(Lea aquí la primera parte de la entrevista)
El Silencio es denso y amenazante. Pero luego se mezcla con el sonido de un piano que Charly García toca con fuerza. De repente, el músico argentino comienza a cantar estas dolorosas estrofas: Los amigos del barrio pueden desaparecer /Los cantores de radio pueden desaparecer /Los que están en los diarios pueden desaparecer /La persona que amas puede desaparecer /Los que están en el aire pueden desaparecer/ Los que están en la calle pueden desaparecer…/
La incertidumbre sigue latente, pero Charly canta estas dos estrofas que suenan a profecía: Los amigos del barrio pueden desaparecer /Pero los dinosaurios van a desaparecer.
Los dinosaurios, canción del segundo álbum como solista de Charly, Clics modernos (1983), hace alusión a los desaparecidos por la Junta Militar, que desde el 24 de marzo de 1976 gobernó a Argentina con el terror como bandera. Desde que se tomaron el poder, los militares, o dinosaurios, creyeron que aplastarían al país por muchos años. Pero Charly predijo su desaparición con ese toque certero que da la poesía.
No era la primera vez que él utilizaba metáforas para cantar las penurias de su país. Antes, cuando estaba con Nito Mestre en Sui Generis, compuso canciones como Aprendizaje, Botas locas, Rasguña las piedras o el Fantasma de Canterville, que luego aparecería en el álbum homónimo de León Gieco grabado en junio de 1976, tres meses después de que los dinosaurios, o militares, entraran a la Casa Rosada con pasos estruendosos.
Con la censura respirándole en la nuca, Charly formó otras agrupaciones en la que desplegó su ingenio compositivo. La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán dejaron para la posteridad temas como ¿Qué se puede hacer salvo ver películas? o Canción de Alicia en el País. “En aquella época la música fue para mí una forma de seguir viviendo un sueño en medio de la pesadilla que era la realidad”, dijo en 2007 durante una entrevista concedida al periodista Maximiliano Seitz para la BBC.
Precisamente, Charly y sus metáforas liberadoras, que los dinosaurios no lograron comprender, aparecen en esta conversación que sostuve con el periodista argentino Roberto Herrscher, cuya primera parte fue publicada ayer por Al Poniente, a propósito de los 40 años del golpe de Estado perpetrado por los militares. Sin más rodeos, acá inicia la última parte de esta conversación evocadora y musical.
Roberto, antes hablamos de las canciones prohibidas por los militares, y cómo usted y sus amigos se las arreglaban para escucharlas. Pero los recitales también se convirtieron en un lugar de encuentro y expresión para muchos jóvenes argentinos, a pesar del excesivo control de la dictadura. ¿Usted estuvo en algún recital? ¿Podría hablarme de ese momento?
Cuando empecé a ir a recitales ya no era el momento más duro de la dictadura. Fue ya al final, después de la guerra de Malvinas cuando estaban de capa caída. El gran recital de la vuelta de Serrat en el Luna Park. Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en el estadio Obras. Ya no era peligroso, ya se veía el regreso a la democracia como algo cercano. Claro, pensábamos que curaría todos los males… Yo me acuerdo que ir a esos recitales era para mí y mi grupo de amigos como un acto religioso, una catarsis. Hacíamos cola toda la noche para entrar, llevábamos ropa rebelde, camisetas con consignas revolucionarias… Incluso me acuerdo que yo tenía un encendedor para recitales: lo prendía y levantaba la mano, como una antorcha, en el momento de las grandes canciones. Yo no fumaba: ¡solo usaba el encendedor para eso!
El rock fue objeto de censura, pero ¿Qué pasó con otros géneros como el tango o la música romántica?
El tango no fue muy censurado, no se usaba en los sesenta y setenta para decir cosas rebeldes. Hay un período izquierdista de Piazzolla, pero poco más. El tango era la música conservadora en esa época. Lo mismo la romántica: solo perseguían a los artistas cuando tenían posiciones políticas de izquierda, independientemente de la música.
¿Cómo afectó la censura a otras expresiones como las artes plásticas, el cine y la literatura?
Todo el arte fue afectado por la censura, pero más las artes que podían llegar a la gente, que enardecían al pueblo. Eso no pasaba mucho con las artes plásticas, aunque hubo un movimiento de pintura ligada a la izquierda peronista y el comunismo, con pintores como Alonso y Cogorno, pero nada comparable al muralismo mexicano. Y claro que hubo censura y rebeldía en la literatura y el cine, pero eso es para otra entrevista. Las películas de Fernando Ayala y Héctor Olivera, los documentales de Fernando Solanas…
Regresando a la música ¿Cómo se las arreglaron los músicos argentinos con la censura impuesta por la junta militar? ¿A qué se enfrentaron? ¿Hubo también auto censura entre ellos? ¿Quiénes se quedaron y quiénes tuvieron que irse de Argentina?
Eso está bien explicado en el libro de Pujol. En el 76 o incluso antes, con las amenazas de muerte de la Triple A, Alianza Anticomunista Argentina, del secretario de Isabel Perón, José López Rega, muchos salieron al exilio. Como en otros órdenes de la vida, hubo después recelos entre los que se quedaron, que recriminaron a los que salieron o se habían escapado, y éstos, que en varios casos acusaron veladamente a los que se quedaron de colaboracionistas. Para mí el gran valor del libro de Pujol es su ardua investigación sobre qué tuvieron que cambiar de las letras de las canciones para que pasaran la censura. En muchos casos, la versión censurada era la que cantaban en el disco… pero en los recitales “se les escapaba” la original.
