“BATALLA DE CASCAJO. Con tal nombre muy bien puede denominarse el combate decisivo que allí se libró el 4 de Enero de 1864. En ella funcionaron, a lo menos de parte del Gobierno establecido, todas las armas, infantería y artillería; en ella se lidió durante algo más de seis horas con brío, denuedo y constancia por parte de ambos beligerantes, con derroche verdadero de valor y arrojo extraordinario, ya en el ataque y en la resistencia, ya en los esfuerzos para recuperar lo perdido, como si cada uno de ellos presintiese que en aquel campo iba a decidirse la suerte del Estado de Antioquia en un período de larga duración; en los variados incidentes que ocurrieron en esa jornada se señalaron algunos de los contendores por notas que los enaltecieron, como era propio de lidiadores por cuyas venas corría la sangre vehemente de razas batalladoras, al modo de las de Asturias y Cantabria, por haber sido de esa procedencia y de otras provincias del Norte de España los primeros europeos que vinieron a poblar la montañosa comarca de Antioquia, y al correr de los tiempos le imprimieron a la generalidad de los habitantes, con sus creencias, lengua y costumbres, el sello de su carácter franco y batallador y adicto a los fueros provinciales.” Estanislao Gómez Barrientos; Don Mariano Ospina y su Epoca; Primera Parte (1863 a 1875); Medellín; Tipografía de San Antonio; 1918; Pag. 10
Este opúsculo escrito sobre la vida de Don Mariano Ospina Rodríguez, abogado, conspirador septembrino en 1828, hecho antioqueño a partir de su huída a Antioquia, precisamente por su participación en la malhadada conspiración contra el Libertador, muestra algunas pequeñas generalidades de los antioqueños que deseo hoy resaltar:
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“En ella se lidió durante algo más de seis horas con brío, denuedo y constancia por parte de ambos beligerantes”
Brío, significa valor, resolución, espíritu.
Denuedo, significa esfuerzo, intrepidez.
Constancia, significa firmeza y perseverancia.
Los beligerantes eran: los conservadores, partido glorioso fundado precisamente por Don Mariano Ospina Rodríguez en 1849, por un lado; y por el otro lado, los liberales, honroso partido cuyos principios fueron establecidos por Ezequiel Rojas, por las calendas de 1848. También conspirador septembrino. Queda demostrado que los dos partidos políticos tradicionales en Colombia nacieron de los hijos de la conspiración contra la dictadura de Bolívar de 1828.
Esa batalla del Cascajo al frente de la gloriosa ciudad de Marinilla, donde hoy está su cementerio, presenció las huestes de dos colosos:
Primero: la del Dr. Pedro Justo Berrío, oriundo de Santa Rosa, al norte de la capital; quien hoy, enjuto y pensativo, reflexiona en la mitad del parque que lleva su nombre, en el corazón de nuestra ciudad, sobre el camino a seguir.
Segundo: la de Don Pascual Bravo, oriundo de Rionegro, al oriente de la capital; presidente del Estado Soberano de Antioquia, a partir de la creación de la Constitución de Rionegro de 1863, única revolución triunfante que se ha dado en Colombia, liderada por Tomás Cipriano de Mosquera, precisamente cuando era Presidente de la Confederación Granadina de 1858, Don Mariano Ospina Rodríguez.
Ambos contendientes nutridos de las dos ciudades señoras: los conservadores, por su nombrada Marinilla; los liberales, por la augusta Rionegro.
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“…con derroche verdadero de valor y arrojo extraordinario, ya en el ataque y en la resistencia, ya en los esfuerzos para recuperar lo perdido, como si cada uno de ellos presintiese que en aquel campo iba a decidirse la suerte del Estado de Antioquia en un período de larga duración.”
Era la lucha contra una fuerza extraña que había humillado a Antioquia: Tomás Cipriano Mosquera, caucano, payanés, para más señas; era de aquellos que no aceptaba aun que Antioquia no era de la Gobernación de Popayán, que Antioquia había crecido y madurado sola.
Nunca aceptó, Mosquera, que un antioqueño como Córdoba se le hubiese rebelado a Bolívar y hubiese preferido derramar su sangre en El Santuario antes que admitir la dictadura bolivariana.
Hay que recordar que nuestro primer y grande conquistador y que abrió las puertas de nuestras montañas a los españoles fue Don Jorge Robledo, quien venía de fundar Anserma y Cartago, desde el sur; que vino con Belalcazar; y que eran de las fuerzas de Francisco Pizarro, conquistador del Perú. Veníamos del sur y al sur regresamos con la famosa colonización antioqueña.
Antioquia, en El Cascajo, se estaba jugando su futuro: o aceptaba “los hechos cumplidos” de la constitución radical de Rionegro de 1863; o se labraba un porvenir propio, pero incierto, con esta revolución.
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“…en los variados incidentes que ocurrieron en esa jornada se señalaron algunos de los contendores por notas que los enaltecieron, propio de lidiadores por cuyas venas corría la sangre vehemente de razas batalladoras, al modo de las de Asturias y Cantabria, por haber sido de esa procedencia y de otras provincias del Norte de España los primeros europeos que vinieron a poblar la montañosa comarca de Antioquia…”
Antioquia, por su vocación esencialmente minera: la leyenda del cacique Dobaibe, las minas de Buriticá, sus inaccesibles y áridas montañas nutridas de oro, plata, cobre, platino, etc… fue nutrida por familias completas provenientes del norte de España: asturianos, vascos, navarros, leoneses, gallegos.
Debo recordar que esas fueron las únicas regiones españolas, las del norte español, que no fueron jamás sometidas ni por los cartagineses, ni por los romanos, ni por los visigodos, ni por los árabes.
