Para mí era increíble que un domingo ya bien entrada la noche, aparecieran de todos lados mensajes sobre la pintada del vagón del Metro. Era evidente la indignación, que a esta hora no debió parar, pero también estaban las voces diferentes que invitaban a ver más allá de lo que una simple fotografía nos mostraba. El Graffiti estaba en la agenda pública, incluso por encima de los escándalos tradicionales del país.
He tenido la oportunidad de trabajar con Grafiteros los últimos 7 años de mi vida, y he podido conocer de cerca sus experiencias, emociones, intenciones y motivaciones a la hora de rayar una pared u otra superficie. En este tiempo he podido comprender que el Graffiti tiene dos caras: una cara ilegal y otra legal, pero que en ambas hay un objetivo común, algo que ellos llaman el “Getting Up” lo que significa “darse a conocer”.
Al principio pareciera ser algo de ego y búsqueda de la fama, pero en el fondo hay un mensaje muy potente: “Aquí estoy yo”, y me siento tan orgulloso de lo que soy, que lo quiero colocar en todos lados, de todas las formas y en todos los colores y tamaños. Algunos deciden hacerlo por la vía de lo ilegal, y ahí aparece el Bombing como el acto de rayar sin permiso y para transgredir a la sociedad misma, se gana respeto por la cantidad de piezas que hagas, los lugares y el factor calidad vs. tiempo. Otros lo hacen desde lo legal, algo más artístico, donde le puedan dedicar más tiempo, y su respeto es ganado por la técnica, el concepto y en general la estética.
En estos 7 años, he trabajo en torno a lo que llamamos la cara “Legal”, haciendo que esta expresión artística sea una opción de vida para quienes lo desean, pero debo decir que también respeto a quienes desean hacer bombing, ya que algunos lo consideran parte de su esencia y como algo fundamental en el Graffiti. Algunos grafiteros incluso llaman equilibrio al hecho de que un artista que hace obras hermosas, de gran formato y con concepto, siga bombardeando las calles. ¿Que si lo que se hizo en el Metro es Arte o Vandalismo?, es otro debate.
La definición de vandalismo textual es algo como “Actitud o inclinación a cometer acciones destructivas contra la propiedad pública sin consideración alguna hacia los demás.” y subrayo la palabra “destructiva”, porque para quienes defienden lo ocurrido allí, uno podría tal vez cambiar esa palabra por acciones creativas. A lo mejor lo que hicieron estas personas fue modificar estéticamente un tren que sólo de tres colores se veía aburrido, sin embargo, socialmente llamamos a eso vandalismo no por la obra en sí misma, sino por la acción: en las noches, a oscuras, sin permiso.
A los que rayaron el Metro, no les importa en absoluto si los llaman vándalos o artistas, cumplieron su objetivo -además con publicidad gratis de El Colombiano- y era transgredir, generar algo en la sociedad y en el caso de Medellín tocar una de las joyas moralmente más preciadas: el Metro. El debate jurídico es muy sencillo, el daño en propiedad privada o pública es un delito, punto, pero el debate moral está abierto: esto es una acción destructiva o es una acción creativa? Entonces cómo podemos considerar a quiénes el 1 de Mayo destruyen cajeros y establecimientos comerciales: destructores o creativos? vándalos o artistas?
Las voces que al principio se indignaban ya están pidiendo acciones contra estos “vándalos”: cárcel, persecución, castigo, ahora quisiera escuchar voces sobre qué hacer en los próximos años con aquellos que están en la otra cara del Graffiti y buscan ser reconocidos como artistas, por sus obras y su trabajo. El lío de esta situación es que terminamos metiendo en la misma bolsa a los dos, y a pesar de que estamos hablando de la misma expresión, no estamos hablando de los mismos actos.
La pasada Alcaldía después de varias movilizaciones fuertes de Grafiteros -incluyendo dos tomas de Graffiti en la calle San Juan-, le apostó a intervenir diferentes espacios de la ciudad de la mano de algunos. Los resultados son tremendos, y aunque hay críticas por los contenidos de las obras, y que algunas hayan tapado otros artistas, hay que decir que la ciudad se ve mucho mejor con ellas. Lo interesante de lo que está ocurriendo es comprender la actitud no sólo que va a tomar la ciudad sobre el tema, sino también las autoridades.
El Alcalde Federico Gutiérrez conoce el Graffiti, se ha sentado con artistas y ha escuchado sus propuestas, y recientemente concejales como Daniel Carvhalo se han interesado por ayudar en la construcción de espacios para estos jóvenes, el reto está ahora en comprender esta expresión más allá de los titulares de prensa y los momentos de euforia, y desde allí proponer espacios para que cientos de jóvenes puedan seguir construyendo su opción de vida desde allí.
No sólo se trata de si son grafiteros legales o ilegales, se trata de escuchar la voz de jóvenes que de un lado o de otro tienen algo qué decirle a la sociedad, algunos quieren pintarla otros transgredirla, la pregunta es ¿Por qué?
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