No es cultura

Hace unos días, una amiga que empezó a estudiar una maestría, me pidió una opinión sobre la “cultura”. Espero que aun le siga cayendo bien, si acaso era así, al recibir mi rotundo no seguido de esta frase lapidaria: odio definir cultura en un país que carece de ella.

Y es real. Después de pasar por el pregrado, diplomados, cursos y una maestría (pendiente de la tesis por si las moscas) en los que el tema cultural siempre fue recurrente y en el que nunca nos pusimos de acuerdo, opté por reducir a cero mis esfuerzos de buscar una definición a un concepto tan ambiguo y prostituido (lo mismo que el de paz, guerra, amor e incluso la política).

Así que es más fácil evidenciar lo que no es cultura para que nos hagamos a una idea.  Que solo el 50% de la población habilitada para votar lo haga, no es cultura. Las agresiones a conductores de Uber no es cultura. La corrupción rampante en lo público no es cultura. La falta de solidaridad no es cultura. Y miles de ejemplos más que se le ocurran a quienes lean esta columna.

Y aunque escribir sobre esto me parece una perdida de tiempo, la pregunta que me hicieron y el video de la agresión a Carlos Carmona, un operario de grúa en Bogotá, me dan pie e ideas para hacerlo.

En este video (https://twitter.com/kienyke/status/833076198875992065) se resume parte de lo que es el ADN colombiano. Llámenme extremista pero basta con mirarlo con detenimiento (solo dura 37 segundos) para darse cuenta de la falta de solidaridad que circula por las venas de los colombianos. Lo sé, la eterna discusión es si uno debe meterse en los problemas “ajenos”. Siempre surge el “y si me sacan un arma por ser buen samaritano y termino siendo la víctima” (casos se han visto y, claro, eso cala y produce temor). Y aunque soy sincero y no tengo idea de cuál sería mi reacción, creo que en el caso de este video si se podía hacer algo, teniendo en cuenta que el agresor no estaba armado, pues usó su casco como objeto para intentar asesinar al operario que solo cumplía con su trabajo. Pero los testigos, tres adultos, observan la escena y ni se inmutan. No sé cuántas personas había fuera del video, el hecho es que un bandido hizo lo que quiso y escapó sin problema. ¿En qué país sucede eso? ¡La respuesta es Colombia!

Y mañana puede ser cualquiera de nosotros el agredido, sin importar la razón,  y duele saber que las probabilidades de que nos ayuden son mínimas. Sobran las razones para perder la fe ¿no?

No obstante, la esperanza es lo último que se pierde y aunque el día a día de nuestro país nos diga que no vale la pena esperar hasta lo último, algunos seguimos creyendo en que existe una posibilidad de que la indiferencia deje de ser nuestro pan de todos los días. En ese momento quizás nos pongamos de acuerdo en qué es cultura y sea más fácil definirla.