¡“Sangre vehemente de raza batalladora”!
“…al correr de los tiempos le imprimieron a la generalidad de los habitantes, con sus creencias, lengua y costumbres, el sello de su carácter franco y batallador y adicto a los fueros provinciales.”
Sin comentarios. Simplemente lo repito:
“…al correr de los tiempos le imprimieron a la generalidad de los habitantes, con sus creencias, lengua y costumbres, el sello de su carácter franco y batallador y adicto a los fueros provinciales.”
LA ENCRUCIJADA
Esa encrucijada de El Cascajo, casi 200 años después, la volvemos a vivir:
Ya no son las fuerzas radicales, cambiantes, del General Mosquera, de las que tiene que sacudirse Antioquia.
¡Es que nos están atravesando un puñal!
Como dice un proverbio chino: “Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.”
Lo que nos están haciendo bajo el pretexto de Hidroituango no tiene nombre:
Un proceso endeble, miserable, irresponsable, de la Contraloría General de la República, declarando solidariamente responsables desde quienes tuvieron una idea, o quienes construyeron una vía, a quienes subcontrataron, pero no a quienes contrataron, por unos artificiosos “hechos concatenados”, que podrían responsabilizar hasta Adán y Eva por ser progenitores de esta “raza irresponsable”.
Un proceso penal que adelanta la Fiscalía General de la Nación y que seguramente imputará cargos cual batalla de armaduras repartiendo madobles aquí y allá.
Un proceso disciplinario que hace la Procuraduría General de la Nación, y que no se quedará atrás, para encontrar responsables “a los disciplinados” para escarmiento de otros.
Varios procesos administrativos sancionatorios y de medidas preventivas cuyas decisiones son todas tomadas desde Bogotá a través de la Agencia Nacional de Licencias Ambientalas ANLA, que tienen suspendidas varias actividades en el proceso.
Todos los procesos mencionados reposan en los anaqueles del frío capitalino, no se hacen ante nuestro ojos, se alimentan día a día de los cócteles y recónditas reuniones de la llamada capital.
Una Toma Hostil de la empresa responsable de todo el proyecto: de nuestras Empresas Públicas de Medellín, corazón de nuestro territorio, orgullo de nuestra raza, pues “el patrón”, Daniel Quintero Calle, quien funge como Presidente de su Junta Directiva, cambia la totalidad de la Junta a su capricho; decide demandar sin consultar su Junta; endilga responsabilidades; va y viene como una puerta giratoria a Bogotá consultando sus próximos pasos como una marioneta cuyas cuerdas son tiradas desde la Sabana.
El Gerente de EPM, un extraño que va y viene, sin norte, sin formación, sin visión, sin trayectoria. Unos vicepresidentes foráneos (de veinte que hay, diez acaban de aterrizar desde Bogotá y otras partes en solo el último año).
Una toma hostil de las empresas mas queridas de Antioquia por parte de un grupo económico que ya había mostrado las uñas cuando vendió el Banco de Colombia y ahora lo quiere de regreso a cualquier costa.
Antioquia está al frente de una verdadera Toma Hostil de nuestra región.
A esto hay que responder con unidad.
Insto al Concejo de Medellín a que nos unamos para salvar nuestra ciudad, que es lo mismo que salvar nuestra región.
Insto al Concejo de Medellín para que alcemos la mirada, y en lugar de ver dentro del valladar del inmediatismo de los compromisos, visionemos una Antioquia paladín de la democracia, libre como nuestro himno, rica en recursos y personas, orgullosa y enhiesta ¡como en la batalla del Cascajo!
Insto a la ciudad de Medellín, para que aprovechemos la coyuntura histórica que se nos ha presentado: pues la segunda ciudad mas importante del País, la más rica en gente y recursos, la que siempre está por hacer, ha comenzado a trasegar por la Constitución participativa de 1991 y ha decidido presentar el camino constitucional de la Revocatoria.
La Revocatoria del actual mandatario de la ciudad es un ejemplo de civismo, de republicanismo, de pacifismo, de respeto a la Ley. Es un camino que existe para revaluar la ruta equivocada, es la alternativa cívica y jurídica que presenta el ordenamiento.
Antioquia hace en este momento uso de esa herramienta ante la Toma Hostil de nuestra ciudad. Una ciudad conformada, no solo por antioqueños de nacimiento; una ciudad conformada por caldenses, quindianos, risaraldenses, chocoanos, huilenses, santandereanos, vallecaucanos, cordobeses, sucreños, santandereanos, bolivarenses, magdalenenses, guajiros, boyacenses, tolimenses, llaneros. Todos cabemos dentro del apelativo grande de antioqueños. Pero, ¡eso sí! Antioqueños de corazón, de decisión, porque ¡juntos saldremos de esta!
Advertimos, exigimos a todas las autoridades centrales: ¡Tienen que respetar, permitir, dejar, que Antioquia tome sus decisiones! Antioquia no va a tolerar que le hagan zancadilla al proceso revocatorio! ¡No queremos otro Cascajo! Pero si nos obligan, si nos acorralan, ¡por Antioquia!: iremos por Berrío, iremos por Córdoba, iremos por Ospina, y triunfaremos, por Antioquia, y por Colombia.
Y vuelvo a repetir una vez mas, para que quede como marca indeleble, las palabras de un gran bogotano, porque los queremos también, ¡y mucho!, cuando nos respetan. Hablo de el del Cristo de Espaldas, el del Diario de Tipacoque, el de Siervo sin Tierra, aquel grande Eduardo Caballero Calderón, que dijo:
“Quisiera comunicar a quienes a veces dudan y desconfían del provenir de Colombia: mientras resista Antioquia, los colombianos no nos vamos a hundir.”
He dicho.
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