La Operación Carlota fue y continúa siendo la mayor campaña militar latinoamericana en otro continente. Mediante la revisión de los principales momentos, sus antecedentes y unas breves reflexiones sobre esta campaña militar, busco difundir y dar a conocer un acontecimiento del que poco se habla, que, como cualquier fenómeno humano, puede ser estudiado de múltiples aspectos, visiones, ideologías y/o teorías sobre el funcionamiento de las sociedades humanas, y que aprovechando su falta de estudio, cualquier aporte, por mínimo que sea a esta campaña, sería de gran contribución para la historiografía actual. El objetivo principal de este texto no es enseñar sobre los aspectos africanos antes mencionados, sino difundir la magnitud e importancia internacional de esta campaña militar cubana. Este texto está basado en la ponencia que presenté en el IV Coloquio de Historia Bélica Universal (Facultad de Humanidades, UAEMex) en mayo de 2017.
Relaciones Cuba-África
El apoyo de las fuerzas cubanas a los movimientos revolucionarios de África, que estaban tomando fuerza, había comenzado desde 1965, cuando Ernesto “Che” Guevara recalcó (cito textualmente) «la necesidad de brindar su aporte solidario e impedir la recolonización de Zaire (…) contribuir a la lucha armada de los pueblos de las colonias portuguesas, como punto de partida para el gran y definitivo combate: la liberación del pueblo sudafricano del yugo ignominioso del apartheid y la independencia de Namibia ocupada también por los racistas blancos de Pretoria» (Risquet, 2000: 12).
A inicios de 1965, el Che también sostuvo en el Congo Brazzaville entrevistas con la dirección del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), que era el partido político marxista angoleño. «De este encuentro histórico –dijo el Che– surgiría otro compromiso, a solicitud de los patriotas angoleños: la ayuda al movimiento guerrillero contra el colonialismo portugués» (Risquet, 2000: 19).
Estas contribuciones fueron aprobadas por el Partido Comunista de Cuba. Por lo que llegó el Che a tierras africanas en compañía de más de un centenar de cubanos. Constituían la llamada “Columna Uno”, dispuesta a entrenar y pelear junto a los rebeldes angoleños.
Según el diario El Granma, durante los meses de permanencia en Zaire, libraron más de cincuenta acciones combativas en condiciones de extrema adversidad sin ser vencidos por el enemigo; pero la ausencia de un movimiento patriótico vertebrado con el cual colaborar, debido a la división del pueblo en múltiples partidos de distintas tendencias políticas, los llevó a interrumpir la misión (Mayoral, 2014).
A partir de entonces y hasta 1974, la solidaridad cubana con los independentistas marxistas angoleños se manifestó en el respaldo a su lucha patriótica en importantes escenarios internacionales como en las Naciones Unidas y el Movimiento de Países No Alineados, así como en el entrenamiento de hombres y becas para estudios universitarios en Cuba (Mayoral, 2014).
En la nueva etapa de lucha angoleña que se inicia en 1975, cuando ya lograda la independencia de Angola contra Portugal, son violados los Acuerdos de Alvor por el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) ambos de derecha; dirigidos, financiados, entrenados y armados por la CIA, Sudáfrica y Zaire; el MPLA solicita con urgencia la colaboración militar de Cuba, ya que buscaban dejar fuera del poder a este movimiento. El primer comandante Díaz Argüelles, entonces jefe de la Décima Dirección del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), es quien asume la tarea de ponerse al mando de la Misión Militar Cubana (Mayoral, 2014) (García, 1977).
El MPLA había planteado, a través de Díaz Argüelles, la necesidad de aproximadamente 100 instructores para contribuir a la preparación de unidades de las FAPLA (Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola).
El plan sugerido por Cuba contemplaba organizar, preparar y armar unas 50 unidades de las FAPLA (batallones de infantería y baterías de artillería), en cuatro escuelas militares que se crearían: los Centros de Instrucción Revolucionaria (CIR) de Dalatando, al este de Luanda; Cabinda, en el norte del país; Saurimo, en la región noroeste, y el ubicado en el sur de Benguela (Mayoral, 2014).
La Operación Carlota
En informe al primer viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Abelardo Colomé Ibarra), Díaz Argüelles relató en agosto de 1975: «El camarada Neto aceptó muy emocionado la proposición nuestra. Estaba conmovido. Me pidió que le dijera a Fidel que aceptaba todo» (Gleijeses, 2002: 297). Este es el comienzo oficial de la Operación Carlota, la cual es nombrada así en honor de una esclava negra que lideró una sublevación de esclavos en Cuba durante el siglo XIX (Bertaux, 2008: 189).
Tres buques se encargaron de transportar a la mayoría de los instructores y sus jefes; los otros, hacen el viaje por avión. Suman 480 hombres, y junto a ellos arriban a suelo angoleño, entre el 5 y el 11 de octubre de 1975, 12,000 fusiles checos R-52, piezas de mortero, antiaéreas y cañones antitanques, así como uniformes y alimentos para dotar en los centros militares a las unidades de las FAPLA (Mayoral, 2014).
