Muchos pilotos, cortos trayectos

Mucho se ha hablado en los últimos años sobre innovación en el sector público, los gobiernos inteligentes y la incursión del Estado como cliente e impulsor de los sectores creativos y de las TIC. Pero qué tan decididos están realmente los gobiernos de América Latina en romper décadas de rigidez para volcarse en una transformación orientada al cuestionamiento constante de “¿Cómo puedo mejorar?”. La realidad, o bueno, mi análisis del contexto actual es que se cuentan con las ganas (traducidas en un talento humano inquieto y nuevas generaciones creativas) pero no los medios.

En este sentido, tanto las administraciones de las ciudades como de los Estados latinoamericanos, son como ese joven piloto ávido de velocidad, pero con unas pistas viejas y en mal estado, en las cuales correr representa más riesgos que oportunidades. Asimismo, son los hechos aislados de innovación en el sector público, caracterizados por largos tiempos de preparación, extensos productos de consultoría, abundantes espacios de validación… pero pocos casos de implementación y escasas muestras de escalabilidad. En efecto, como reza la metáfora en mención y como titula este corto escrito “muchos pilotos, cortos trayectos”.

Con esto, no quiero ser un crítico recalcitrante, ni mucho menos minimizar los esfuerzos y logros adelantados en temas regulatorios, planes de desarrollo y políticas públicas. Tampoco invisibilizar los avances de los laboratorios que poco a poco (y con mucho esfuerzo) han logrado ubicar la innovación en la Agenda Pública. Todo lo contrario, el objetivo de este escrito es hacer un llamado de atención sobre la verdadera meta de quienes buscan fomentar la innovación en el Estado: generar valor público para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Y para ello, no se debe permitir caer en la rigidez del sector al cual se quiere transformar.

Jamás se tendrá un escenario totalmente preparado para la experimentación. Quizá los tomadores de decisión nunca tengan la intención de arriesgar sus metas o presupuesto ante un futuro incierto. Ni mucho menos, las regulaciones habrán eliminado o mitigado totalmente los riesgos asociados a la implementación de proyectos sobre los cuales no se tiene certeza de sus resultados.

La invitación entonces, es a arrancar, a recorrer la pista completa. Quizá no será a toda velocidad, pero siempre y cuando no se pierda de vista la meta, aún cuando el camino no se encuentre en las condiciones idóneas, hay un problema al cual dar solución. Solución que no se alcanzará con tan solo una vuelta sino culminando la carrera completa. De eso se trata la innovación: de gestionar los riesgos, aprender de las caídas y – en lo público – generar mayor calidad de vida a los usuarios… a la ciudadanía. Allí debe estar puesta la mirada, sin distractores, sin la búsqueda testaruda de certezas.

Juan Esteban Uribe Vásquez

Soy politólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana, maestrando en Estudios Urbano - Regionales de la Universidad Nacional, con experiencia en gestión pública y en formulación, implementación y evaluación de políticas públicas.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.