La derecha siempre ha sido de defender sus privilegios como derechos. Hay artistas, famosos, deportistas que siempre se sienten más a gusto cerca de la derecha. La derecha tiene como gesto esencial que la describe la falta de empatía. La ideología de derecha justifica la falta de empatía. La derecha, toda la derecha, defendió a Plácido Domingo. Ahora, él mismo reconoce que no hizo lo correcto. No tenía derecho a hacer lo que hizo: era un privilegio con víctimas.
Tiene razón Plácido Domingo con que los tiempos de hoy no son los tiempos de ayer y que en las reivindicaciones de las mujeres hay comportamientos que hoy son inaceptables y no eran vistos con la misma intolerancia hace unas décadas. Algunos pueden pensar que eso es una justificación suficiente para descargarle de toda responsabilidad. Pero se equivocan.
Es verdad que ayer se permitían comportamientos que hoy se ven como abusivos: se cantaban letras de canciones que hoy dañan los oídos, se exigían privilegios para los hombres o los muchachos donde no se veían a las víctimas femeninas, en los anuncios las mujeres eran trozos de carne agradable, y se negaba a las mujeres en los juzgados y en muchas comisarías el derecho que asiste a toda víctima en un Estado de derecho. Que hubiera formación de género en comisarías y juzgados era ciencia ficción.
Es verdad que aún vemos a muchas abuelas encargarse de la casa, la comida, la limpieza, las redes familiares, mientras los hombres deslizan su silencio por los bares o el comedor o el volante del coche. Pero para las generaciones más jóvenes, eso forma parte de una España medieval que aunque la defiendan desde VOX no encuentra acomodo en las mujeres jóvenes.
Lo más relevante de la manada es que España está llena de manadas y que los monstruos se parecen enormemente a la gente que convive con ellos. El nombre de la manada procede del chat donde esos violadores se jactaban de sus hazañas. ¿Habría que procesar a todos los que estaban en ese chat por encubrimiento de un delito? Es demasiado fácil renegar de los violadores de la manada viéndoles como seres pervertidos ajenos al consenso social. Las redes sociales están llenas de pajilleros patriotas de puticlub que ni siquiera disfrutan con la masturbación y van a su disfrute solitario como el joker va a sus ensoñaciones de enfermo obsesionado con el sexo. No es extraño que para VOX y para periodistas descerebradas de VOX y de OK Diario las mujeres sean un objetivo a batir. ¿O no están llenos todos los diarios digitales de derecha y ultraderecha de mujeres ligeras de ropa o de noticias sexuales escabrosas? Ahí tienen su público y lo alimentan. Los de VOX y los digitales de extrema derecha y no pocos deportivos.
El problema con Plácido Domingo no es sin más que se le fuera la mano a un culo, diera un beso no consentido o tensionara la situación para echar un polvo. Y además, no hace décadas, sino hace muy poco. Por eso claro que tiene que pedir perdón como figura pública. Igual que tenemos que hacerlo una buena parte de los hombres de este país que hemos hecho eso o que hemos visto eso o que hemos sabido de eso y no hemos movido un dedo para evitarlo o denunciarlo.
Pero eso no es lo más grave del comportamiento de Plácido Domingo. Lo más grave es que siempre abusó de una situación clara de poder. Porque el abuso es un delito agravado cuando el abusador tiene a su víctima cogida del cuello porque es su jefe, porque del abusador depende una carrera, una beca, una curación, una prueba, un puesto de trabajo. Y eso ya no tiene nada que ver con que antes fuéramos más laxos con los derechos de las mujeres. Eso impide cualquier empatía con Plácido Domingo porque no se puede tener empatía con la víctima y con el verdugo. Y si alguien lo hace, tiene que cambiar las gafas con las que mira el mundo. Pues aunque la extrema derecha autorice a sus enfermos de odio y frustración a negar derechos a los demás, no son ni mayoría en España ni conviene que les dejemos hacer como si lo fueran.