“Quizá la frase que más me gusta de la canción, y la que considero que condensa más oportunamente el mensaje, es aquella de ‘aquí no hay habitantes, solo clientes’, pues representa muy bien la forma en que a quienes habitamos el Valle se nos ha ido despojando de nuestra ciudadanía para relegarnos al rol de consumidores; generando, como consecuencia, que quienes no poseen capacidad de consumo sean despreciados y relegados”
Pocos artistas consiguen transformar una ácida crítica social en una pegajosa y bien producida canción de la manera en que lo hacen los Alcolirykoz, aquellos raperos que iniciaron su trayectoria en las laderas de la ciudad de Medellín (esas donde “pa’ donde mires tienes que subir”) y han conseguido llevar su talento incluso por fuera de la geografía nacional. Medellificación, su más reciente producción, que toma su nombre del fenómeno de desplazamiento urbano que aqueja a la ciudad y preocupa a sus habitantes, no es la excepción a la regla, pues en solo tres minutos con cincuenta y dos segundos consigue poner sobre la mesa algunas de las principales problemáticas que aquejan a la ciudad por nuestros días. Veamos algunas.
Los raperos comienzan su canción mencionando la problemática del empleo irregular y la explotación laboral que alcanza sus límites con aquellas empresas que han flexibilizado al máximo las prestaciones de sus trabajadores escudándose en una aparente “sociedad” que establecen con estos. Es el caso de Rappi (empresa que aparece explícitamente en el tema), pero también de Uber y otras herramientas de mensajería y transporte de pasajeros.
Continúa problematizando la relación de los citadinos con los extranjeros y cómo esta cambia según la capacidad adquisitiva y el capital económico de estos. Se trata, en palabras textuales, de una “xenofobia selectiva” que alaba al turista que consume desaforadamente ―aun cuando ese consumo incluya el complejo mercado de la prostitución y el de sustancias ilícitas― y condena al extranjero (generalmente migrante) que llega a la ciudad por necesidad, bien sea a trabajar en lo que le resulte, bien sea a mendigar para sobrevivir.
Tenemos, entonces, dos problemáticas de considerable importancia con las que quienes habitamos la ciudad nos encontramos constantemente. Pero es que los artistas van mucho más allá y, en una lectura de ciudad digna de quienes se autodenominan “asfaltonautas”, exponen los fenómenos de gentrificación y conurbación con una claridad y contundencia de difícil comparación en el escenario local.
El primer fenómeno lo representan con la tendencia del momento: desalojar a quienes alquilan vivienda para convertir estas en espacios de alquiler por días para extranjeros (el popular AirBnb), situación que obliga a los habitantes tradicionales a desplazarse de sus barrios, rompiendo con relaciones de arraigo, de asociación barrial e incluso de ciudadanías participativas.
El segundo aparece en la fórmula: “Nacieron ricos y huyen a zonas rurales. A estar lejos de nosotros y ser súper espirituales”, pues la conurbación es, justamente, el proceso mediante el cual la ciudad se expande hacia áreas rurales y colindantes, al punto de que se establecen relaciones prácticamente indisolubles. Por supuesto, este último fenómeno también tiene consecuencias en la vida de los locales que, con la llegada de nuevos habitantes de mayores recursos, repiten el ciclo de desplazamiento que se lleva a cabo en la ciudad.
Quizá la frase que más me gusta de la canción, y la que considero que condensa más oportunamente el mensaje, es aquella de “aquí no hay habitantes, solo clientes”, pues representa muy bien la forma en que a quienes habitamos el Valle se nos ha ido despojando de nuestra ciudadanía para relegarnos al rol de consumidores; generando, como consecuencia, que quienes no poseen capacidad de consumo sean despreciados y relegados.
Con la cercana llegada de unos (no tan) nuevos gobiernos locales y departamentales, solo nos queda esperar que nuestros mandatarios tengan tan buena capacidad para leer y entender la ciudad como los Alcolirykoz.
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