Ojo con la Universidad Pública

Cosme Fulanito @temoalolvido
Cosme Fulanito @temoalolvido

Me encontré con un artículo escrito en 1983 por el filósofo Guillermo Hoyos Vásquez en el Magazín Dominical de El Espectador, en donde hace una reflexión muy interesante sobre el poder de la Universidad y el poder del saber. Lo más curiosos de tal texto es que todo lo que allí dijo el pensador colombiano hace 41 años no es diferente a lo que sucede hoy en día. Hablando explícitamente del problema en el que está sumergida la Universidad Nacional con la elección de un rector que se aferra al poder de una rectoría que no ganó de forma legal.

Dice Hoyos: “Pero lo que podría ser un error histórico sería desconocer en este momento los esfuerzos de la universidad pública para seguir asumiendo responsablemente y seriamente sus tareas en el contexto nacional”. Es decir, cómo pensarse una universidad que forme, que le haga frente a lo que sucede, si el primer mecanismo que debería ser respetado como la elección de rector no es clara, se hace a puerta cerrada, se burla la votación del profesorado y los estudiantes. Cómo tener una universidad si allí no hay una garantía para pensarse el país desde una praxis interna. El gobierno del cambio está en contra de la trampa y de la triquiñuela, pero en el alma mater del conocimiento y el saber todo se hace de forma burda y oscura. Entonces, ¿qué le queda a los estudiantes? Exigir, eso les queda. ¿Cómo? Alzando la voz, exponiendo el gran problema que está atormentando sus edificios, sus lindos espacios al aire libre, sus plazas que aún, aunque tanto tiempo haya pasado, mantienen fragmentos de los pasos de grandes intelectuales y activistas. Dice más adelante Hoyos: “Dejar a la universidad pública desde el punto de vista político y económico, como quien dice, abandonada a su suerte y a su destino, seria no comprender la función vital de la universidad pública con respecto a la formación profesional, cultural y política de los ciudadanos”. Me gusta el final de este fragmento porque la universidad pública y en sí la universidad, es un compromiso ciudadano, una sociedad que desconoce su poder, que lo ignora o lo tacha de cuna de vándalos, no solo se desconoce a sí mismo, si paso por alguna universidad, sino que desconoce el poder que tiene el saber en la construcción de la misma sociedad que habita y critica y se cree conocedor. Ignorar lo que pasa es condenar la crítica y formación a manos que desean todo lo contrario.

Otro fragmento de Hoyos: “Al compromiso del país con su universidad debe corresponder un compromiso de esta con las expectativas y necesidades de los colombianos”. En una mundo como el que habitamos en donde el capitalismo lo cubrió todo, lo domina todo, lo azota todo, no queda otro camino que echar mano de la academia, de las reflexiones que salen a flote por los intelectuales, por los estudiantes que defienden con cuerpo y alma las aulas en donde recibe la cátedra que les brinda las herramientas para enfrentar al mundo. Existen, como sabemos, otros intereses, otros individuos que quieren realidades deformadas, propias para sepultar las desigualdades, la ignorancia y poner la violencia como camino único para arreglar el país.

No se trata de discursos románticos o demagogias, esto realmente es una necesidad, es una prioridad atender lo que sucede en las universidades públicas, en las necesidades de la educación, en desacomodarse para pensar en el que se está formando, en los docentes y en toda comunidad afectada por las indecisiones de una rectoría no elegida, por el poder de algunos cuantos por querer dominar sectores que no pueden caer en manos inescrupulosas. La universidad en su generalidad necesita espacio, credibilidad, respeto y apoyo de cada uno de los colombianos, pues por cada individuo que se forma, una mente estará en la capacidad de construirse de manera crítica y poner sobre la mesa el debate que nos compete a todos. Ignorar lo que sucede, es dejarle el debate a los que no quieren que se dé el debate, es darle voz a los que no pueden tenerla porque no es un asunto de libertad, sino de responsabilidad sobre lo que se dice.

Me uno a los que han dicho muchos ya, conociendo o no el texto de Hoyos a quien cito: “la universidad está llamada a mantener en la sociedad vivo el interés por la verdad, por la democracia, por la crítica, por las necesidades reales del pueblo y por las libertades políticas y la independencia cultural de la nación”. Creo que el papel de la universidad no es poco, no es miserable, que su equilibrio ha permitido hacer la lucha a los discursos que destruyen. Pienso que la universidad es el punto de partida de muchas cosas en una sociedad que no sabemos quién la domina, que tiene tantas voces, que nos han sumergido en debates falsos, en apreciaciones vacías y en un horizonte que no tiene futuro. Han querido desde hace mucho tiempo callar el pensamiento crítico, pero no puede ser posible, hay una responsabilidad que muchos no pretendemos renunciar.

No soy hijo de la universidad pública, pero soy hijo de la libertad y del poder que tiene el saber para comprender y construir la sociedad.

Esquirla: el texto de Guillermo Hoyos lo encontré en el texto Filosofía y prensa en Colombia: el caso del magazín dominical de El Espectador (1980-1990). Antología realizada por el filósofo colombiano Damián Pachón en el 2016.

Juan Camilo Parra Martínez

Escritor. Autor de la novela corta: Siempre quedará y del libro de ensayos literarios Domingo, 3 de abril.

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