegado gracias a Oro negro, Bruce lee y el profe Jhon.
Mi rodilla se cansó, pero en el camino encontró, un negro azabache lleno de valor, que a mi destino me llevó… en compañía de su escolta y su guía un gran entrenador, hoy les agradezco enormemente, pues me auxiliaron con éxito y los recuerdo profundamente como mis héroes del momento.