Mejor que falte y no que sobre

Seamos claros, los máximos representantes de la institucionalidad estatal, son indudablemente, los y las policías. Tan es así, que sobre sus hombros recae la labor de mantener el orden y el control social, la cual resulta ser, la más esencial de las misiones gubernamentales.

Por supuesto, esta tarea puede llegar a necesitar del uso de la fuerza estatal para poderse hacer efectiva, siendo quizá los focos aislados de violencia y vandalismo dentro de las manifestaciones sociales, los más dicientes ejemplos. Sin embargo, que sea estatal necesariamente implica que sea controlada pues cuando se ejerce, se hace en representación de los 48’258.494 (cifras del DANE) habitantes que hay Colombia; por lo tanto, solo puede ser aplicada siguiendo protocolos previamente establecidos que eviten que esa fuerza se convierta en tiranía, entendiendo que, en esos casos, pecar por exceso siempre será peor que pecar por defecto.

Deben entonces, los cuerpos policiales, en especial el ESMAD, mantener la compostura que esa labor les exige, con independencia de la situación que estén afrontando. Mejor dicho, deben mantener el respeto a las personas sin importar si se encuentran frente a una manifestación pacífica o frente a violentos disturbios generalizados.

Es por eso, que cuando un policía insulta o abusa de la violencia al intentar arrestar o interrogar a un civil, queda deslegitimado para realizar el procedimiento y en consonancia, tal civil queda legitimado para oponerse al mismo, pues la actuación de ese servidor público, ya no representa a la ciudadanía sino a una estructura de funcionarios despóticos que tiene en su base a un policía desmedido y en su cima, a un alcalde desentendido.

Por último, y para intentar aterrizar esto a la realidad, resulta más que reprochable, que Daniel Quintero no haya reconocido los evidentes abusos que tuvieron las fuerzas del orden en las recientes manifestaciones en Medellín. Lo más preocupante es que al Señor Alcalde parece habérsele olvidado que esos excesos que coquetean con el autoritarismo, degeneran la naturaleza de la Policía Nacional, pues con cada abuso, la representación social de la que hablé al principio de esta columna, se va consolidando más como excepción que como regla general.

Marcel Marceau

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