Desde una mirada externa resulta paradójico que un alcalde violento, agresivo y autoritario como Daniel Quintero se la haya jugado por crear una secretaria de la No Violencia, digo paradójico porque Quintero se ha caracterizado por ser un permanente instigador de la división, el sectarismo y la persecución a la oposición, prácticas que a todas luces desentonan contra el espíritu pacifista desde el cual se creó una secretaria que idealmente buscaba promover y posicionar una cultura de la no violencia en Medellín.
Algo que, desde una mirada estrictamente política, no se logró. Para muestra, hoy la ciudad asiste a una campaña electoral agresiva y violenta, con un alcalde que amenaza con “irse a las manos” con un opositor, y con candidatos marginados en el ponderado de las encuestas que solo buscan posicionarse con base en ataques y mentiras. No es tanto la Medellín polarizada, es la Medellín dividida, galvanizada por el fanatismo, el odio y cierta violencia política. ¿En qué quedó la creación de una cultura del respeto y la no violencia?
Aunque para ser justos, la secretaria de la No Violencia solo resultó siendo un hecho mediático; en principio, fue pensada como una plataforma para posicionar políticamente a Juan Carlos Upegui, el aliado al que Quintero marcó como su carta de “sucesión” desde mediados de 2020. De ahí que no resulte descabellado que dicha secretaria se haya bautizado y caricaturizado como la “secretaria de Upegui”. Cuya gestión fue, por decir lo menos, bastante pobre e invisible.
Y claro que en No Violencia trabaja gente muy valiosa, realmente comprometida con las víctimas, los firmantes de paz y la reconciliación, de eso no me cabe la menor duda, pero no se puede dejar de lado que nació con un mal de origen, con la mera pretensión de servirle de plataforma a Upegui y a sus amigos, buscando réditos electorales para un personaje violento y sectario, porque solo es cuestión de echarse un vistazo por su cuenta en X para percatarse de su nivel de agresividad y violencia verbal.
Upegui es un personaje agresivo de la estirpe de Quintero, pues no tolera que lo cuestionen o le hagan oposición. Su único activo político es la provocación y el insulto. No tiene más que ofrecer.
Ciertamente Upegui salió de No Violencia y llegaron otros secretarios, porque la constante rotación en la alcaldía de Quintero se ajusta a los tiempos electorales; sí Upegui salió para hacerle campaña a Petro, Luis Giraldo salió para hacerle campaña a Upegui, porque claro está, las elecciones son más importantes que la apuesta por construir una cultura de la no violencia.
Del actual secretario, un colega de la Universidad de Antioquia, no tengo mucho que decir, solo que no tiene trayectoria en temas asociados a la construcción de paz y que su nombramiento obedeció a un enroque entre quinteristas de primera línea para ambientar un empalme que pinta complejo.
Aunque sí aprovecho y le pregunto en qué va la aprobación de la política pública distrital de paz y no violencia, la misma que se lleva diseñando y planeando desde hace años -con una importante inyección de recursos públicos- y de la cual no conocemos ni un primer borrador en un proyecto de acuerdo. Además, ¿si será aprobada por un Concejo que hace rato se le rebeló al alcalde?
Aclaro que no es mi responsabilidad en esta columna contrastar datos e indicadores de la secretaria, mi lectura es eminentemente personal y política, ya le corresponde a los funcionarios y contratistas de No Violencia hacer lo propio. Mi lectura es que esa secretaria no cumplió con las expectativas y que el próximo alcalde debería replantearse su continuidad, restituyendo sus funciones en otras dependencia y dejando de lado aquello de la secretaria de Upegui.
Aunque en contraste, si Federico Gutiérrez gana las elecciones (como es seguro pasará), y decide continuar con No Violencia, podría nombrar a Juan Camilo Restrepo como su cuarto titular. El mismo que asumió la oficina del Alto Comisionado para la Paz en el gobierno Duque sin ninguna trayectoria en asuntos de paz. Sería algo tan paradójico como el alcalde violento, agresivo y autoritario que se la jugó por crear una secretaria de la No Violencia.
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