Nosotros los homosexuales

En Colombia las personas que tenemos una opción sexual diferente a la convencional, se nos ha exigido a lo largo de nuestra historia republicana reprimir, ocultar o disimular nuestras aberrantes inclinaciones hacia personas del mismo sexo, y todo ello con el noble propósito de preservar las buenas costumbres que hemos heredado de instituciones como la Iglesia Católica, La Inquisición, y la Constitución de 1886. Además se nos ha recordado constantemente por los sabios prohombres que defienden las buenas costumbres de esta gran nación, que ni desde el plano religioso, ni desde el natural o social nosotros estamos habilitados para gozar de los mismos derechos que las personas normales tienen – los no enfermos -.

Es por ello que grandes discusiones intelectuales y de gran calado científico – criollo – han sido esbozadas en diferentes estamentos de nuestra sociedad, esgrimiendo el por qué la homosexualidad es un vicio que debe ser perseguido con toda severidad; empezando por las brillantes propuestas de La Inquisición General de la Nación en cabeza del impoluto Dr. Alejandro de Torquemada y su fiel compañera de luchas Miryam I de Castilla, de quienes conocemos su admirable labor en la persecución de los gais y lesbianas que han intentado profanar la institución
del matrimonio – el católico, que por supuesto es el único oficial en Colombia -, así como la abolición paulatina de sus derechos.

Desde luego, tenemos también Universidades y diarios que aúnan esfuerzos para extirpar dicha enfermedad que amenaza nuestra sociedad; como la Universidad de la Sabana que con sus eruditos conceptos ha tratado de iluminar a la descarriada Corte Constitucional. Asimismo tenemos diarios como El Colombiano el cual nos ha protegido al no publicar información relacionada con marchas del orgullo gay y todas esas “vagabunderías” propias de esa gente -si no me cree, simplemente vaya a el buscador de este diario y escriba las palabras claves; marcha orgullo gay -, Eso sí, ellos “promueven el debate desde el respeto y la argumentación” reseñando las amables palabras con las que el Senador Gerlein sabiamente se refirió a los homosexuales como; “asuntos sucios, asquerosos y excrementales” y por otro lado desaprobando la “preocupante” columna sobre los “Enfermos *” del señor Akerman, con el siguiente elegante galimatías “Para el autor, no publicarla implicaría su renuncia. La publicamos y aceptamos su renuncia”.

La verdad, me cansé de tener que soportar como homosexual, que esos grupos de “prohombres” opinen, profieran epítetos o piensen que tienen el derecho de decidir cómo debe ser mi vida sexual y que derechos se pueden o no derivar por el simple hecho de no tener la elección que tiene la mayoría de personas “normales” de este país. Basta con mirar el desagradable desprecio que mostró el Representante a la Cámara Federico Hoyos – en otrora profesor mío – frente a nosotros en su desafortunada columna “Adopción gay en Colombia y toros”; no sabía que para usted Doctor, los derechos de los homosexuales eran equiparables a los de un aficionado taurino, dice usted: “Volviendo al caso de la consulta taurina, y teniendo en cuenta que el país está esperando la decisión frente al fallo de la Corte sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo”.

Todos los ejemplos anteriores demuestran la persistencia histórica de segregación, violencia y violación sistemática de los derechos de la comunidad LGBTI, ya sea negando dichas realidades o poniendo en duda su acaecer en el país. Los agresores se apoyan en un entramado de argumentosque nada tienen que ver con explicaciones serias y/o científicas sobre el asunto. Hay muchos factores sociológicos que pueden explicar dichos comportamientos, algunos de ellos pueden ser: la caricaturización social del “marica” – concepto que encierra a la comunidad LGBTI en lenguaje común colombiano – como personaje pintoresco y no digno de respeto, también el referirse a los homosexuales como conceptos y no como personas; es así como el acometedor no se siente culpable a la hora de realizar actos de discriminación.

La lucha de los homosexuales en Colombia sigue los mismos caminos que enfrentaron los movimientos afroamericanos para llegar a la Ley de los Derechos Civiles de 1964 en los Estados Unidos o la eliminación del Apartheid en Sur África. Expresiones como “La mescla de razas es comunista”, “América para los blancos”, “Los blancos del sur son los mejores amigos de los negros… pero no a la integración”, “Inmundo, anormal y animal”, y conceptos de instituciones gubernamentales como la “Souer Commission” a la cual se le encargó estudiar los efectos de la integración de blancos y negros en Sur África; concluyendo que esta propiciaría la perdida de la personalidad de los grupos raciales, muestran un claro vínculo con los atropellos a los que son sometidos los integrantes de la comunidad LGBTI en Colombia; las últimas semanas han sido especialmente prolíficas en dicho sentido, veamos: “Las personas homosexuales y lesbianas merecen nuestro respeto como personas, pero hay que señalar que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermada”, “sufren de una anomalía”, “presentan una salud mental deteriorada”, “las prácticas que realizan, como pederastia, sexo con
animales y entre ellos incesto”, “adopción gay en Colombia y toros”, entre otros, ¿Alguna similitud?
¿Será que la historia es como un perro que se persigue la cola?

Es fácil identificar como ha mutado el discurso de los agresores; empezó como una defensa de costumbres con un trasfondo religioso, mutó a explicaciones “naturalistas” y ya vamos en referendos y consultas populares como la que defiende el Doctor Hoyos, así la cosa, la mayoría definirían los derechos de la minoría. Es irónico que una persona con formación de politólogo salga a la palestra pública con este tipo de propuestas, me pregunto; ¿hablará el “político”? Por otro lado, La ausencia casi total del Congreso de la República en la consolidación de los derechos de la
comunidad LGBTI y erradicación de su discriminación, ha hecho que dicha labor recaiga continuamente en la Corte Constitucional.

Sin embargo, el fallo del 18 de febrero de 2015 constituye un entuerto jurídico ateniéndonos al desarrollo jurisprudencial de dicha Corte sobre la materia. La Sentencia T-716 de 2011 que esta entidad emitió, reconoció la relación de parejas homosexuales como otra forma de familia. Lo racional y sensato sería reconocerle a esta forma la igualdad frente a la otra forma, sin embargo, su última decisión erige un absurdo, pues por un lado abrió la posibilidad que los hijos biológicos de personas homosexuales puedan ser adoptados por sus parejas y por el otro negó la posibilidad de adopción por el hecho de no ser biológicos, lo que a su vez constituye una forma de discriminación inaceptable. En Colombia los jueces y magistrados están en la obligación de fallar de acuerdo a los
hechos y no guiados por sus juicios personales, pese a ello la balanza y las cuentas de este tipo de decisiones están aún atadas a las concepciones de los honorables togados. Obiter dictum. Recomiendo a aquellos que tenga curiosidad o quieran ampliar el tema, leer el libro “Sex at Dawn” de Christopher Ryan y Cacilda Jethá.

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[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2015/02/Daniel.jpg[/author_image] [author_info]Daniel Marín Salazar ¿Quién fuera necio para encerrarse en los limitados e inexactos contornos del concepto?  ¡Todos lo somos!…  ¡Contradicción!  ¡Jano! Abdicando, diré que soy «Daniel»,  «Politólogo» y loco obsesivo por el biopoder, los rizomas, el urbanismo, los espacios, la fotografía, la belleza y la contemplación. [/author_info] [/author]

Daniel Marín Salazar

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