Es preocupante que importe más un partido de fútbol que la vida de nuestros líderes. Eso sin duda demuestra que no nos importa el otro, que nos parece mejor ignorar la realidad y dejar que todo pase sin decir una sola palabra. El mensaje del pasado 17 de junio es bastante claro, los resultados electorales en las regiones mas afectadas por la violencia y el conflicto armado se atrevieron a decir no más de lo mismo y nos demostraron ser capaces de dar el primer paso para cambiar la realidad que los tiene afectados hace tiempo sin ninguna justificación.
El reto del nuevo gobierno es garantizar el respeto por los derechos de las minorías y ello por lo menos en lo poco que va de su victoria en las urnas no se ha visto reflejado, pues parece que pensar diferente nos hace menos personas en esta sociedad que, estigmatiza las nuevas formas de hacer política e interactuar con los demás. Rechazamos este tipo de acciones, porque no podemos seguir siendo el pueblo que ignora su historia y se condena a repetirla una y otra vez. No queremos más muertes injustas, toda vez que hemos avanzado bastante, y reconocemos que somos una sociedad diversa que merece respeto, porque dicha diversidad aporta como la que más para construir una sociedad en la que la exclusión y la discriminación sobresalen constantemente. Queremos y creemos que es posible idear una sociedad en la que se construyan nuevos escenarios para la educación, para la cultura, la equidad y el respeto en nuestro la vida cotidiana.
No aceptamos que en los últimos años se hayan cometido crímenes atroces en contra de quienes defienden los derechos de los más vulnerables. Esto situación debe alarmarnos para dar el primer paso y empezar a cambiar la forma de entender y realizar la política en Colombia. Y es por ello que nos mostramos en contra de cualquier acto de amenaza, miedo, o violencia. Somos capaces de reafirmar que no nos sentimos representados con un Estado que cree que en la guerra del ‘todo vale’ si se trata de defender el honor de la institucionalidad, y por eso alzamos nuestra voz y decimos: ¡hasta cuándo vamos a seguir aceptando y legitimando el ejercicio de la política con violencia y miedo, si somos nosotros mismos quienes utilizamos la violencia y la legitimamos cada vez más para que siga acabando nuestra resistencia!
Ya no más, ya no aguantamos una muerte más sin ser justa, porque nuestra labor siempre ha sido defender las poblaciones excluidas y por eso nos hacemos sentir como lo que somos: el pueblo que despertó y cree que lo mejor está por venir y que, no está de acuerdo con ninguna acción que atente contra la vida, porque la vida va primero ante cualquier situación.