Mi voto por Iván Duque, sin duda

En las redes se dicen muchas cosas, desde cualquier flanco, con las cuales no es posible ni deseable entablar algún debate. Prefiero el terreno de la confrontación argumental y desde ahí quiero sustentar mi voto por Iván Duque.

Duque se ganó a pulso limpio la candidatura del Centro Democrático en competencia y debate leal con otros cuatro aspirantes y en el marco de un proceso de amplio contacto con ciudadanos de todas las regiones.

Ese fue un inédito ejercicio de democracia que derivó en la construcción de su programa de gobierno y en la adopción de una estrategia de alianzas para realizarlo. Por eso se dio a la tarea de buscar afinidades con otras fuerzas encontrando en Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez líderes de sectores importantes del partido Conservador, puntos de vista comunes con los cuales decidieron someterse a una consulta abierta en la que resultó vencedor.

De Iván Duque se puede decir que ha sido eficaz en ganarse el apoyo de las bases de su propio partido, y en especial de las uribistas, pero también, que sabe llegar con sus ideas y propuestas a amplios sectores y seguidores de las bases del liberalismo, el conservatismo, independientes y otros sectores con sus propuestas de cambio y renovación.

Ha sorteado con éxito el señalamiento de los opositores que lo acusan de ser de extrema derecha, neoliberal y uribista, demostrando con creces que tiene criterio propio sin caer en el falso dilema al que lo han querido llevar sus rivales: ser un títere del expresidente Uribe o apartarse de él.

Duque ha demostrado solvencia conceptual, capacidad para explicar sus propuestas, conocimiento de los problemas nacionales, manejo de datos, cifras y estadísticas en los asuntos que copan el interés de la mayoría de los colombianos.

Iván Duque reúne, además, condiciones personales importantes para el éxito como la calidez en el trato con las gentes, un gran carisma, inspira confianza y sinceridad porque no ofrece soluciones imposibles ni pinta pajaritos en el aire para engañar incautos, no se deja provocar por ataques arteros y de baja ralea por parte de otros candidatos y de periodistas sesgados.

Duque se define y lo aclara en cada ocasión, que es un hombre del centro político lo cual quiere decir que evita ir a las fórmulas extremistas y radicales del viejo antagonismo entre derecha e izquierda, sin que ello signifique la anulación de las naturales discrepancias de la vida política ni la intención de emitir el engañoso mensaje de evadir fijar posiciones en temas o problemas críticos.

Y es precisamente en este aspecto en el que Iván Duque, dejando por sentado su respeto por las libertades y por la democracia, manifiesta sin tapujos su intención de intervenir con propuestas sometidas al escrutinio público e institucional en los problemas más críticos como los relativos a las cargas tributarias, el aumento del salarios, la disminución radical de los gastos oficiales en publicidad, la austeridad en el gasto público, la promoción de la equidad social, el impulso a la inversión y la recuperación de la legalidad estropeada con infortunio en nombre de la paz por el actual gobierno.

En su discurso no tiene cabida el llamado idílico a borrar las diferencias naturales en toda sociedad, pero tampoco hay espacio para atizar el odio entre las clases sociales. De la misma forma y consecuente con esa filosofía, y con respeto natural hacia una de las características más valiosas de la democracia, invita a la más amplia unión de voluntades en torno a sus propuestas de cambio, reforma y ajustes dejando un mensaje explícito sobre la prudencia que guardará con las formalidades de la democracia y los procedimientos regulares en el trámite de sus iniciativas.

En relación con el acuerdo de paz, por ejemplo, ha expresado con firmeza que hará ajustes y modificaciones, respetando y aplicando aquellos puntos en los que no hay mayor discordia y, en particular, aplicando justicia para corregir la impunidad en delitos de lesa humanidad, y reconocimiento y reparación de las víctimas. Así toma distancia real de la consigna de hacer trizas el acuerdo. Y en lo atinente a negociaciones en curso o futuras con organizaciones como el ELN, exige que esos grupos se concentren, cesen en su accionar bélico y, a cambio, ofrece reducción de penas.

Una bandera que puede resultar muy efectiva en la lucha contra la corrupción es la propuesta de establecer un procedimiento express de extinción de dominio de los bienes de corruptos y narcotráficantes. Restablecer la fumigación de los cultivos ilícitos, combatir el microtráfico descargando el peso de la ley sobre los “jíbaros” y cumplir con la extradición de los guerrilleros que reincidan en el delito, completan un conjunto de medidas que apuntan a recuperar la seguridad ciudadana y la protección de la niñez, la juventud y la integridad de la familia.

En educación propone gratuidad para les estratos uno, dos y tres y adecuada financiación para posgraduandos, Además, la doble capacitación del bachiller para proseguir sus estudios y o un arte u oficio para emplearse.

Difícil referirnos a todos los puntos de su programa, pero, la opinión que lo ha escuchado y visto en los debates sabe a qué acciones y medidas nos atendríamos una vez elegido primer mandatario de los colombianos.

 

Via: El Espectador.

Darío Acevedo Carmona

Historiador, investigador y ensayista colombiano. Doctorado en Huelva, España. Profesor titular de la Facultad de Ciencias Humanas y Políticas de la Universidad de Colombia, sede Medellín. Director de la revista Historia y Sociedad. Edita un blog, Ventana Abierta.