Ministerios del Conflicto

No cabe maldad, es la crudeza del análisis.


La filosófica tesis que afirma al ser humano como animal político, la premisa que señala al hombre como un lobo para sí y los suyos. El cantante describía una selva de cemento y el apasionado lector se sintió a salvo de mucho horror cuando se quedó ciego.

Escribieron todos ellos las trascendencias de su búsqueda, libertades en cuestión, que gozaron otros por encima de aquella promesa plasmada en la historia. Violencia, pero con gran efecto; potencia diría la socióloga feminista, una que aplasta cualquier emoción y solo atiende al miedo, nimiedad del inmoral.

¿Qué es política, si no es poder?

Acreditar soberanía en territorio donde se ordenan directrices bajo un precepto a establecer, que fundamenta autoridad en lógicas de la barbarie que se logran perpetrar o imponer, no por sensatas, sino por la amenaza del colapso, perecer.

Si existe identidad se generan acuerdos para convivir, armonía entre estar y percibir, no obstante, masa amorfa de asfixiantes normas que marcan distancia de la razón porque impiden rígidamente disentir. Comprender es hacerse otro.

Conducir un imperativo: quererse y querer.

Manifiesto de imposibilidades para asumir lo humano, inventamos pactadas fórmulas funcionales, animal con fuero para pensarse, anularse, como la bestia afectiva que somos. Narcisismo de la suerte, peso de cargar con la fortuna, llenura de-mente, vaciedad en la que no respiran ideas que irrumpan como el polluelo a su cascarón, confort de toda fuerza bruta.

Ignorancia e ignominia de quien ante el deslumbramiento aborta el corazón; los vampiros no ven su reflejo en el espejo, chupan la sangre de sus víctimas, quienes ahora son también vampiros.

Idilios tiránicos, el león se come a sus hijos.

Queman brujas, y como Alejandría, queman destinos por los que la humanidad transitó, hoy perdida. Tejemos olvidos que extinguen el habitad, retorno, la metáfora del polvo siendo Dios con nuestras manos.

Juicios a la verdad sin reproches que emancipen, error que educa, oscurantismo la vergüenza de aprender y equivocarse; cara y sello de la moneda trabajada. Concilian muy bien el sudor y las lágrimas, objeto de litigio debería ser el lugar desde donde se observaba, la vida como un fin en sí mismo.

Evocar el amar, el mundo comienza a acaecer.

Clamor de espíritu y la NoViolencia, abstracción pasiva de la propia condición, aspiración reflexiva de la consciencia en la que se es paz, conexión ulterior. Conceptos desprendidos de la carne que añora, es menos turbulento, solo es posible perdonar lo imperdonable.

Escudo contra la estupidez es abrazar con compasión la experiencia ajena que paradigmas nos contrasta, no hay “adiós” en fronteras limitadas; ya casi todos vamos tuertos, sin pan que en el intento por disipar el hambre anuncie que nos tumbamos los dientes. Sucia guerra en la que triunfan los viles.

 

María Mercedes Frank

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