Esta pregunta puede sonar un poco “tabú”, pero ¿Hubo artistas afines a la dictadura?
Claro que sí. Incluso la dictadura tuvo sus compositores de la propaganda. “Hoy le escribí una carta a mi querido hermano” es una canción pegadiza y pegajosa, no me acuerdo de qué autor, de un niño que canta las maravillas de ser soldado y defender la patria. Los que no tenían canciones políticas sino románticas, como Palito Ortega, se veían como afines al régimen más por lo que callaban que por lo que decían.
Charly García, fundador de Sui Generis, Serú Girán y otras agrupaciones, es para muchos uno de los músicos más influyentes del rock argentino. Durante la dictadura fue víctima de censura, pero utilizó todo tipo de metáforas en sus canciones para contar lo que pasaba en Argentina ¿Qué tan importante es la figura de Charly?
Es capital, único. Un genio. Un creador que se reinventó muchas veces, que nunca se apoltronó y cuando dominaba un estilo, un tipo de formación musical, quería cambiar y empezar de nuevo. El perfil de Daniel Riera en su libro Nuestro Vietnam muestra a las claras la originalidad y genialidad de Charly.
¿Y la de Luis Alberto Spinetta, León Gieco, Mercedes Sosa y Piero, que también fueron censurados y perseguidos por la Junta?
Spinetta es el genio surrealista, poético, lo más avanzado en textos y música. Gieco es el cantor del pueblo, el que juntó las músicas ancestrales, recopiladas en sus viajes al interior profundo del país, con el rock. Tiene himnos que galvanizan al país. Mercedes Sosa es la gran voz de la Argentina. Y viene de las raíces indígenas, que han sido muy oprimidas y humilladas. Canta como nadie las grandes melodías clásicas de nuestro folklore, pero siempre se mantuvo cercana a los nuevos creadores de su tiempo, como Charly. Piero fue un ícono de la canción de protesta, pero sus canciones no resistieron el paso del tiempo tan bien como los otros. Con la vuelta de la democracia se le vio volcado al mundo interior, alejado de la denuncia y la rebeldía y vuelto a lo hippie.
Cuando estalló la Guerra de Las Malvinas con Inglaterra, en 1982, la Junta Militar prohibió las canciones en inglés y fue flexible con la música en español ¿Esto alivianó las cosas o las empeoró?
Ese fue el momento en que los músicos argentinos, sobre todo de rock, pudieron ser emitidos en las radios. Ya llegaron para quedarse, porque la dictadura dejó de tener poder para prohibir y después se fue, tras el fracaso de esa guerra. El capítulo de Pujol sobre el 82 relata con muchos detalles ese momento.
La dictadura terminó en 1983. La democracia trajo consigo la apertura y otras libertades que eran impensables 7 años atrás ¿Cómo vivieron esto los músicos argentinos y qué puertas se les abrieron? ¿Cómo vivió también usted esa apertura?
Fue un soplo de libertad. Mi generación no había vivido el anterior momento de rebeldía y libertad, de los sesenta y primera mitad de los setenta. Éramos niños. La música de todo tipo – sobre todo rock y folklore pero también jazz, tango y hasta clásica – era la banda sonora de esa libertad, de ir por la calle a cualquier hora, de leer periodismo libre, de seguir los juicios contra las juntas y las marchas por los Derechos Humanos. Fue un momento de eclosión para los músicos. Y era un movimiento latinoamericano: el rock tenía mucha historia en Argentina, pero empezaron a venir rockeros de Chile, de México, de Brasil. Y estaba en ebullición la música popular brasileña: íbamos casi más a recitales de ellos – Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, María Bethania, Milton do Nascimento, montones – que a los nuestros. Fue también una apertura a Latinoamérica y al mundo.
Retomando a Sergio Pujol, en un artículo publicado por El Espectador en 2009, él afirmó lo siguiente: “Hoy, 26 años después de terminada la última dictadura, las canciones censuradas se convirtieron en una ayuda de memoria para no olvidar los miles de muertos y desaparecidos que la dictadura dejó”. ¿Está usted de acuerdo con estas afirmaciones?
Totalmente. Muchos de esos creadores las siguen cantando, pero también es reflejo de esto que esas canciones las cantan hoy grupos jóvenes. Están vivos los viejos temas de Violeta Parra, de María Elena Walsh, de Atahualpa Yupanqui, de Joan Manuel Serrat, porque entran al repertorio de los jóvenes.
Finalmente, Spinetta en su canción Cantata de puentes amarillos dijo esto: “Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor ¡Mañana es mejor!” ¿Es mejor vivir el mañana o a veces es necesario mirar hacia el pasado?
Las dos cosas: no se puede construir el futuro olvidando el pasado, pero no se puede vivir mirando hacia atrás. La música, como todo lo demás, es una parte de innovación y otra de recordar y homenajear lo bueno del pasado.
Mercedes Sosa y Charly García en un concierto, dos grandes unidos. De esa unión salió el álbum Alta Fidelidad, que puede escuchar acá.
El dato: En 2009 el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) de Argentina dio a conocer la lista con los artistas y canciones prohibidas por la Junta Militar entre 1976 y 1983. Al respecto, puede leer este artículo del diario La Nación, donde está disponible la lista.
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