Ubicadas en lugares clave desde el punto de vista geográfico, las cuatro escuelas entraron en funcionamiento a mediados de octubre de 1975 con oficiales cubanos al frente; los comandantes Romárico Sotomayor García y Eustaquio Nodarse Bonet, el primer comandante Ulises Estrada Reyes, en el cuarto centro, con más instructores y reforzado en armas, dado el aislamiento de Cabinda con respecto al resto del territorio de Angola, estaba bajo la conducción del comandante Ramón Espinosa Martín (Mayoral, 2014) (Gleijeses, 2002: 156).
La injerencia de Sudáfrica venía en aumento. «Primero, enviaron un destacamento a Calueque y a Ruacaná —15 kilómetros en el interior de Angola— con el pretexto de cuidar las instalaciones del complejo hidroeléctrico del río Cunene que proporcionaba energía a Namibia (Mayoral, 2014).
Entre los días 2 y 3 de noviembre, en Catengue, instructores militares cubanos y sus alumnos angoleños del CIR (Centro de Instrucción Revolucionario) ubicado en el sur de Benguela, intentan detener el avance de la columna blindada sudafricana, la cual desde el 14 de octubre avanzaba desde Namibia hacia el Norte angoleño en dirección a Luanda. Es esa la primera resistencia organizada que encuentran los invasores, quienes a pesar de sufrir sensibles bajas pueden franquear la posición y continúan avanzando hacia el Norte debido a su superioridad en hombres y medios (Mayoral, 2014).
El 10 de noviembre de 1975, Fidel Castro, continuando en secreto la operación, despidió en el aeropuerto de Rancho Boyeros a un destacamento de 82 bien entrenados soldados de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, vestidos de civil (Cino, 2015).
En pocos meses, Cuba llegó a totalizar alrededor de 70 000 soldados en Angola. Pasado el peligro inicial, la cifra se estabilizó en unos 40 000 (García, 1977). El ejército regular de Zaire agrupa un regimiento reforzado, más hasta tres batallones del llamado Frente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC) y una compañía de mercenarios. Poseían blindados AML-90, una batería de morteros, obuses y numerosas baterías de artillería de diverso tipo (Mayoral 2014).
Pese a la superioridad del número de hombres y armas de los invasores europeos que ataca el enclave desde tres direcciones, después de cruentos combates durante cuatro días, un crecido número de atacantes es aniquilado y dispersado el grueso de ellos, el resto se retiró desmoralizado a Zaire (Mayoral 2014).
A mediados de noviembre, la columna sudafricana es detenida en las márgenes del río Queve. Unidades de las FAPLA, instructores cubanos y sus alumnos del CIR de Benguela, junto a las primeras compañías del batallón de Tropas Especiales son los protagonistas de la hazaña. Vuelan los puentes sobre el Queve y establecen la línea defensiva Porto Amboim, la cual nunca fue superada por el enemigo (Mayoral, 2014). Bajo la dirección del oficial René Hernández, jefe de una de las compañías del Batallón de Tropas Especiales, tendrá lugar días más tarde, otro hecho que marcó pautas: el combate de Ebo del 23 de noviembre, al sur de la mencionada línea defensiva. La acción culminó con una sangrienta derrota para los sudafricanos, quienes, al perder entre 80 y 90 hombres y numerosos equipos blindados, quedaron tan desmoralizados que detuvieron su ofensiva durante varias semanas (Mayoral, 2014).
El apoyo desde Cuba seguía en ascenso. El 13 de noviembre había llegado a Angola el comandante Leopoldo Cintra Frías, para ponerse al frente de un regimiento de artillería que desembarcaría en Angola entre el 27 de ese mes y el 1 de diciembre. Tras la incorporación de esas nuevas unidades la situación empezará a cambiar a favor de las fuerzas revolucionarias (Mayoral, 2014).
A finales de noviembre está también junto al MPLA el comandante Abelardo Colomé Ibarra para hacerse cargo de la Misión Militar Cubana. Él, Cintra Frías y Díaz Argüelles conformarán la jefatura cubana de la guerra contra Sudáfrica (Mayoral, 2014). El 10 de diciembre de 1975, el comandante Díaz Argüelles muere al ser alcanzado por una mina antitanques mientras exploraba un camino en el Frente Sur (García, 1977). Desde las primeras semanas de noviembre, las tropas invasoras que avanzaban desde el Norte habían sido derrotadas en Quifangondo. Luego sucedería algo similar en el Sur, tras las acciones en las cercanías del rio Queve y el combate de Ebo. A partir de ahí avanzará la ofensiva contra las tropas sudafricanas (Mayoral, 2014).
