Escritora y activista literaria, estudiosa e investigadora de la cultura afrocubana. Consagrada como la pionera y más alta autoridad en el tema de santería y otras religiones afrocubanas.
Publicó más de cien libros. El Monte es el estudio antropológico más importante de las tradiciones afrocubanas. Publicado en 1954, se convirtió en la “biblia” de los santeros que practican Santería, sincretismo de las enseñanzas católicas y las religiones nativas afrocubanas, que evolucionaron de las creencias de los primeros esclavos africanos en el Caribe.
Nacida en La Habana, la menor de ocho hermanos y hermanas, Lydia se crió dentro del seno de una familia privilegiada en la Cuba pre revolucionaria. Su padre, Raimundo Cabrera fue escritor, abogado, un hombre prominente y defensor de la independencia cubana. Su madre, Elisa Marcaida Casanova era respetada como una mujer de sociedad. Su padre también era presidente de la primera corporación cubana, La Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en el siglo XVIII. Era dueño de la revista literaria, “Cuba y América”, donde Lydia hizo sus primeros ensayos como escritora. A los trece años, Cabrera escribía para la revista una columna semanal anónima, en la que cubría temas de sociedad como casamientos, anuncios, nacimientos y notas necrológicas.
La familia tenía personal doméstico afrocubano y niñeras, de quienes Lydia aprendió sobre la cultura afrocubana, las historias y tradiciones y las religiones. De niña escuchaba con atención las historias que también hablaban de su modo de vida y sus sufrimientos.
Como en la mayoría de los hogares pudientes cubanos a principios del 1900, los jóvenes Cabrera se educaban con maestros privados en casa. Lydia fue a una escuela privada brevemente, ya que no era aceptado socialmente que una joven continuara su educación más allá de una educación primaria. Lydia terminó la secundaria por su cuenta.
Tras la muerte de su padre en 1923, en 1927 Lydia decidió trabajar e independizarse. Se mudó a París para estudiar arte y religión en L’Ecole du Louvre, graduándose en 1930. En París, donde vivió 11 años, estudió dibujo y pintura con la rusa Alexandra Exter. Fue entonces cuando descubrió el arte africano y la gran influencia que tenía en la el arte cubano. También leía libros cubanos junto a su amiga Teresa de la Parra, novelista venezolana. Estando en París, publicó su primer libro, “Cuentos Negros”, en 1936. Con la intención de estudiar en profundidad la cultura cubana, regresó a Cuba en 1937 y se estableció en Marianao. En su Segundo libro de cuentos, dio a conocer los rituales y tradiciones religiosas.
En El Monte, Cabrera describe las principales religiones afrocubanas, la Regla de Ocha o Santería y el culto a Ifá, ambas derivadas de la tradicional religión Yoruba, y Palo Monte, originada en Africa Central. Los críticos literarios le atribuyen haber llevado las narrativas orales afrocubanas a la literatura, al mismo tiempo que los antropólogos se han nutrido de sus relatos de información oral recogidos durante entrevistas a santeros, babalaos o paleros y de sus descripciones de las ceremonias religiosas.
Donó su extensa investigación a la biblioteca de la Universidad de Miami. Una sección del libro Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante está escrito bajo el nombre de Lydia Cabrera, en una interpretación de su voz literaria.
Aunque nunca recibió una educación antropológica, su perspectiva de estudio es sin duda antropológica. El tema principal en su trabajo es la marginalización de la cultura afrocubana, dándole una voz a través de imágenes y relatos, donde la ficción y los hechos se entremezclan.Lydia fue una de las primeras escritoras en reconocer y hacer pública la riqueza de la cultura afrocubana y su contribución a la literatura, la antropología y la etnología es de inmenso valor.
En los años 50 continuó publicando libros sobre las religiones afrocubanas, especialmente enfocados en los Abakuás, una sociedad secreta que no hablaba sobre su religión y menos con una mujer. Sin embargo, logró varias entrevistas con algunos miembros.
Lydia dejó Cuba en 1960, poco después de la revolución y nunca regresó. Salió como exiliada, primero llegando a Madrid y luego estableciéndose en Miami, donde permaneció el resto de su vida. Lydia Cabrera recibió varios doctorados honorarios. Cabrera describe sus cuentos como “transposiciones”, pero llegan mucho más lejos que simples relatos, ya que recreó y alteró elementos, personajes, y temas de la cultura africana, a la que agregó detalles y las costumbres de los siglos XIX y XX.
Los últimos años de su vida, trabajó en la edición y publicación de un gran número de notas que recopiló en más de treinta años de investigación en Cuba.
Algunos de sus libros son “Refranes de negros viejos” (1955), “Otán Iyebiye, las piedras preciosas”, “Ayapá, cuentos de jicotea” (1971), “La lengua sagrada de los ñáñigos” (1988), etc.
Lydia falleció en Miami a los 92 años.