En 2015, un hombre perdió a su pareja en los atentados terroristas de París. Quedó truncada la vida en familia y un hijo de por medio. Un bebé. ¿Qué hizo el hombre? Escribió una carta a su hijo en la que declara no odiar a los terroristas. “No tendrán mi odio” no solo es una historia preciosa sino un acto político. La resistencia en su máxima expresión. Alguien que ha perdido al amor de su vida, tras un atentado terrorista, tiene derecho a convertir su dolor en odio. Y alimentar con él, el deseo de eliminar al enemigo. Si lo hubiera hecho, estaría justificado. Así es la condición humana. Pero hizo algo diferente; algo más valiente. No aceptó lo que propone el terrorismo: generar odio. Contra todo y contra todos, porque el terrorismo, en sí mismo, no tiene rostro, ni nombre. Es una fuerza oscura y contundente que arrebata con furia lo que se considera más preciado. El odio de Israel contra Hamas ha sido extendido a los gazatíes. La pasividad de la comunidad internacional la hace cómplice. El derecho internacional es su expresión universal más prescindible. Nadie supone una confrontación militar contra Israel, pero la negociación no aguanta un pretexto más. El conflicto no necesita más análisis porque sus consecuencias humanitarias son evidentes: un pueblo entero muere de hambre. Está sitiado. Está inane. Está muriendo en frente de todos nosotros, y los móviles que impiden el acceso de ayuda humanitaria, han puesto en evidencia que Israel tiene una fuerza militar inmisericorde. Israel tiene derecho a repeler toda agresión contra su territorio y su población. Pero ha pasado los límites. Los ha pasado con creces y ello es sistemáticamente indefendible. A Israel no se le puede resistir por vía militar. Pero todo acto de defensa de la libertad suma su solidaridad contra Gaza abatida pero no olvidada. Lo que hace Israel no tendrá nuestro odio, pero tampoco nuestro silencio. ¡Basta ya!
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Del autor

John Fernando Restrepo Tamayo
Abogado y politólogo. Magíster en filosofía y Doctor en derecho.
Profesor de derecho constitucional en la Universidad del Valle.

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