El pasado 29 de mayo se celebró la elección en la que los colombianos escogeríamos a los nuevos Presidente y Vicepresidente de la República.
Como ese día la fórmula ganadora no obtuvo al menos la mitad más uno de los votos válidos, se realizará una segunda vuelta el 19 de junio próximo, en la que solo participarán las dos fórmulas de candidatos con mayor votación.
En los medios de comunicación y redes sociales se escuchan voces, unas descontextualizadas y otras malintencionadas, que promueven el voto en blanco en la segunda vuelta.
Analicemos un poco esa iniciativa.
Según el artículo 190 de nuestra Constitución Política, el presidente será el candidato que en segunda vuelta obtenga el mayor número de votos.
O sea que para nada importa, ni incide, el voto en blanco.
En gracia de discusión, si el voto en blanco obtuviera en la segunda vuelta una mayor votación que alguno de los candidatos (escenario improbable dados los resultados de la primera), el presidente será el aspirante más votado de los dos participantes, aunque ese aspirante haya obtenido menor votación que el voto en blanco.
En síntesis, el voto en blanco no tiene efecto en la segunda vuelta.
De manera que, dadas las circunstancias actuales y las características, antecedentes y acompañantes del candidato de la izquierda, el voto en blanco además de inútil es peligroso.
Su promoción es una más de las múltiples, habilidosas y manipuladoras estrategias de la izquierda para embobar a los electores.
En sus cálculos estiman que quienes ya votaron por ellos en la primera vuelta no votarán en blanco en la segunda. Le están jugando a que quienes votaron por los candidatos que quedaron en el tercer, cuarto, quinto y sexto lugar si voten en blanco como una protesta contra lo que no comparten del candidato que quedó de segundo, de manera que no le sumen votos a este.
El eterno candidato del pacto hasta con el diablo y aspirante a tirano, no ha ganado, pero tampoco ha perdido.
En cuanto al otro candidato, el que quedó de segundo en la primera vuelta y que sorprendió con sus resultados, probablemente su estilo y algunas de sus propuestas no nos gusten o no nos satisfagan plenamente. Esforcémonos en informarnos y conocer sobre él, su preparación, su entorno personal, familiar y social, su experiencia, ejecutorias, realizaciones, fracasos y desaciertos.
Pero es que del otro, el que quedó de primero en la primera vuelta, nada nos gusta y todo nos preocupa.
No es poco lo que está en riesgo en Colombia. No ensayemos poniendo en práctica teorías políticas esbozadas desde lo abstracto y desprovistas de asidero práctico. Debemos tener sentido de la oportunidad y de la realidad.
En segunda vuelta el voto protesta no juega. Eso es lo que hay. Esas son las dos únicas opciones. Uno de los dos será el próximo Presidente de la República.
Por todo lo anterior, abramos los ojos, no al voto en blanco en la segunda vuelta presidencial.
Es inútil y muy peligroso.
No nos equivoquemos.
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