Para fines de marzo de 1976 las últimas unidades invasoras abandonan el suelo angoleño. En ese lapso de aproximadamente cinco meses, arriban, de manera incesante a Angola, miles de internacionalistas cubanos, fuertemente armados, hasta alcanzar la cifra de 36 000 nuevos efectivos (Mayoral, 2014).
El 27 de marzo de 1976 el último destacamento de los sudafricanos cruzó el río Cunene y se internó en la Namibia ocupada por el apartheid. Desde el Océano Atlántico hasta la frontera con Namibia, y de Cabinda a Cunene, la República Popular de Angola estaba libre de los invasores. Todo parecía indicar que la guerra había llegado a su fin, y que después de un determinado plazo para que las FAPLA pudieran asumir la defensa del inmenso territorio, ya no haría falta mantener la ayuda altruista de los internacionalistas cubanos (Mayoral, 2014).
En julio de 1988, luego de la costosa y prolongada batalla de Cuito Cuanavale, las tropas cubanas consiguieron la retirada sudafricana del sur de Angola. Los acuerdos de paz se firmaron entre Cuba, Sudáfrica, Estados Unidos y la Unión Soviética en 1988. Fue uno de los últimos episodios de la Guerra Fría. Según cifras oficiales, dos mil cubanos murieron en Angola. Sus restos fueron repatriados en diciembre de 1989 (Cino, 2015).
La guerra se extendió hasta 1991 pero de una forma menos agresiva y en forma de pequeñas guerrillas instruidas por la CIA para atacar a los marxistas de Angola, por lo que el grupo militar cubano, ya abandonado por la U.R.S.S. (quien creía que la guerra debía ser librada solo entre el tercer mundo), permaneció ahí hasta dicho año (Huband, 2004: 75) (Le Riverend, 1995: 97).
Consideraciones finales
La Operación Carlota, y en general, toda la intervención cubana en Angola, a mi parecer, demuestra la solidaridad que Cuba sentía con los demás países tercermundistas, tanto por su calidad de sumisión frente a las potencias, como por la ideología socialista, que busca la revolución proletaria en el mundo.
Hoy Angola, a pesar del petróleo y los diamantes, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, menciona el periodista Luis Cino, dejándonos a criterio personal la respuesta a la pregunta ¿Valió la pena la muerte de dos mil cubanos en Angola? Pienso que, como en cualquier guerra, las pérdidas humanas siempre son lamentables, desde una hasta dos mil, sin importar la ideología, la raza, la religión, etc. Pero, analizando el contexto, Cuba necesitaba demostrar su poder militar, ya que, en la Guerra Fría, solo se esperaba algún pretexto para que las superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) y sus aliados, se enfrentaran directamente; como en el caso de Corea, Vietnam y Angola (por mencionar algunos), los combates fueron indirectos, utilizando la bandera de la ideología para intervenir en estos países.
Desde la ideología marxista, podríamos decir que Cuba se cubrió de gloria al ayudar en el triunfo de la revolución de Angola contra Europa, y que, como parte de la política internacionalista socialista que Lenin defendía, no se podía hacer otra cosa más que ayudar al pueblo hermano de Angola.
El significado que pueda tener este y otros sucesos de la Guerra Fría, dependerá del lugar y el tiempo del que lo veamos, como marxista se podría decir mucho, por las causas políticas que se persiguieron, pero lo importante, independientemente de la ideología, es conocer y estudiar el pasado, no para juzgarlo valorativamente, sino para comprenderlo.
Fuentes
Bertaux, Pierre (2008), África: desde la prehistoria hasta los Estados actuales, México, Siglo XXI editores.
Cino, Luis (2015), “¿Valió la pena la muerte de dos mil cubanos en Angola?”, consultado en: http://www.martinoticias.com/a/cuba-angola-operacion-carlota-muerte-miles-cubanos/108113.html
García, Gabriel (1977), “Llegada de las tropas cubanas a Angola”, consultado en: http://www.urrib2000.narod.ru/ArticCarlota.html
Gleijeses, Piero (2002), Misiones en conflicto. La Habana, Washington y África. 1959-1976, La Habana, Editorial Ciencias Sociales.
Gutiérrez, Marco Antonio (2017), “Operación Carlota: la odisea cubana en Angola (1975-1991)”. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/340049668_Operacion_Carlota_la_odisea_cubana_en_Angola_1975-1991_Operation_Carlota_the_Cuban_odyssey_in_Angola_1975-1991
Huband, Mark (2004), Africa después de la Guerra fría, Barcelona, Paidós Ibérica.
Le Riverend, Julio (1995), Breve historia de Cuba, La Habana, Editorial Ciencias Sociales.
Mayoral, María (11 de marzo de 2014), “Nace la Operación Carlota”, La Habana, Diario Granma, consultado en: http://www.granma.cu/granmad/secciones/30_angola/artic01.html
Risquet, Jorge (2000), El segundo frente del Che en el Congo, La Habana, Casa Editora Abril.
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