“Que fácil robar y ser listo. Yo insisto en amar al distinto, coger de la mano al hermano y sacarlo de prisa de su laberinto” Nach – Éxodo.
¿Quién no ha sufrido hechos traumáticos en esta vida? ¿Quién no ha sentido el filo de la espada que te atraviesa cuando un ser querido parte de este mundo? ¿Quién no tiene heridas de aquellas espinas de rosas que agarras cuando te enamoras? Todos los seres humanos, si se piensa, los niños y adolescentes también, atravesamos alguna crisis en nuestra vida terrenal.
Este ser humano atraviesa en este momento una crisis muy dura. No vine aquí a victimizarme, vine acá a desahogarme y a normalizar mi crisis por medio de estas líneas, es decir, aceptar que muchas veces puedo y voy a estar mal. Pero ello no quiere decir que la guerra está perdida.
La mayoría de las batallas que he presenciado en mi vida han sido grandes aprendizajes y grandes sufrimientos. Uno va de la mano del otro, comprobamos científicamente que la vida nos da sufrimientos constantes pero que, si normalizamos nuestras crisis, nos damos cuenta de que esos sufrimientos, esas heridas del alma, se transforman en sonrisas y aprendizajes. No hay nada mas bello en este mundo que ver a una persona salir de su fondo y sonreír, o por lo menos, ese es el acto más bello para mí.
Es cierto, mi mente me propone actuar de mala forma, pero yo debo saber cuándo actuar y cuándo abstenerme de actuar. Mi sobriedad depende de eso. Mi propósito de vida que se instauro a la fuerza hoy en día es la fuerza mas poderosa que yo poseo, es indestructible ante los ojos externos, pero puede ser débil ante los internos, por eso normalizando la crisis puedo forjar un imperio impenetrable.
No me tomo a nada personal excepto lo que me digo a mi mismo, por lo tanto, este escrito personal se transforma en aquello que me forja, aquello que me saca del laberinto y me propone salir adelante. Gracias a todas aquellas personas que de manera incondicional han leído las humildes palabras que este ser humano pues con ellas he normalizado las crisis de manera constante.
Normalicemos aquellas tormentas que nos rodean. Recuerden que por mucho que dure la tormenta siempre saldrá el Sol. Guiémonos de sus enseñanzas y energías, vivamos en esa milésima de segundo en donde lo imperceptible se puede ver con los ojos de la consciencia. Normalicemos las lagrimas y las sonrisas. Normalicemos las emociones e iluminémonos ante las indiferencias de la humanidad. Seamos faros de luz ética, seamos la norma de las crisis, el limite del libertinaje, seamos nosotros mismos.
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