“Llegados a este momento, todos hemos evidenciado el miedo que le tiene el Estado al pueblo de Colombia, sin embargo, la respuesta violenta y desmedida de la Fuerza Pública nos ha llevado al abismo, estamos viendo ante nuestros ojos el punto de no retorno.”
Solo ha pasado una semana, no obstante, se tendría que analizar la historia de la violencia en Colombia, que no es poca lamentablemente, para encontrar puntos tan altos de violencia contra el pueblo que hayan sido documentados y difundidos por tantas personas y a través de tantos medios como en esta ocasión, tristemente el auge de este fenómeno que se podría llamar “El pueblo como prensa” se debe a un disparo desde el sentido metafórico y literal, el alza en abusos y excesos policiales ejecutados por instituciones como la Policía Nacional, el Ejército Nacional de Colombia y el ESMAD que se escuchan hasta en los más profundos y abandonados rincones del país, que siempre estuvieron acostumbrados a sufrir la violencia, nunca a espectarla.
El Presidente del país, Iván Duque, dio la orden de militarizar del ciudades del país, escudándose en los actos de vandalismo, que no se pueden negar por otro lado, para enviar tropas a lo largo y ancho de la Nación, de hecho, mientras que cerraba su discurso dijo: “Como sociedad y como Estado tenemos la responsabilidad de sacar a nuestro país adelante, todos unidos, alcaldes, gobernadores, órganos de control, jueces, fiscales, empresarios, comerciantes y ciudadanos” esto me llama en extremo la atención, porque al parecer el Presidente no está desconectado de la realidad de la Nación, se puede ver claramente en su discurso, cuando deja de últimos a los de siempre, a los ciudadanos.
Esos mismos ciudadanos son los que se han visto afectados por los ya mencionados excesos, abusos, arbitrariedades y en general, conductas ilegales por parte de la Fuerza Pública, no se puede negar que en Colombia se está a punto de romper el Estado de Derecho del cual tanto se ufanan los políticos cuando lo mencionan en el marco de nuestra Constitución de 1991, la cual es garante en su totalidad, pero hay algo que nunca mencionan y que parece obvio en su ejercicio cotidiano, es una Constitución idealista utilizada y manipulada al antojo del Gobierno de turno, pero donde ya sabemos que el poder los tienen los de siempre.
La masacre que está sufriendo el país es clara, Colombia como un proyecto de Nación está en su punto más frágil en lo que llevamos de siglo, en esta ocasión los civiles afectados, heridos, desaparecidos y asesinados están en las manos de las instituciones que deberían estar al servicio del pueblo, porque también son el pueblo, solo que fueron adoctrinados bajo la creencia del enemigo interno, para dirigir sus armas contra la sociedad, en una búsqueda que espero resulte infructífera, de sostener en sus cañones un Gobierno débil que desconoce su labor fundamental de servir y proteger al pueblo.
Llegados a este momento, todos hemos evidenciado el miedo que le tiene el Estado al pueblo de Colombia, sin embargo, la respuesta violenta y desmedida de la Fuerza Pública nos ha llevado al abismo, estamos viendo ante nuestros ojos el punto de no retorno. Los medios mundiales, que por su mismo nivel de difusión y seriedad no están ligados a conglomerados empresariales ni agendas económicas como sí lo están muchos medios nacionales, realizan la verdadera tarea del periodismo, el cual es informa de manera objetiva y veraz lo que sucede aquí en Colombia ante el mundo, pero, ¿Quién le dice a los ciudadanos que están en el país como se vive la situación en las calles cuando los medios no cumplen su función? Una vez más el poder del mismo pueblo hace presencia, ahora por medio de redes sociales, no obstante, muchos han intentado mermar e incluso censurar estas acciones valiosas, porque si bien masacres como las ocurridas en Siloé, como las que muy posiblemente se reportarán en próximos días, despiertan y levantan al movimiento y resistencia social, de la misma forma lo hacen con un problema estructuran en el país, la indiferencia.
Pero hay algo que se tiene que dejar en claro, y se debe saber desde el primer momento que se presentó el abuso por parte de la Fuerza Pública, ni la lluvia lavará sus pecados, ni el sol regresará las vidas, con esta premisa en mente, hay que buscar la forma más rápida y efectiva para que los organismos internacionales intervengan en esta barbarie, mientras que esto sucede, se debe resistir en pie de lucha, nunca en pie de guerra como las políticas que se promueven desde el odio y el resentimiento hacia la otredad, en firme hacia la lucha por garantías para protestar, garantías para poder estudiar, trabajar, pero aún más importante que todo lo anterior, se debe luchar por la vida y la dignidad de un pueblo que nunca deberá doblegarse ante el poder de un Gobierno, puesto que la soberanía de la Nación siempre habrá de pertenecerle al pueblo y nunca a los Gobierno, cuya legitimidad reside en el cumplimiento de su deber con nosotros.
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