Conozco gente que considera gay a una persona por el simple hecho de escuchar música de Disney, llámese High School Musical, Jonas Brothers o, peor aún, Demi Lovato.
Les voy a confesar que a mi no solo me gustan esos tres sino que hace mucho tiempo escucho y canto las canciones del único artista de la Tierra que ha logrado que el Departamento de Salud de EE.UU. registre una enfermedad en honor a él: la Bieber Fever. No es que la haya padecido o haya sido víctima del mercadeo voraz que le hacen a Justin Bieber (JB), sino que realmente vengo tarareando sus estribillos desde aquella canción que grabó con Sean Kingston (ver vídeo Eenie Meenie) y que es en realidad pegajosa. Uno ve el documental biográfico que le hicieron (Never say never) y entiende que él siempre ha sido coqueto, espontáneo, y talentoso. ¿Qué más puede pedir un caza talentos? En fin, JB sabe cómo cautivar a sus millones de fans y sus managers saben cómo sacarles bastante dinero en el proceso.
El tipo que descubrió a Bieber a través de un vídeo en internet se llama Scooter Braun. Lo que éste hizo fue aliarlo con otros raperos como Usher y redireccionar inversiones millonarias para impulsar y monetizar el talento del canadiense blanco que todavía estaba quinceañero. Para hacerse una idea de la capacidad de relaciones públicas que tiene Scooter Braun solo hay que recordar que él, o su empresa en sociedad con Usher, Raymond-Braun Media Group (RBMG), también representa a Ariana Grande, Carly Rae Jepsen y a Martin Garrix. Braun es el tipo de manager “freelance” que compite contra los consentidos y representados por The Walt Disney Company.
Para ser un músico reconocido no hace falta estudiar en el Berklee College of Music, o tocar guitarra y batería desde los tres años. Los reality shows, con sus contactos y contratos millonarios, han modificado la escala de ascenso a la fama, pero nadie niega que hay que estar preparado para lograr que la plataforma del reality garantice la permanencia en la cima por el tiempo necesario para consolidar un nombre propio. En esencia, YouTube es concebido como una plataforma de multiples realities independientes en transmisión permanente. Sin embargo, a nivel internacional la televisión sigue teniendo poder y con el auge de las redes sociales sus estrategias de mercadeo se han fortalecido. El ensamble vocal Pentatonix y una niña neerlandesa llamada Amira Willighagen son el mejor ejemplo de éxito en este tipo de concursos de canto potencializados por la web.
Pentatonix, cantando a capella, ganó la tercera temporada de The Sing-Off y un contrato para grabar con la multinacional discográfica Sony Music Entertainment. Amira Willighagen, cantando opera luego de ver “tutoriales en YouTube”, presentarse y ganar el Golden ticket directo a la final del programa, ganó una temporada de Holland’s Got Talent y el reconocimiento mundial como una old soul (alma vieja) de cantantes como Maria Callas. Así como se pueden perder horas viendo vídeos de las peores audiciones de cualquier reality show del mundo, uno puede pasar todo el día hipnotizado viendo vídeos de Pentatonix y Amira.
Sin embargo hay otro punto considerable y es que el mundo musical tiene excepciones a todas sus reglas e imposiciones y métodos clásicos de ascenso a la fama. Pitbull, que no participó en ningún Factor X ni America’s Got Talent, junto a los demás reguetoneros y sus éxitos mundiales en sintonía, taquilla y visualización, le han hecho remix a cuanta canción se les atraviese. En teoría, nadie se los puede impedir. Esa es la forma más fácil que encontraron de hacer dinero y a la gente le gusta, incluidos los artistas a los que les hacen cover y publicidad de paso. Muchos rezagados y nacidos en este milenio ni se hubieran enterado de la existencia de un reggae como Murder she wrote (ver vídeo) si El Taxi no estuviera sonando hasta en los inodoros de las discotecas en Ibiza.
¿Si es que se les puede decir así, por qué cada día hay más moralistas e indignados musicales? ¿Qué hubiera pensando Mozart y Bach de una canción de Hannah Montana o de Miley Cyrus? ¿Diomedes Díaz hubiera hecho un remix con Maluma, Daddy Yankee y J Balvin? ¿La gente sí sabrá cuál es el nombre real de esos tres*? ¿A quién le importa que Stefani Joanne Angelina Germanotta se llame artísticamente Lady Gaga, acaso los dos nombres no son extravagantes? ¿Cuál vídeo superará al Gangnam Style o a los tres de Justin Bieber que tienen más de 1.000* millones de visualizaciones? ¿Usted ha “perreado” alguna vez en su vida? Yo sí.
Desde pequeño escucho de todo porque me influenció por igual HTV y MTV, el Show de las Estrellas de Jorge Barón y Rock al Parque, mis amigos roqueros del colegio y los azota baldosa reguetoneros de las fiestas; porque la influencia de la música cristiana de mi papá fue igual a los musicales de Camp Rock de mis hermanitas y a las salsas y merengues que escuchaba mi tío Víctor. Escucho de todo porque discutir por un género musical, y discriminarlo, está enmarcado dentro del espectro de discusiones sin propósito como las religiosas o las políticas. Si suena bien es inevitable darle a tu cuerpo alegría Macarena. Tampoco crean que el simple hecho de escuchar determinadas canciones los va a devaluar en el mercado hipster.
*Taylor Swift tiene dos vídeos (Blank Space y Shake it Off) con más de 1.000 millones de visualizaciones. Katy Perry también tiene dos (Dark Horse y Roar) y Meghan Trainor tiene uno (All About That Bass).
*¿Será que Maluma, Daddy Yankee y J Balvin hubieran triunfado dándose a conocer con los nombres de la cédula? Así se llaman los sujetos: Juan Luis Londoño Arias, alias Maluma; Ramón Luis Ayala Rodríguez, alias Daddy Yankee; José Álvaro Osorio Balvin, alias J Balvin.
I simply want to say I’m very new to weblog and definitely loved this blog site. Most likely I’m going to bookmark your site . You really have impressive posts. Thanks a bunch for sharing with us your web site.
I just want to say I’m new to weblog and actually savored you’re blog site. Most likely I’m planning to bookmark your blog . You actually have great stories. Many thanks for revealing your webpage.
The Zune concentrates on being a Portable Media Player. Not a web browser. Not a game machine. Maybe in the future it’ll do even better in those areas, but for now it’s a fantastic way to organize and listen to your music and videos, and is without peer in that regard. The iPod’s strengths are its web browsing and apps. If those sound more compelling, perhaps it is your best choice.
I’ve read a few excellent stuff here. Certainly value bookmarking for revisiting. I wonder how a lot attempt you place to make one of these great informative web site.